Las franquicias se compran y
se venden, siempre al mejor postor. El gran error de «Podemos» ha sido su
«franquicialismo», acaso para parecer lo que son: posmodernos insulsos. Habrán
leído mucho a Gramsci, pero mucho menos a Lenin –sin el cual no se puede
entender a Gramsci-. O si lo leyeron, les quedó para septiembre. Me refiero al
leninismo orgánico, no al político; me refiero al leninismo que sí entendieron
y practicaron, o practican, desde Copito de Nieve o Ansar, hasta Mariano o Pujol: el de la coherencia de la formación.
Ellos sí que sabían de qué iba esto; aunque no hubieran leído a Lenin… Y es que
hay cosas que no hace falta haber leído a Lenin para entender a la primera.
Los chavales de «Podemos», en
cambio, andan cojos de esta pierna. Ellos le llamarán pluralismo, sí, pero una
jaula de grillos también es plural(ista), pero no jaula, como mínimo
teleológicamente. Dice Pablito que su modelo de partido, y en el que le hubiera
gustado poder militar, es el antiguo PSUC –no sé en qué época-, pero a mí me
parece más bien que se está confundiendo con la CNT-FAI. Una confusión que le
lleva a compartir con Primo de Rivera “junior” cierta fascinación por el
fenómeno anarquista –éste hasta plagió los colores para su facción-, aunque es
de suponer que por razones diferentes. El segundo porque, siendo anarquistas,
serían más fáciles de domeñar, o de escabechinar, que de todo hubo; el primero
porque, simplemente, se confunde.
Como se confundió aquí, primero
al venderle la franquicia, sin tan siquiera su nombre -que era lo que más
vendía-, a Ada Colau y sus mariachis, y luego con el refrito de aceite
de colza «Catalunya sí que es pot». Los números cantan. De las encuestas a las
municipales, menos de la mitad; en las autonómicas, una cuarta parte de las
municipales. Sí, las encuestas tienen mucho de ficción especulativa e
interesada, pero es hay también errores de manual. En fin, no seré yo quien los
instruya sobre ellos, profesores universitarios como son, pero los hechos son
los hechos. Y Rabell es el «Torrente» de la izquierda catalana. Hasta ahora,
con ICV, teníamos a los curas y a las monjas, ahora ya tenemos hasta a
Torrente. No nos podemos quejar.
Incluyo al final del post
la imagen del primer formato de carnets del PSUC emitidos en el interior después de la guerra civil;
en 1976, para ser exactos, cuando ya no te fusilaban por tenerlo. Basta con
echarle un vistazo al texto del reverso: sólo un Torrente cualquiera puede apelar
a esta formación y a la vez justificar su voto –encima gratuito-, entre
balbuceos de jugador de dominó algo cargadito de carajillos, a una furibunda
nacionalista, excluyente y sectaria, como Carme Forcadell, y ése es Rabell. Y hasta sin haberlo
pensado, me salió un pareado.
Claro que Rabell nunca fue del
PSUC, sino del PORE -¿Alguien se acuerda?- Y no estoy hablando de ningún pecado
de juventud: 44 tacos y candidato del PORE por Tarragona. Una edad a la que ya
se le supone a uno lo que antes se llamaba «uso de razón».
Por eso estoy por
concederle el «Babero de oro», no a Rabell, que no lo necesita, ya tiene la
camisa o el jersey, sino a Pablo Iglesias, por su perspicacia y talento político,
acreditada y acreditado, en su gestión de Podemos en Cataluña. Peor imposible.
A lo mejor es que uno es anticuado y vota partidos; no movimientos nacionales. Da igual de qué calaña sea el «movimiento», todos son de la misma. Aquí el carnet, léanlo ustedes mismos.
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