Prometí al autor en este
blog, a través de sus interesantes intervenciones en él, que leería su libro
“El magnicidio de Prim: los verdaderos asesinos”. Y aunque lo
concluí hace ya bastantes meses, todavía no había dado fe de
ello. Ahora la doy y, como es de menester, haré un breve comentario
sobre el libro.
Diré, de entrada, que es lo mejor, de largo, que he leído sobre el tema Prim, a la vez que, quizás convenga matizarlo, cuando digo “de largo”, no me estoy refiriendo a su extensión, que también, sino, y sobre todo, a la solvencia de los datos que aporta.
Todo lo que he leído sobre Prim -que es bastante- se remite, en lo referente al atentado que le costó la vida, a la obra de Pedrol Rius, que sin duda no dejará de ser nunca un referente ineludible. Intrepretaciones; investigación de archivos; novelas históricas o pseudohistóricas; especulaciones sobre qué pudo llevar a la “distracción” de documentos del expediente judicial con posterioridad a la susodicha obra (1960)... En fin, que todo muy bien, pero los datos; lo que son los datos, siempre más o menos los mismos y de indéntica fuente. Para tramas novelescas, para hagiografías más o menos indisimuladas, para demonologías incluso... Bueno, para lo que sea.
Fontana incorpora, en
cambio, datos nuevos y, en mi opinión, altamente reveladores de la compleja trama que acabó con el asesinato del general Prim. Unos
datos a los que accedió de entrada accidentalmente, según él mismo nos
cuenta, y que le indujeron a iniciar una meritoria investigación cuyo resultado es el libro que comento. Investigación que,
sin duda, debió acabar siendo muy absobente. Esas cosas
pasan. Hay dos cuestiones que me parece interesante comentar aquí sobre el libro.
La primera es que yo no
había leído el libro de José Mª Fontana, como habrá resultado evidente para cualquiera que siguiera mis
modestas entregas en este blog,
mientras las estaba publicando. Y he de decir en este sentido que
nada, nada de aquello sobre lo que eulucubré en su momento, aparece
como desmentido a priori, ni
a posteriori. O al menos, condescendientemente para conmigo
mismo, nada lo refuta como una eulucubración delirante. Más bien se insinúa inteligentemente, sin compromiso de historiador, o de sociólogo titulado. Pruebas materiales, lo que son pruebas materiales, nos faltan en muchos aspectos; sólo, eso sí, tenemos indicios, muchos indicios. Y Tal como afirma en el libro ¿Cuántos indicios son necesarios para convertirse en prueba?
La
segunda se me antoja mucho más importante y está relacionada con el que desde siempre había sido considerado autor material del asesinato de Prim, José Paúl y Angulo. Es un tema de
honestidad intelectual por parte del autor cuando monologando consigo
mismo en un momento de la obra, se "sorprende" en su propia perplejidad ante un factum
historiográfico que no puede dejar de llamar la atención. Cómo puede ser, se pregunta, que los historiadores digamos de derechas, tiendan
a culpabilizar a Paúl y Angulo y, en cambio los, digamos también, de izquerdas
tiendan a exculparle. Él se define sin cortapisas, que nadie lo
dude, pero diciendo, perdón, demostrando, que Paúl y Angulo
no tuvo nada que ver con aquel atentado.
El
libro es difícil de encontrar en los anaqueles de las librerías ad
usum. Lo más fácil, por
internet, aquí está el link.
Quien quiera saber sobre
el atentado de Prim, que lea este libro. Es duro y sin concesiones,
pero ameno también. Y por si sirve de algo, es lo mejor que yo he
leído sobre el tema Prim. Mi enhorabuena al autor.