divendres, 27 de febrer del 2015

SEGUIMOS CON ASIMOV


Hasta me recuerda lo que ya creía olvidado. En el siglo MMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMMM, de la era galáctica, como treinta mil años después de nuestra cronología, el político de la vieja escuela le recuerda al de la nueva como Platón, en la prehistoria, a un alumno imbécil que se atrevió a preguntar para qué servía la Geometría, le dio como respuesta la expulsión de la Academia.

dimecres, 25 de febrer del 2015

SABIO ASIMOV


Describiendo a uno de sus personajes:

"Francis Quinn era un político de la nueva escuela. Claro que esta expresión, como muchas similares, no significa nada. La mayoría de las "nuevas escuelas" poseen equivalentes en la vida social de la antigua Grecia, y tal vez hallaríamos cosas parecidas si conociéramos mejor la vida social de la antigua Sumeria y la viviendas lacustres de la Suiza prehistórica".

dimarts, 24 de febrer del 2015

INTEMPESTIVAS EDUCATIVAS



El gran problema de la Educación es el proceso de mercantilización en que se ha metido al sistema educativo. Todo lo demás –pedabobos emocionales, pedagócratas inclusivos, psicopedorros emprendedores, expertos en autoayuda inducida, auditores amiguetes, chupópteros varios y aprovechadillos en general, incluso los anodinos políticos y sus incompetentes edecanes educativos, son meros epifenómenos de este hecho principal, sin el cual no tendrían explicación. O como mínimo no lo tendrían a partir de un cierto punto: el de su éxito.

A ver si consigo expresarlo de forma clara y concisa con un par o tres de ideas sobre tantos predicados que, más que complementarlo, se yuxtaponen al concepto de educación y lo envuelven, desnaturalizándolo y adulterándolo hasta extremos como cuando, por ejemplo, uno ya no sabe si «educación en las nuevas tecnologías» refiere a que el sistema educativo ha de instruir sobre el uso y comprensión de dichas nuevas tecnologías, o si son ellas mismas la fuente de (toda) instrucción en sí, hasta el punto que cualquier aprendizaje en que no estén incluidas es descartable por obsoleto, que tal vez no, ojo, por ineficaz, sin que esta última observación merezca ser tenida en cuenta, ni siquiera como cautela. Lo mismo reza para otros “mantras” educativos al uso, léase «educación emocional», «educación inclusiva», «educación en la tolerancia» «educación en los valores»… Eso sí, siempre «agítese antes de usarse».

Y algo parecido ocurre con el concepto de «economía de mercado»: uno ya no sabe si se trata de un sistema regulado a través del mercado, o de un mercado que regula al sistema. Y eso es preocupante, al menos en la medida que siga pensando que no es lo mismo un hombre pobre que un pobre hombre.

Nuestro sistema económico se caracteriza por la tendencia a la mercantilización de todas las cosas. Eso podrá gustar o no, podrá cada cual considerarlo beneficioso o perjudicial, según sus principios o según le vaya en el baile, pero en cualquier caso, es lo que hay. La tendencia es ésta, y sólo las regulaciones de rango superior –llámesele intervencionismo o como se quiera- pueden compensar los desajustes que tal pulsión sistémica comporta inevitablemente en la estructura social. Otra cosa muy distinta es, ciertamente, que cualquier cosa sea situable en el mercado en cualquier momento histórico. Y pienso que el sistema educativo es un ejemplo de ello.

Por razones que no hay aquí lugar para desarrollar –a las cuales me aproximé en el ensayo «Elogio de la Academia y crisis de la enseñanza»-, el sistema educativo ha estado en gran medida fuera del mercado casi desde siempre. Anticipo por lo tanto, acaso para asombro de algunos, que cuando hablo de mercantilización no me estoy refiriendo al debate entre enseñanza pública y privada concertada, sino a algo mucho más complejo y que le trasciende de lleno.

Me explico. El auténtico problema de nuestro sistema educativo no es actualmente el espurio debate pública/privada (concertada o no concertada), sino la mercantilización del sistema educativo. Es decir, su subyugación a las leyes del mercado y la consiguiente mercantilización de todos aquellos aspectos del sistema educativo que sean mercantilizables; y su estar a disposición de estor requisitos del mercado, más allá de cualquier razón académica o pedagógica, o del carácter público o privado del centro. Otra cosa es que a la privada ya le parezca bien, y que en la  pública haya imbéciles que también, pero esto es accesorio.

Y como cuando la fiebre del oro movía a gentes de toda laya y jaez hacia el soñado enriquecimiento, así propició la campanada de salida que fue la LOGSE, el crecimiento y multiplicación progresivo alrededor del mundo educativo de una variopinta fauna de figuras que van desde «expertos» auditores a agencias de evaluación del profesorado, defensores de la educación basada en la «inteligencia» emocional a la fascinación por las nuevas tecnologías que tan rienda suelta parece que le dan… y siempre, siempre, un denominador común: la realización de un negocio y obtención de beneficio en la consideración del sistema educativo como un sector a disposición de esta exigencia y hasta como agente activador de la economía –y de su pecunio particular- dentro de las más estrictas reglas del «libre» mercado en lo que corresponde a la pieza recién cobrada: a ver quién obtiene más tajada. Ya se sabe, primero los leones, luego las hienas y, al final, las aves carroñeras…

Se me dirá que las editoriales siempre estuvieron allí para hacer negocio, que la Iglesia lo vio también siempre como una inversión tan mercantilista como pueda serlo un fondo de pensiones, que siempre hubo viajes de fin de estudios que permitían cuadrar los número a ciertas agencias de viajes menesterosas, que siempre hubo algún tipo de homologación externa de los centros escolares y esquivos personajes que pululaban «por ahí» sin que se supiera muy bien cuál era su función, o que había que gastarse la pasta fomentando la modernización que supone el dominio de las nuevas tecnologías…

Pero uno sigue pensando que una cosa es todo lo dicho en el párrafo anterior, o más que podría añadir, y otra muy distinta que haya que hacer semanas blancas para que las estaciones de esquí cubran gastos en las épocas más bajas, viajes fin de estudios para que las agencias de viajes subsistan, libros –digitales o no- modificados groseramente curso a curso para que no sirvan para los hermanos menores y las editoriales sigan ganándose la vida, auditorías externas para que puedan existir empresas privadas destinadas a tal efecto, que los suspendidos en oposiciones puedan acreditar su Master supervisando a los que las aprobaron, o comprar tropecientos mil portátiles para que conocidas marcas se saquen de encima equipos obsoletos a precios de última generación.

Es posible que alguien pueda pensar que estoy diciendo lo mismo en el penúltimo párrafo que en el antepenúltimo, acaso sólo con diferencias de matiz. Si alguien lo piensa así, lo lamento: no podremos ponernos de acuerdo. Porque yo pienso que sí hay una diferencia substancial: la que va de considerar algo en su condición de medio para el fin establecido, a considerarlo como un fin que no se agota en sí mismo, o lo que es lo mismo, como un medio supeditado a finalidades extrínsecas a su objetivo, supeditado a otros fines.

Y esto último es lo que pienso que está ocurriendo con la mercantilización del sistema educativo. ¿La prueba de esto? Que a casi nadie le importa ya el fin que el sistema educativo había tenido tradicionalmente encomendado: la transmisión de conocimientos.

(Continuará… tal vez)

diumenge, 22 de febrer del 2015

MONEDERO Y BILLETERO




La verdad es que atendiendo al monto, lo de Monedero es insignificante comparado a los Gürthel, Bárcenas, Púnica, Bankia, ERES andaluces, Pujol, Palau…  Billeteros de piel frente a monederos de bazar chino. Y sí, hay que reconocer que se está incurriendo en unos niveles de sensacionalismo y manipulación que, al equipararlo todo, lo que hacen en realidad los medios y el ministro Montoro es quitarse la careta y demostrar lo gañanes que son en realidad. Aun así, no por ello deja de haber en el caso Monedero aspectos más que inquietantes, tanto en lo referente a ellos mismos como en lo que significan.

Porque, aunque comparado con estos escándalos, Monedero aparezca más bien como un pringadillo, no es menos cierto que, tratándose como se trata de unos cientos de miles de euros –que tampoco son moco de pavo-, parece algo extraño que se le paguen estas cantidades a un desconocido profesor universitario por unos informes sobre la unión monetaria bolivariana. Sí, ya sé que alguien me podrá espetar que por qué Cristiano o Messi pueden ganar millones con sus pies y no el Sr. Monedero con su cerebro. Y transijo, olvídenlo; pero la realidad es la realidad. Por otro lado, no sé, pero a uno se le antoja algo extraño que un informe sobre uniones monetarias se le encargue a un politólogo en lugar de a un economista. Sí, ya sé lo que me dirán y también transijo: la economía es una cosa demasiado seria para dejarla en manos de los economistas. Retiro pues lo dicho, una vez más, entre otras cosas porque tampoco tengo demasiado claro en qué consiste el saber de un politólogo.

Pero es que hay más cosas, y o mucha torpeza o mucho que ocultar. Porque en sus explicaciones, siempre corregidas sobre la marcha –otro error- Monedero no parece distinguirse en mucho de la casta que tanto critica; y si las cantidades implicadas en su caso son menores, acaso fuera porque no pudo trincar más. Reconozco que Monedero no me cae muy bien, y que tiene una pinta de comisario político de la peor especie que no puedo con ella –un capitán Araña, vamos, que como todo el mundo sabe, a la gente embarca y se queda en España-, pero es que estos perfiles se le han agudizado muy acusadamente en sus histriónicas apariciones públicas desde que hizo la complementaria.

No tengo claro si lo de Monedero es constitutivo de delito, falta o simplemente calumnia por parte de Montoro y los medios. Ignoro si el cobro de encargos profesionales a través de una sociedad está reservado a sociólogos, como el Sr. Arriola, o si también Monedero puede acogerse a ello. E ignoro por qué apenas unas horas después de tanta bravata, presenta una complementaria de cuatrocientos mil euros. Pero lo que no se puede hacer es negar la mayor desde un primer momento y arrugarse después, pretextando además persecuciones políticas contra su persona y su organización, exactamente igual que los políticos de cualquier otra formación.

Porque la auténtica pregunta es ¿No esperaba el Sr. Monedero que irían a por él? ¿Acaso no se imaginaba que iban a buscarle hasta el color de los calzoncillos? Y el problema de verdad lo tenemos en cualquiera de las dos posibles respuestas. Si no se lo imaginaba, Monedero es un mediocre y no merece seguir dirigiendo nada. Y si se lo imaginaba, entonces o se pasó de listo, o es un cínico. En cualquiera de ambos casos no debería seguir teniendo responsabilidades políticas, si es que su formación quiere llegar a algún sitio… Máxime si encima me he estado dedicando a ejercer de martillo de corruptos. Porque está claro que, de momento al menos, el avance de PODEMOS se ha frenado. Y la razón se llama Monedero.

Una cosa es el autor y otra su obra. Siempre lo he defendido así y siempre lo defenderé. Nada más intelectualmente insolvente, por ejemplo, como determinados neocons cuya crítica a sus rivales consiste en resaltar la inconsecuencia entre la vida y la obra. Que si Tolstoi era un auténtico cabronazo, Marx un pendenciero manirroto o Rousseau un onanista incorregible… Pero con un político es distinto. Y Monedero es un político. Fuera de la praxis política, uno puede comprar fondos de inversión con las ganancias obtenidas de la venta de su obra o de los contratos venezolanos, porque esto no afecta a su obra, que puede seguir siendo muy buena o muy mala. Pero si entramos en la praxis política, hay entonces un componente ético y de ejemplaridad ineludible. Y esto parece ser que no lo sabe Monedero.

dijous, 19 de febrer del 2015

PSOESTRABISMO ASIMÉTRICO: DE LAS HORCAS CAUDINAS AL «LAISSEZ FAIRE»



Lo del PSOE no sólo es asimetría en el trato según a quién se le aplique, es también asimétricamente estrábico a la hora de mirar unidireccional o bidireccionalmente, una vez más, según de quién se trate. Tomás Gómez en Madrid, por ejemplo, o Chaves y Griñán en Andalucía, han sido objeto de estas distintas miradas y trato.

Veamos sino por qué al primero, sin estar imputado, se le ha fulminado de un plumazo, mientras que a los otros dos, que si lo están, hay que esperar, se nos dice, a saber de qué se les imputa exactamente. El criterio seguido con Gómez apeló formalmente al hedor que el tranvía de Parla proyectaba sobre las pésimas expectativas electorales que anunciaban los augures mediáticos, los mismos que 24 horas después ya tenían cocinada una encuesta de «urgencia» según la cual su descabalgamiento había comportado un aumento del 8%. Curiosamente, los mismos oráculos anuncian un mantenimiento sostenido del PSOE en Andalucía, cuyas irrespirables miasmas extienden sus pútridos efluvios mucho más allá que un tranvía de pueblo y alcanzan hasta la misma médula espinal del «régimen». Porque, a ver, que Susana Díaz no sepa nada, y ni se le pregunte, es como cuando Mas –a éste sí se le está empezando a preguntar- asegura que nunca se enteró de los turbios manejos de los Pujol en su propia consejería cuando era el responsable de las adjudicaciones de la obra pública catalana. Debía ser el único que no se enteró; como Susanita… De ser así, ambos, ex aequo, se merecen el premio babero de oro… con cuchara.

Y aunque uno no pueda abandonar la sospecha de que, andando como anduvo, según parece ser, entre oráculos el juego, los balbuceos de la pitia hayan sido interpretados con raseros muy distintos según el caso, aceptemos ello no obstante, como hipótesis de trabajo, que acaso haya sido su condición de gafe la razón que motivó la defenestración de Gómez. Si fuera así, lo de la corrupción sería entonces una variable aleatoria que para nada, o casi nada, habría influido en la decisión de liquidar a uno y mantener a los «otros». Expectativas electorales y punto. Gómez era un perdedor con cenizo y ni cien mil primarias justificarían la previsible debacle electoral. Chaves y Griñán, por el contrario, en su calidad de espadones en la reserva y aupadores del caballo ganador–siempre según las encuestas- merecen que se concrete de qué se les imputa, como si no se supiera. Porque lo importante son los resultados. A eso se le llama pragmatismo. Bien.

Claro que, según este criterio, no entiende uno entonces qué hace Iceta al frente del PSC, o por qué en las federaciones donde los socialistas llevan más tiempo que en Madrid sin comerse una rosca –caso de Valencia o tantas otras-, no se han adoptado medidas similares. Si la cosa iba de oráculos y augures en lo anterior, aquí probablemente habría que recurrir a los insondables misterios de Eleusis para entenderlo.

Porque de lo contrario no se entiende que, habiendo Gómez ganado varias primarias y no estando imputado, se le pase por las horcas caudinas y se observen, en cambio, tantas contemplaciones y deferencias con el par de golfos que son Chaves y Griñán.

Ya sólo faltaba que Copito de Nieve nos desvelara hoy los misterios de Eleusis psoecialistas en un impagable artículo, tan inmundo como cínico. Sí, definitivamente, se han creído que somos imbéciles. Y lo peor de todo es que hasta puede que tengan razón.


diumenge, 15 de febrer del 2015

HACIA UN AJEDREZ VERDADERAMENTE EDUCATIVO



Tarea ímproba, sin duda alguna, y condenada al fracaso, pero aun así, trataré de convencer a los pedagócratas de las dañinas influencias que la introducción del ajedrez como materia obligatoria en el sistema educativo puede ejercer sobre nuestros alumnos, sin otra preocupación por ahora, gracias a nuestro maravilloso sistema educativo, que la de ser felices, lo cual como es bien sabido, pasa por prescindir de la inteligencia intelectual –perdón por el pleonasmo- y promover la inteligencia emocional; y frente a la memoria, los contenidos y las rutinas, potenciar la espontaneidad, la creatividad y el autoaprendizaje electivo.

Miren ustedes, el ajedrez es, de entrada, un juego de clara inspiración militar, y eso es pernicioso para las mentes angelicales de los niños y niñas si es que, según he creído entender, de lo que se trata es de que no degeneren en mentalmente adultos. Aunque sólo fuera por eso, ya valdría la pena que reconsiderasen tal proyecto.

Pero hay más. No sólo es un juego belicista, sino también altamente competitivo. Se trata de hacerle al oponente tanto daño como sea posible y acabar humillándolo obligándole a derribar su rey –que equivale a la rendición incondicional- y encima a darle la mano al que te acaba de machacar, reconociendo su superioridad. Potencia además bajas pulsiones, como el engaño y la truculencia -¿Saben ustedes lo que son las celadas en ajedrez?-, porque, mírenselo como quieran, pero de lo que se trata en una partida de ajedrez es de engañar al contrario y acoquinarlo, para luego crujirlo, sin más.

Es también un juego machista. El rey no pega golpe en toda la partida, y toda su servidumbre y tropa se esfuerza por asegurarle comodidad y seguridad, partiéndose la cara por él. Hay además violencia de género; la dama es con frecuencia objeto de maltrato y acoso, mientras que el rey macho se parapeta tras ella y hasta, si es menester, es muy capaz de sacrificarla para salvarse él.

Y fíjense también que rezuma ideología de la desigualdad por los cuatro costados. ¿Dónde están los derechos de los peones? ¿Por qué han de ser inferiores a los caballos y a los alfiles, y éstos a las torres? Además, a lo largo de una partida se acostumbra a tomar decisiones de más que dudosa moralidad, sacrificando piezas para obtener ventajas, o intercambiando bajas con el enemigo para obtener una posición más ventajosa o simplificada. Un auténtico imperio del maquiavélico principio según el cual el fin justifica los medios, óiganme. Y eso es pernicioso para nuestros niños y niñas. ¿Con qué principios crecerán si se habitúan a tales prácticas?

Luego, a ver, no se dejen llevar por las leyendas urbanas. Les aseguro que la inmensa mayoría de las veces, el ajedrez consiste en el ventajismo de saber aprovechar las cagadas del oponente. Y eso es muy feo. Y lo peor, que la memoria también cuenta, y mucho más de lo que desde fuera podría suponerse. Que te hagan una vez el mate pastor, el de la coz o el del tonto -sí, el del tonto-, y a ver si no te acordarás. O la memorización de las aperturas y de las reglas del final de partida. Créanme, eso de la creatividad es un camelo. Mucho empollón y mucha mala leche hay también por ahí ganando torneos, y muchos codos. Y mucha rutina. Y esto ya saben ustedes que es lo propio la vieja escuela, que tanto denostan y que en su momento desterraron.

¿Y dónde queda la inclusividad de la escuela si introducimos el ajedrez? ¿Qué pasará con los que no ganen una partida ni que se las pongan como a Fernando VII? Porque haberlos, los habrá ¿no lo habían pensado? ¿Qué haremos con las pobres criaturas perdedoras que quedarán acomplejadas de por vida? ¿No estarán pensando en un itinerario parchís para aquéllos que no despunten en ajedrez? Porque, además, no crean, el parchís también se las trae… Y lo de los itinerarios, como ustedes muy bien nos enseñaron, es discriminación.

Aun así, si insisten, sólo puedo recomendarles que adapten el ajedrez a las exigencias de nuestro sistema educativo. ¿Cómo? Pues innovando, hombre, innovando: modifiquen las reglas de este malvado juego, eliminen los elementos de competitividad, engaño, machismo y violencia que le son implícitos; substitúyanlos por unas nuevas reglas más acordes al espíritu de nuestro tiempo; un nuevo ajedrez políticamente correcto y no competitivo. En resumen ¡innoven! Pero el ajedrez en nuestras escuelas no puede seguir siendo un juego cuyo objetivo consista en  escabechinar todas las piezas del contrario que se pueda y poner a su rey en situación de jaque mate. Yo les propongo lo siguiente. Tal vez con un par o tres de modificaciones, perdón, de innovaciones, baste.

Propongo, para empezar, que los movimientos sean los mismos para todas las piezas. Una modificación, ésta, absolutamente necesaria si queremos evitar las connotaciones aristocráticas y castrenses del ajedrez. Y luego, para eliminar la competitividad, modificar el objetivo del juego en el sentido que, a partir de ahora, quede prohibido matar ninguna pieza del contrario, siendo el vencedor el que consiga tal objetivo y el perdedor el que, inevitablemente, llegue a un punto del juego en que cualquier movimiento que realice pase necesariamente por tener que capturar alguna pieza contraria. Con ello, además, se implementa -¡qué noble término, el de implementar! ustedes nos lo enseñaron- la capacidad individual de evitación del conflicto. ¡Ah! Y una cosa más, basta de racismo. Nada de piezas blancas y negras, y que encima empiece el blanco. A partir de ahora, gris claro y gris obscuro.

Pero queda todavía lo del vencedor y lo del vencido. Y no podemos descartar que, bajo estas nuevas  y bienintencionadas reglas, ciertos sujetos taimados idearan estrategias encaminadas a llegar a posiciones que obligaran al oponente, contra su voluntad, a tener que capturar inevitablemente alguna pieza enemiga. Para superar este último escollo, sin duda el más importante pedagógicamente hablando, se requiere la intervención mediadora de una nueva figura educativa, cuya innovadora función consistiría en impedir que se produzcan posiciones así en el transcurso de una partida, si es necesario corrigiendo regresivamente los movimientos con finalidades evitativas hasta que, habiendo llegado sin sobresaltos a la jugada número veinte, la partida se declare en tablas. Esta nueva figura especialista educativa podría ser muy bien la del conciliador árbitro garantizador ajedrecístico de tratamiento equitativo. El acrónimo, al que son ustedes siempre tan proclives, no queda ciertamente muy conseguido –CAGATE, sería-, pero qué le vamos a hacer… con peores nos las hemos visto.

Así que, pedabobos, pedabobas y pedabobería unida del mundo mundial. Pónganse en ello. El ajedrez políticamente correcto les espera y será una innovación además muy en su línea. No se dejen llevar por cantos de sirena y aprovechen esta oportunidad. Se la ofrezco gratis.


divendres, 13 de febrer del 2015

AJEDREZ Y EDUCACIÓN



Jugué al ajedrez de competición en su momento y alcancé ciertos éxitos, dentro de un orden, como juvenil. Después, seguí jugando más esporádicamente, sobre todo partidas rápidas, y lo sigo haciendo ciertas veces a través de internet. Me parece un juego fascinante y maravilloso, aunque no puedo decir lo mismo de los ajedrecistas. Creo que Bobby Fisher ha sido el mejor jugador de todos los tiempos, pero también que de no haber padecido Mikhail Tahl los problemas de salud que siempre le aquejaron, él hubiera sido el mejor. Me aburre el juego posicional y mi apertura favorita es el Gambito de Rey, que sigo utilizando, por más que hoy en día se la considere inferior.

Dicho todo esto, sería de suponer mi total y entusiasta apoyo a la medida  adoptada por el Congreso de los Diputados, con la insólita unanimidad de todos los partidos políticos, consistente en implantar el ajedrez en el sistema educativo. Ahora en Primaria, pero abriendo también la puerta a la Secundaria en un futuro próximo. Pues va a ser que no. Y les diré que me parece una majadería más de tantas que se han perpetrado en nuestro maltrecho sistema educativo. Como me parece también una solemne memez la afirmación según la cual "(...) el ajedrez es una herramienta pedagógica que enseña a pensar y transmitir valores, sobre todo en la edad de 6 a 9 años (...)". Una cosa sí les puedo asegurar, quien afirme algo así no sólo no tiene ni idea de educación, tampoco la tiene de ajedrez o está intentando encontrar trabajo como ajedrecista.

Siempre me ha parecido una solemne bobada el mito de que el ajedrez desarrolla la inteligencia. Una cosa es que para ser un buen jugador se requieran unos ciertos niveles de inteligencia, y otra muy distinta que por el hecho de jugar al ajedrez ya seas inteligente o te haga más inteligente. Es como si dijéramos que jugar al baloncesto potencia la estatura. Todo ejercicio intelectual, y el ajedrez lo es, agiliza sin duda alguna la capacidad y rapidez para la realización de ciertas operaciones mentales. Pero de desarrollar la inteligencia,  nada de nada. Desarrolla en todo caso la inteligencia ajedrecística, pero no porque un tonto ducho en ajedrez le gane a un inteligente neófito, el tonto dejará de ser tonto y el inteligente, inteligente.

¿Y por qué estoy en contra de la introducción del ajedrez como materia en el sistema educativo? Pues a ver, de entrada, y creo que con los antecedentes aludidos queda clara mi admiración y estima por este juego, porque pienso que no se le puede pedir al ajedrez que resuelva ahora el enorme problema que nuestro sistema educativo tiene, muy especialmente, en Primaria, que es en la etapa donde se desarrollan los déficits que luego se van arrastrando y acumulando cual alud de nieve en las siguientes etapas. Y porque en todo caso, se está confundiendo lo suplementario con lo complementario, y ambas cosas con lo esencial.

Vamos a ver, hay aquí, me parece a mí, un error conceptual de base característico de la pedagogía infantiloide y ramplona que padecemos desde hace ya demasiado tiempo. Contra lo que los representantes de dicha pedagogía puedan pensar, las actividades que en su tiempo se realizaban en la enseñanza Primaria no se agotaban en sí mismas ni en el aprendizaje propedéutico, sino que coadyuvaban a la potenciación de las facultades mentales mediante un proceso educativo. Parte del cual era a la vez que de contenidos, de digámosle entrenamiento. Como ya sospechaba David Hume, el entrenamiento físico no se distingue formalmente del mental. Así, aprenderse las tablas de multiplicar no sólo sirve para resolver problemas de aritmética, sino que también a su vez contribuye a desarrollar la facultad de la memoria, como la resolución de problemas matemáticos o lógicos desarrolla nuestra capacidad analítica y de razonamiento. Cierto, el ajedrez puede contribuir a desarrollar cierta capacidad analítica, pero de la misma manera que, en otro orden, resolver crucigramas sin duda enriquece también otras capacidades relacionadas con el uso del léxico. Pero no por ello, al menos hasta ahora, se le ha ocurrido a nadie introducir la resolución de crucigramas como materia obligatoria en el sistema educativo.

Si queremos poner el énfasis en la potenciación de las capacidades analíticas del alumnado porque se detecte que carece de ellas, es muy sencillo, que se vuelva a prácticas anteriores y que se prime entonces lo que precisamente se proscribió: las tablas de multiplicar, los problemas aritméticos y lógicos, y todo aquello que estimule y favorezca el ejercicio intelectual. Porque además, al tiempo que se potencian las capacidades analíticas y la agilidad mental, se están adquiriendo unos contenidos de conocimiento que serán imprescindibles en las siguientes etapas  de la vida académica de un alumno. No me sirve de nada que desarrolle inteligencia ajedrecística si no sabe las tablas de multiplicar o es incapaz de resolver problemas aritméticos elementales. Y esto es ni más ni menos que lo que está ocurriendo hoy en día.

Si tuviéramos un sistema educativo que mereciera este nombre, el lugar del ajedrez sería sin duda el que debe corresponderle, una actividad complementaria más, o suplementaria, para realizar a la hora del patio o fuera de las horas de clase. Y hasta puede que algunos aprendieran las artes de tan bello juego. Pero ponerlo en horas lectivas es pervertirlo, en un sistema intrínsecamente pervertido.  Por cierto ¿Sabían que hay una Facultad de Derecho que ofrece un crédito de Bridge? Pues eso…
Y hay una última razón, acaso definitiva. Me aterra la idea del ajedrez manipulado por la Pedagogía. No, por favor, eso no.

dijous, 12 de febrer del 2015

EL ÚLTIMO SOCIALISTA Y EL PARTIDO SIN ATRIBUTOS

 
Dicen que en el pecado está la penitencia. Si es así y si es verdad que no hay redención sin expiación ni sin propósito de enmienda, entonces el PSOE lo tiene francamente mal. Porque, a ver, no sé si lo de Tomás Gómez es para tanto; puede que sí y que el tranvía de marras se haya desviado de los raíles mucho más de la cuenta. Pero entonces no entiende uno cómo no se han tomado desde la dirección federal medidas similares, por ejemplo, en Andalucía, donde el tema es mucho más sangrante.
¿O es sólo entonces una cuestión de encuestas? Pero, claro, si de encuestas hablamos ¿Puede alguien en su sano juicio y con una cierta idea de cómo se cocinan tales menesteres, ser tan crédulo como para tragar con la encuesta que el mismo periódico que fue desde siempre a por él, publique hoy un sondeo de “urgencia” según el cual el PSOE gana en Madrid un 8%, en sólo 24h, gracias a la destitución de Tomás Gómez? La verdad, lo de Tomás Gómez tendrá delito o no, pero lo del País y su encuesta de urgencia sí les puedo asegurar que es de juzgado de guardia. O de prensa basura. Ochocientas llamadas, dicen ¿Y a quién llamaron?
Guste o no, Tomás Gómez le ganó democráticamente en su momento la plaza en Madrid a la «señorita» Trini –Alfonso Guerra dixit-, a la cual Zapatero pretendió colocar cuando ya no le servía como ministra. Pero lo peor de todo no creo, personalmente, que sea ni la algarabía que la dirección federal socialista ha organizado, ni el chapucero modo cómo la ha complicado aún más. Al fin y al cabo, si alguien cree que una crisis como esta aumenta la intención de voto entre la ciudadanía, allá él… con su pan se lo coma.
No, lo peor de todo es cómo el enésimo plan renove del PSOE se va al garete y, como siempre, reaparecen los dinosaurios. Porque si no, díganme qué diantre de renovación es la reposición de Simancas, Lissavetzky o la supracitada señorita Trini. Es como pretender la renovación del PSC con Miquel Iceta, o de Andalucía con Susana Díaz. De risa, vamos.
Eso sí, lo de Gabilondo, pobre hombre, es pieza separada. Cierto, tiene en su mérito haber sido el menos malo de los ministros de educación de los últimos decenios, pero dista mucho de ser un personaje carismático que ejerza de revulsivo. Además, no es del partido. Y que en una situación como esta se opte por un independiente, sólo tiene una lectura: van muy, pero que muy faltaos.
No hace falta demasiada agudeza analítica para llegar a tal conclusión. Basta con ver al secretario de organización Luena para caer en la cuenta. Además, si fuera verdad que la simple mención de Gabilondo obra la proeza de subir en sólo 24 horas un 8% en intención de voto, y pasar de tercera a primera fuerza ¿Por qué, entonces, no se le aúpa como candidato a la presidencia del gobierno?
Alguien podrá pensar que me remonto ahora a las Guerras Púnicas, pero lo cierto es que el PSOE –como su versión sindical UGT-  fue un partido prefabricado, prêt à porter de acuerdo con las medidas que establecieron los sastres de la transición, Willy Brand   incluido: orillar al PC y a CCOO, y para mandar un buen día simulando que la izquierda había, por fin, accedido al poder; sin llegar siquiera al lampedusiano que cambie todo para que no cambie nada. Siempre fue un partido sin atributos, como sus dirigentes, pero hoy esto es más evidente que nunca porque está empezando a vérselas cara a cara con su Némesis. Y en el pecado está la penitencia.
Un último dato. Tanta estadística exultante contrastaba con el poema que recitaba el rostro del flamante candidato del PSOE a la alcaldía de Madrid, el tertuliano Carmona, a la sazón también profesor universitario de disciplinas relacionadas con estadísticas y muestreos. Estaba viendo lo que nunca dirá. Hay otra foto en la cual está con idéntica expresión, afirmando que pone las dos manos en el fuego -¡ay! la ordalía del fuego- por Tomás Gómez. Los antiguos griegos llamaban a esto Ananké; Fatum los latinos. Quizás merezca el título de último socialista, en un partido sin atributos.

dilluns, 9 de febrer del 2015

EL CONFLICTO UNIVERSITARIO



Hay algo que me parece necesario resaltar de la mayoría de reacciones que ha suscitado la propuesta de reforma de los estudios universitarios realizada por el ministro del ramo. Me refiero a la no discriminación entre dos órdenes distintos de crítica que deberían abordarse por separado, y cuyo solapamiento nos desvía del que debería ser el auténtico debate sobre dicha propuesta. Estos dos órdenes son el académico, por un lado, y el económico, o su  impacto socioeconómico, por el otro. Un solapamiento que tal vez no sea tampoco inocente por parte de ninguno de los bandos en liza, pero que me parece ineludible denunciar si queremos evitar la confusión y la demagogia a la que estamos asistiendo en relación a la polémica que se ha generado sobre el tema. Como mínimo si aspiramos a entenderlo.
Porque una cosa es la pertinencia, o no, de una modificación de la estructura de las titulaciones universitarias, y  otra muy distinta el encarecimiento que dicha modificación comporte para sus usuarios. En el primer caso estamos ante un debate académico; en el segundo, ante un tema económico de impacto social innegable. Y lo que no se puede hacer, o  no se debería hacer, es pretextar la prioridad de uno de dichos órdenes con la finalidad de conseguir ciertos objetivos que caen en el dominio del otro. Y esto es precisamente lo que a mi parecer se está produciendo.
 
Publicado en Catalunyavanguardista. El artículo completo AQUÍ

diumenge, 8 de febrer del 2015

TANIA Y EL INCORREGIBLE FULANISMO DE LA IZQUIERDA



Todos sabemos lo que son los partidos bisagra. Pero el «bisagrismo» es una forma tenue, y hasta humilde, del «fulanismo». Una formación constituida por partidos que quisieran para sí ser bisagras, como Izquierda Unida, lo tiene muy mal de entrada. Para muestra un botón: nunca fue capaz de arrastrar más allá de los naufragios del PCE. Sólo, acaso, con Anguita, pero fracasó por intentar imponer, precisamente, la férula del PCE en una jaula de grillos… y por su pintoresca teoría del orilleo también, claro. Pero no nos proponemos hablar de Anguita, sino del fulanismo.

Lo que aquí entenderé por fulanismo es la una pulsión que resulta de la síntesis entre egotismo y megalomanía, tan generalizada mayormente entre la izquierda, que merece la denominación genérica de «fulanismo». Porque siendo individual, afectando al individuo, trasciende su individualidad. Vaya como anticipo que, en mi opinión, las disensiones supuestamente ideológicas, tácticas o estratégicas a que tan acostumbrados nos tiene la izquierda no son tales, por regla general, sino más bien una contraposición de egos egotizados en liza por sus respectivas propensiones megalomaníacas.

Se decía en su época que un trotskista era el verdadero partido revolucionario vanguardia de la clase obrera; que dos trotskistas eran la dirección y las bases militantes del verdadero partido revolucionario vanguardia de la clase obrera; y tres troskistas, en fin, la dirección de dicho partido revolucionario, sus bases militantes y una escisión que se constituye en el verdadero partido revolucionario bla bla bla… A eso, y que me perdonen los trotskistas por utilizarlos como ejemplo, pero no me inventé yo la broma, es a lo que le llamo fulanismo.

Pero más allá de la sopa de letras que constituyó en su momento la llamada izquierda «revolucionaria», conocida también como extrema izquierda ¿Qué fue en realidad Izquierda Unida? Pues más o menos lo mismo, una vez el PC se fue al garete. El intento de reconstruir un espacio con todas las escisiones que, en su momento, se habían ido del PC por la «izquierda» o por la «derecha». Escisiones que, en el mejor de los casos, y si no suponían un partido exclusivamente «personal» constituido a mayor enaltecimiento del purgado de turno, lo más a lo que llegaban era a un puñado de militantes. El paradigma del fulanismo político creo que le corresponde por derecho propio a la ínclita Cristina Almeida, y es justo reconocerlo así, pero hay muchos más, como Pablo Castellano –procedente del PSOE, éste, y aún en (in)activo-, o el inefable Gaspar Llamazares… Es decir, una sincrética sopa de letras alrededor de un partido fantasma del que parasitaban, pero con el “¡ojo, que aquí estoy yo!” y, sobre todo, “YO voy de tal número en las listas o me largo con mi EGO a otra parte y os voy a poner como chupa de dómine”.

Y sigue siendo así. Ayer, sin ir más lejos, los espectadores del programa “La Sexta Noche” pudimos comprobarlo gracias al penoso espectáculo que ofrecieron un Alberto Garzón agónico, y su escisión, Tania Sánchez,  en pleno paroxismo fulanista.

Lo del pobre Garzón es comprensible. Izquierda Unida es una urdimbre que, ante la expectativa de perder las poltronas –desde confortable sillón parlamentario hasta el tamburete IKEA, que de todo hay- y devenir en «cesantes», se ha convertido en una jaula de grillos. Y al hombre la cosa le sobrepasa. Lo de Tania Sánchez tiene más delito.

Entiéndaseme, lo del «tamayazo», por ejemplo, es un caso de puro y simple transfuguismo pecuniario, no de fulanismo. Lo de Tania trasciende de largo el transfuguismo y cae de lleno en el fulanismo. Porque, que se sepa, ni destaca como retorica ni se conocen discrepancias ideológicas –en el supuesto que tenga ideología- con la formación en que militaba. Sus  diferencias con ésta más bien se encuentran en el trato que recibió la cooperativa de su hermano siendo ella concejala, nunca bien esclarecidas en ninguna de sus múltiples comparecencias mediáticas, y en su afán de protagonismo frente a la dirección territorial de su Formación.

Como bazas exhibe su condición mediática de pésima tertuliana y… ¿su relación con Pablo Iglesias? Ojo, que no se trata de que ingrese en PODEMOS, no es eso lo que Tania está proponiendo, sino una pareja de siglas, las suyas y las de PODEMOS. ¿Será posible tamaña desfachatez?

Otra Tania fue una guerrillera alemana y más que probable compañera del “Ché” en Bolivia. Un personaje muy borroso y del cual Régis Debray debe saber mucho más de lo que nunca dijo. No recuerdo ahora si fue abatida en una escaramuza o si la encontraron muerta a causa de la enfermedad incurable que padecía. El caso es que sus anotaciones personales fueron de vital importancia para dar con el grupo del Ché y aniquilarlo. Una indiscreción imperdonable para alguien que se va a la guerra. ¿Estará maldito el nombre de Tania? ¿Se repetirá la historia con otras formas?
No lo sé. Pero sí sé que como PODEMOS no se sacuda el fulanismo endémico a la izquierda de encima, será nubecilla de verano. O más de lo mismo. A ver…

dijous, 5 de febrer del 2015

EL IV REICH



Me gusta tanto Alemania que, como aquel ministro polaco, preferiría que hubiese dos… o tres. Hubo en un tiempo más de una docena, y produjeron lo suyo, aportando un extraordinario impulso al acervo cultural occidental y universal. Y lo siguen haciendo, qué duda cabe. Son los Leibniz, Kant, Marx, Goethe, Schopenhauer, Novalis, Schiller, Hölderlin, Nietzsche, Kepler, Gauss, Cantor, Hilbert, Planck, Einstein… Una nómina difícilmente superable. Pero Alemania tiene también su lado oscuro, que se ha manifestado muy especialmente casi tantas veces como ha sido una unidad política. A lo mejor es que carece de las dosis de finezza que se requieren inevitablemente para poder, y sobre todo saber, ejercer de potencia hegemónica.

El más fuerte nunca lo es lo suficiente para consolidar su liderazgo frente al resto si no sabe convertir su fuerza en derecho y la obediencia a sus designios en deber. Pero no basta con eso, porque la propia afirmación anterior incluye la intrínseca necesidad de un cierto savoir faire, de una cierta cintura, vamos, con sus inevitables transacciones e interacciones contextuales, del que siempre han andado más bien escasos. Les pasó con el II Reich y no digamos con el tercero; les está empezando a pasar con el cuarto.
La verdad es que Alemania se ha estado dedicando desde 1989 a comprar todo lo que había intentado infructuosamente conquistar militarmente durante, como mínimo, los últimos 150 años (...)
 
Publicado en CATALUNYAVANGUARDISTA. el artículo completo AQUÍ

dilluns, 2 de febrer del 2015

PODEMOS Y LOS ACTOS FALLIDOS DEL FRANQUISMO PSICOLÓGICO





No voy a hablar en este post de la campaña que se ha desencadenado desde los más variopintos medios, y desde el poder al que obedecen, contra toda la cúpula de PODEMOS. No se trata, pues, de inculpar o disculpar a Pablo Iglesias ni al honrado y responsable ciudadano que le acusa de haberle pagado en negro -ignoro si la reforma del baño de su casa, fotocopias o cualquier otra chapucilla-, ni de los cobros que Monedero se embolsó al idem en sus aventuras sudamericanas, declarados, por cierto, a Hacienda -un caso más bien de exportación de talento y de retribución en divisas, a lo cual si alguien tuviera algo que objetar, deberían ser los paganos-, ni, desde luego, de la legalidad o no de un contrato universitario casi mileurista como el de Errejón, aunque no deje de ser curioso tanto celo como parece mostrar, ni más ni menos que la virginal UCM, en este caso particular.  

No, ya he dicho que no voy a hablar de esto, ni de la histriónica asimetría con que se comparan desvergonzadamente estos casos con las tarjetas black y la estafa a miles de ciudadanos perpetrada por los fulanos y fulanas de Bankia o la CAM, el caso Millet o el caso Pujol, la operación púnica, Gurthel, Bárcenas etc. De lo que sí voy a hablar es de la última acusación contra Pablo Iglesias, que se presenta como definitiva y concluyente: que su padre militó en el FRAP(!).

La «acusación» procede, inicialmente, de los medios más contumazmente montaraces, pero su difusión no. Hay una mano que mece la cuna. Y es en las valoraciones donde queda manifiestamente claro que aquí algunos siguen considerando la democracia como una solución de continuidad al franquismo, y a éste la legitimación moral y política de aquélla; su causa formal y, si me apuran, hasta su causa eficiente. Y esto demuestra que sigue habiendo un franquismo psicológico que valora con un doble rasero las posiciones que cada cual pudiera haber mantenido frente a lo que fue, sin más, una dictadura instituida por la fuerza de las armas.

El problema en relación a esto no es tanto que Franco muriera en la cama y el franquismo se reciclara hacia la hegemonización de la transición a la democracia, llevada a cabo por sus sectores más pragmáticos. No, el problema es la valoración implícita del franquismo como un régimen de legalidad desde el cual se desacredita a cuantos se opusieran a él con sus mismo medios, sólo que mucho más precarios. Y esto se nota en la pretensión de desacreditación de la supuesta ideología de Pablo Iglesias amparándose en que su padre fuera -si es que lo fue de verdad, lo cual ignoro- militante del FRAP, no por su oposición al franquismo, de la cual se jactan hoy notorios franquistas de por entonces, sino por lo de la lucha armada, claro, y por el carácter terrorista que se le atribuyó a la banda.

Un argumento, éste, muy en la línea del empleado por los milicones que condenaron a muerte Julián Grimau, no por su militancia en el PCE, según ellos, en el momento de la condena, sino por sus actos durante la guerra civil como comisario político. Es decir, como criminal de guerra, como si no fueran también criminales de guerra los que le condenaron y como si no fuera la única diferencia entre Grimau y sus jueces que uno estaba en bando de los vencidos y ellos en el de los vencedores. Porque, no lo olvidemos, hubo vencedores y vencidos.

En rigor, sólo puede hablarse de terrorismo en España a partir de la entrada en vigor de la Constitución de 1978, o, en todo caso, un par de años antes, a partir del momento en que se vislumbra que, ya con Suárez, se está caminando hacia el proceso que culminó con su promulgación. Pero hasta entonces, lo que había era una dictadura casposa y sanguinaria, que no perdió la oportunidad de morir matando hasta su último aliento -por cierto, a dos militantes del FRAP entre las últimas cinco ejecuciones apenas unas semanas antes de la muerte del dictador-, y que, muertos en la guerra civil aparte, carga sobre sus espaldas con doscientas mil penas de muerta ejecutadas «legalmente» y cuyos ejecutores han quedado en la más absoluta impunidad. "Obedecían órdenes", claro, como aquellos otros...

Igual que han quedado en la impunidad tantas otras guarradas y canalladas como se cometieron en la posguerra por parte de los vencedores, sencillamente por la simple razón de pertenecer a este bando: desde adjudicaciones fraudulentas y expropiaciones ilegales, hasta extorsiones para legalizarlas, siendo hoy los herederos de los asesinos, de los expropiadores y de los matones, todos ellos gente respetable y de respetabilísimos partidos democráticos, pero el origen de cuya opulencia se fundamenta en el botín de guerra que les ofreció la condición de miembros del bando vencedor a sus progenitores en la última guerra civil. Todo eso ha quedado también impune. Por cierto, no lo olvidemos, al único juez que le dio por abrir un sumario contra el franquismo, aun treinta años después, lo echaron de la judicatura.

Así que, qué quieren que les diga. A uno el FRAP no es que le cayera nunca especialmente bien que digamos. Y menos aun sus veleidades albanesas a la Henver Hoxa ¿pero lo de la lucha armada mientras esto era una dictadura armada? A ver si nos enteramos. Si tuviera que elegir, preferiría a cualquier miembro del FRAP que al inspector Melitón Manzanas; un caso muy a propósito y que retomaremos. Por cierto, el FRAP no esperó a la Constitución; se disolvió inmediatamente después de las elecicones de junio de 1977, las primeras celebradas en España desde febrero de 1936. Algo que, también con excesiva frecuencia, acostumbra a olvidarse.

Hasta que no entendamos que aquí la legalidad democrática comienza con la Constitución, o un par de años antes, no entenderemos que lo que hubo hasta entonces era una dictadura repugnante cuyo poder emanaba de los espadones. Pero el problema es que algunos no han hecho tabula rasa, o aunque digan que la han hecho, el subconsciente les traiciona a las primeras de cambio.

Sin ir más lejos, verbigracia: uno de los primero actos del actual Borbón fue inaugurar un monumento a los policías nacionales fallecidos en actos terroristas. Nada que objetar, todo lo contrario, excepto por la falta de tabula rasa. Porque... adivinen quién era el primero de la lista. ¿Lo han adivinado? ¿No? Pues ya se lo digo: Melitón Manzanas. Me pregunto si alguno de sus familiares o descendientes formará parte de la asociación de víctimas del terrorismo. Porque si es así, queda descalificada per se.

No. De víctimas del terrorismo y de terroristas sólo podemos hablar desde que este país es una democracia. Pero no antes. Porque antes era una dictadura. Y lo que demuestra que hijos de conspicuos franquistas -ministras peponas incluidas- critiquen la militancia política en el FRAP del padre de Iglesias, es que les traiciona el subconsciente y que bajo los Vogue y los Armani, asoma la pata de la cabra de la legión. 

Porque uno nunca ha visto a un Borbón realizar ningún homenaje a Julián Grimau. A Manzanas, en cambio, sí. ¿A qué estamos jugando? ¿Y luego se escandalizan porque Pablo Iglesias rechace ponerse en la solapa la bandera borbónica que le ofrecía Pantuflo? ¿O que en la manifestación del domingo en Madrid no hubiera ninguna rojigualda? Porque, ojo, banderas españolas sí las había, y muchas ¿o no es española la bandera republicana?

A lo mejor depende de donde cada cual pone la tabula rasa. Es decir, la fuente de la legalidad vigente. Yo la pongo con el advenimiento de la democracia. A partir de allí lo que era resistencia armada se convierte automáticamente en terrorismo. Ellos, en cambio, parece que su tabula rasa particular la sitúan en el 18 de julio de 1936. Sus propios actos fallidos les delatan.