Parece que la última encuesta
del CIS, que todavía no se ha acabado de «cocinar», apunta hacia un
irresistible crecimiento de PODEMOS, la nueva fuerza política surgida en las
últimas europeas, diríase que prácticamente de la nada. Y hasta el punto que algunos
incluso aventuran que podría ser la primera fuerza en intención de voto. Otros
la sitúan en segundo o tercer lugar, pero siempre con márgenes muy ajustados
con respecto a los dos «grandes», PP y PSOE. Un auténtico terremoto político a
nivel español.
Y tampoco a nivel catalán parece
que el antiguo «oasis», convertido hoy en lodazal, se libre del vendaval
PODEMOS. Unos la mantienen también como primera fuerza en intención de voto, se
anuncia un varapalo a CIU, incluso a ERC, y la caída al abismo del PSC y de
ICV-EUiA. Otros la sitúan como segunda fuerza, por detrás de ERC y, finalmente,
los más moderados le otorgan 16 o 17 diputados y el tercer o cuarto lugar. También
un terremoto. Y ojo al dato, todos coinciden en que también penetra con fuerza
en el País Vasco. Quizás haya que reconocerle a PODEMOS que se trata de una
fuerza genuinamente española y sin exclusiones, y eso, al menos en mi opinión,
sería una buena noticia.
Sin duda habrá que ver cómo se
elabora todo esto en las cocinas del CIS y qué plato nos sale –ojo, estamos
hablando de intención de voto-, pero parece claro que, en cualquier caso,
PODEMOS irrumpe con una fuerza inusitada en toda España, sin excepciones. Es
una formación netamente española y con un concepto de España distinto al
apergaminado sonsonete de siempre. Y esto merece algunas reflexiones.
Ideológicamente, el espectro
de PODEMOS se proyecta sobre una de las dos Españas y un sector creciente de la
tercera. No afecta al PP, cuya erosión electoral es más de tipo moral que
ideológico, y al cual no se le ha aparecido, por ahora, ninguna alternativa a
su derecha con expectativas razonables de implantarse. Está UPyD, sí, cuyos votos
en Madrid proceden más de los caladeros del PP que de los del PSOE –no así en
el País Vasco-, pero está también a la baja y creo yo que se puede dar por
amortizada o prácticamente. A quien inquieta y produce sudores fríos la
irrupción de PODEMOS es a las clásicas formaciones de izquierda, a saber, en
España, al PSOE y a IU en cualquiera de sus múltiples avatares.
También inquieta al resto en
menor medida, claro, por el colapso general del sistema, que entre la crisis
económica y la corrupción rampante, puede escorar a importantes sectores de
población hacia la izquierda. Pero no hacia el PSOE Izquierda Unida, sino hacia
PODEMOS, y con ello puede alterar el mapa político español que conocíamos desde
la transición.
A la crisis se le añade el
agotamiento de un bipartidismo cuyos protagonistas están corroídos hasta la
médula por una corrupción sistémica rampante, sin que pase día en que no salte
un nuevo escándalo. El canovismo con trajes Armani en que se resolvió la
Transición y se desarrolló la democracia española está amortizado. Y la gente
se ha empezado a hartar de que siempre le toque pagar el pato y, encima, le
tomen el pelo.
PODEMOS es el resultado del
proceso de articulación de la gente que salió a la calle o simpatizó con el
movimiento del 11-N, que también se produjo en Cataluña antes de que el
nacionalismo lo fagocitara, y recoge el desencanto de una buena parte de la ciudadanía,
castigada por la crisis y harta de una clase política mediocre y corrupta, que
ha funcionado como una casta arrogante, clientelista e incompetente. A nivel
español parece bastante claro. ¿Pero y a nivel catalán?
En Cataluña no hay mayoría
independentista, y buena parte de la población que se ha adscrito al independentismo
en los últimos años lo ha hecho más coyunturalmente que ideológicamente. El
independentismo catalán es, además, muy heterogéneo, cuando no heteróclito y, a
lo sumo, pienso que puede totalizar entre un 30 y un 35% de la población. Pero hay
un importante sector de población, no necesariamente absentista, que no está
representado por los partidos políticos catalanes en lo oncerniente a la
polémica independentismo/unionismo.
A los problemas que Cataluña
comparte con el resto de España, se le añaden hoy unos cuantos de «propios»: primero, un independentismo hegemónico
aupado desde los medios de comunicación públicos y privados subvencionados con dinero
público y que han llegado a crear una situación que, como afirma Joan Manuel
Serrat, roza la esquizofrenia; segundo,
una situación particularmente deteriorada por la pésima gestión de un gobierno que
no gobierna, si no es para privatizar, y cuyo único objetivo es desviar la
atención hacia la independencia; y
tercero, una izquierda mansa y glotona abducida por el nacionalismo y,
ahora, por el independentismo.
Como en el resto de España,
PODEMOS entra por la izquierda, y aquí rompe también la correlación de fuerzas,
es decir, con el status quo marcado por el pujolismo. Según se desprende de lo
que hasta ahora se sabe de la encuesta del CIS, PODEMOS capta una gran parte
del voto tradicional de izquierda, PSC y ICV-EUiA, así como de las CUP, pero
también de votantes de «Ciudadanos» que, más bien no nacionalistas catalanes
que nacionalistas españoles, optarían por PODEMOS ante la progresiva derechización
de esta formación y su casi conversión en una marca blanca del PP en Cataluña.
El problema de «Ciudadanos» quizás no sea tanto lo que dice como lo que no dice.
Pero lo más significativo es que PODEMOS arranca muchos votos de la abstención,
y con ello, no sólo barre a la izquierda de toda la vida, sino que transforma
el mapa político convirtiéndose en el abanderado de un sector no
independentista hasta ahora huérfano de representación política. Y esto es lo
que me parece más interesante.
Curiosamente, y con
independencia de su programa, creo que a PODEMOS pueden confluir en Cataluña
una buena parte de los sectores de población no independentistas hasta ahora no
identificados con ninguna formación política o mal representados por ellas. Y
por esto precisamente, su arco es tan amplio. Porque al menos desde el punto de
vista de la dialéctica independentismo/unionismo, puede representar a un
unionismo desacomplejado e igualmente distanciado del españolismo rancio que
traspúan ciertos sectores de Ciudadanos o el PP, como del independentismo o del
acomplejado nosesabebienqué tan
genuino del PSC.
Porque PODEMOS es
fundamentalmente, y eso nadie lo niega, una formación política española, pero
al margen de su filiación izquierdista, incorpora una concepción de España que no
es, ciertamente, aquella con la que están acostumbrados a lidiar los
independentistas catalanes. Muy probablemente más jacobina de lo que algunos
imaginan, pero a la vez integradora y conciliadora. Y ante esta concepción
alternativa de España, incluso más de un independentista sobrevenido puede
replantearse sus posiciones. Para mayor sollozo de algunos, claro… Estoy seguro
que el independentismo cargará más inmisericordemente contra PODEMOS que contra
Ciudadanos. Porque prefiere batirse con estos que con aquellos. Le aporta más
réditos.
Curiosamente, PODEMOS
incorpora una visión de Cataluña y España mucho más próxima a la que en su
momento defendió el PSUC, y que no tuvo solución de continuidad política porque
sus herederos históricos, ICV-EUiA y el PSC, se convirtieron o en unos mangantes,
en unos acomplejados, o en ambas cosas. Ahora, sus direcciones se tendrían que
ir a casa con lo puesto. Y aunque sólo fuera por ver la cara de huevo que se
les queda, ya valdría la pena. Y por que hubiera en Cataluña una izquierda no
nacionalista y a la vez no lerrouxista, también. Que buena falta hace. Otra
cosa será que PODEMOS de la talla. Eso está por ver...