No es exactamente que haya
que empezar a llamar a las cosas por su nombre, sino que, cada día que pasa, «la
cosa» se va haciendo más acreedora al nombre que merece, que siempre retuvo y
al cual nunca renunció, pero del cual públicamente abjuraba. No es el final de
un proceso de metamorfosis batracia; simplemente se están quitando unos
disfraces que ya les vienen estrechos después de tan largo carnaval.
Gregorio Luri enlaza hoy en
su blog con el de J.L. López Bulla, histórico dirigente de CCOO en Cataluña,
que interviene a propósito del linchamiento mediático al que se está sometiendo
a Joaquim Brugué, el dimisionario miembro de la comisión del referéndum del
9-N. Brugué, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad, afirmó que no se
dan las condiciones necesarias para que la consulta se celebrara con los
mínimos requisitos democráticos exigibles al caso. Al día siguiente tuvo la
«osadía» de afirmar que si viniera a Cataluña un observador, pensaría que esto es Guinea. . Eso sí, yo también me pregunto, como lo hace Jorge, cómo se ha dado
cuenta ahora este señor de todo “esto”. En fin, más vale tarde que nunca…
La verdad, ignoro si hubo
otras razones que impulsaran al Sr. Brugué a dimitir de su cargo dos días después
del nombramiento, así como ignoro también las que le impulsaron a aceptarlo dos
días antes. Claro que, ya puestos, jamás podré entender tampoco qué pinta
ICV-EUiA en todo este fregado, ni en tantos otros, pero en relación a lo que ha
afirmado, sí hay, como mínimo, dos cosas que veo suficientemente claras.
La verdad, sólo de imaginar
que, como ahora se empieza a insinuar, la consulta la organicen las monjas airadas bajo cuyas faldas se protege el “President”, aupadas por unos cuantos
alcaldes orates que no se sabe siquiera si tienen la EGB o ni “ESO”, a uno le
vienen escalofríos y dan ganas de pirarse a Pernambuco. A Madrid no sé, que
allí también las mismas habas las cuecen a calderadas. Si hay algo
equitativamente repartido en este país, es la trilogía que constituyen la
intolerancia, el fanatismo y la ignorancia. Pero, desde luego, condiciones
democráticas para la celebración de la consulta no se dan. Y quién diga que sí... mejor desconfiar de él.
Y en relación a lo de
Guinea, sólo cabe decir que la reacción que se ha desatado contra él le da la
razón: en apenas dos días, Brugué ha abandonado Twitter debido al linchamiento
mediático y amenazas recibidas a cargo de los beocios de siempre. ¡Vaya chusma!
Ellos y los que los alientan.
Brugué no es el primero, ya
les había pasado lo mismo a Manel Fuentes o a Raimon, por citar a los que se
consideraba de «la casa» y luego resultó que no… Y a tantos otros que en su
legítimo derecho a opinar, discreparon de un proyecto que no ofrece sino
adhesión incondicional o exilio. Mientras tanto, por si éramos pocos, va y se
pone a parir la abuela: el de la gorrita con semblante tristón anuncia que está
dispuesto a participar como candidato en la lista unitaria independentista. Sí,
son carlistones, cada día más… Y puede que alguna otra cosa también.
No dudo que entre los
independentistas hay gente cabal y sinceramente demócrata, conozco algunos y
puedo acreditarlo, pero lo cierto es que el movimiento está derivando hacia un integrismo
militante y fanático que, cada vez más, no sólo recuerda a los carlistas de los
que provienen, sino también a otros movimientos cuya sola mención produce si cabe más náuseas. Y ninguno de sus
líderes parece tampoco hacer nada para calmar los excesos de celo de su carne
de cañón, todo lo contrario más bien. Y eso es un dato muy inquietante.
Mi enhorabuena al Sr.
López Bulla por su escrito en apoyo a Joaquim Brugué, y a Gregorio Luri por
haberlo colgado en su siempre magnífico blog, puesto que allí lo vi. Y ahora lo
importante: ¿Dónde hay que firmar?
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