Lo decide súbitamente el
inefable capitán Renault (Claude Reins) como
argumento para cerrar el Café de Rick (Humphrey
Bogart) en Casablanca (Michael Curtiz,
1942), conminado a ello por el legado alemán con motivo de un incidente entre la
clientela del bar y un grupo de oficiales nazis. Al mismo tiempo, un encargado
del local le pasa al capitán Renault las ganancias obtenidas en la ruleta unos
minutos antes.
Como es evidente, el corrupto
policía colaboracionista francés no sólo tenía perfecto conocimiento de la
existencia de un casino clandestino en el local de Rick, sino que obtenía
substanciosos ingresos de él por el procedimiento de dejarle ganar cuando
apostaba en la ruleta trucada. Todo clandestino, pero todo en orden, y aquí paz
y allá gloria. Hasta que llegan un líder de la resistencia con su mujer y la
legación nazi; y la cosa se complica truncando tan idílico estado de cosas.
Estas cosas suelen ocurrir no
sólo en las obras de ficción, sino también en la realidad. Y como sabemos, a veces
la realidad puede superar a la ficción. Hoy sin ir más lejos, los asombros y la
estupefacción que ha generando el escándalo de CDC y la entrada de la Guardia
Civil en sus sedes recuerdan, eso sí, en forma de parodia grotesca, la genial
ocurrencia del capitán Renault cuando «descubre» que en el Rick’s Café se
practicaba el juego ilegal y procede a clausurarlo. Porque no creo que nadie en
sus cabales y con un mínimo de honestidad intelectual pueda aducir ignorancia
de lo que ha estado pasando en Cataluña a lo largo de los últimos decenios. Lo
había proclamado públicamente en el parlamento catalán Pasqual Maragall hace
ahora diez años, con su famosa frase del tres por ciento. Pero luego se
retractó. Cosa también muy suya. Y se le acalló hasta el punto que pidió
perdón.
Un lapsus o una ocurrencia,
nunca se sabe tratándose de Pasqual Maragall, pero lo cierto es que dijo lo que
todo el mundo sabía, que aquí se juega, vamos,
como el descubrimiento de Renault: que aquí la corrupción es un sistema y está
institucionalizado. Y claro, como Renault, se descubre cuando toca… o cuando
interesa. Es muy probable que haya algo más que altas dosis de oportunismo en
la escenificación de ayer, pero ¿qué se pensaban?
Algunos dirán que se trata de
un nuevo ataque a Cataluña, que corrupción la hay en todas partes sin que la Justicia
actúe con el mismo celo, y que todo viene de la conversión al independentismo
de «Mas y los Pujol». En relación a lo primero, que abunda en el cuento de siempre, es un ataque, no a
Cataluña, sino al proyecto independentista que esta pandilla de corruptos ineptos
encabezan y que, en cualquier caso, sólo se puede entender como ataque a
Cataluña desde la patrimonialización en exclusiva que ellos mismos se han
arrogado.
En cuanto a lo segundo, que la
Justicia no actúa con el mismo celo contra la corrupción en otras partes de
España ignoro de veras si lo harán de más mala gana y con mayor renuencia en otros sitios que aquí. Pero
todavía no he visto a Millet o a ningún Pujol esposados y cabeceados por un
agente mientras se les introduce en el coche policial, como sí he visto a Rato,
que tampoco es un don nadie, y menos aún en el mester de corruptelas. De acuerdo,
dejemos de lado la evidente intencionalidad efectivista de la instantánea del nuevo Don Rodrigo. Aun
así, entre los imputados y detenidos por las más variadas tramas corruptas a lo
largo de la geografía española -púnicas, gürthels, etc-, se me antoja que no
son precisamente pocos. Y sí, puede que no estén todos los que son, aunque sí
que lo son todos los que están. Pero es que esto también pasa aquí.
Y con respecto a lo tercero,
que todo esto es un complot estatal contra el proyecto independentista, pues
qué quieren que les diga. Puede. A lo mejor es que la propuesta independentista
ha truncado el idílico estado de corrupción tácitamente consensuado del cada
cual a lo suyo, como la llegada del fugitivo y de los nazis que iban tras él a
Casablanca, dio al traste con la placidez existencial en que vivía el capitán
Renault. Pero, entonces, una vez más, ¿qué se pensaban? Porque si no se imaginaban que les iban a airear la ropa sucia, entonces sería que además de corruptos, son imbéciles.
Lo que sí está claro es que hasta ahora no se ha detenido a nadie por ser independentista, sino por chorizo. Tal vez alguien debería haberle explicado a Mas la triste historia del irlandés Parnell. Con tanto y tan bien pagado asesor, es extraño que no la haya tenido en cuenta. O sí, y por eso se ha escondido detrás de la calva de Romeva y debajo de las faldas de Forcades y Canals. Y no digo de la barriga de Junqueras porque, cosas del destino, las pesquisas realizadas ayer por la Guardia Civil responden a una denuncia realizada hace dos años, ni más ni menos que por ERC, partido que participa en la misma candidatura que Mas y cuyo máximo dirigente va de número cinco, justo por detrás suyo. ¿Qué dirá ahora Junqueras? ¿O qué pensará?
Lo que sí está claro es que hasta ahora no se ha detenido a nadie por ser independentista, sino por chorizo. Tal vez alguien debería haberle explicado a Mas la triste historia del irlandés Parnell. Con tanto y tan bien pagado asesor, es extraño que no la haya tenido en cuenta. O sí, y por eso se ha escondido detrás de la calva de Romeva y debajo de las faldas de Forcades y Canals. Y no digo de la barriga de Junqueras porque, cosas del destino, las pesquisas realizadas ayer por la Guardia Civil responden a una denuncia realizada hace dos años, ni más ni menos que por ERC, partido que participa en la misma candidatura que Mas y cuyo máximo dirigente va de número cinco, justo por detrás suyo. ¿Qué dirá ahora Junqueras? ¿O qué pensará?
Lo que dice lo sabemos. Lo que
piensa, no. Pero lo podemos intuir: si no hubiera cedido a las presiones de Mas
para integrase en la lista «Junts pel 3%»,
ahora mismo tendría el sorpasso asegurado.
Y el toque de humor a todo
este guirigay lo ha dado el candidato Romeva, cuya vis comica nos hace pensar que la escena humorística ha perdido un
talento de primer orden. Romeva, de nombre Raül, va, como es sabido, de número
uno en la lista de Mas, pero no para presidente, que será Mas, sino para no se
sabe bien qué, aparte de para hacer el payaso. Será para lo que le hayan
prometido a cambio. A saber, quizás le han ofrecido la presidencia de la futura
delegación catalana en la UE –hombre de amplia experiencia europea como es- o
de procónsul en la ONU… lo que sea; el caso es que está «allí» para recibir en
su culo las patadas a Mas. Y eso, claro, tiene un precio, solo que ahora, y a
la vista de la que está cayendo, puede que el futuro inmediato acabe frustrando
sus expectativas a largo plazo y tenga que volver a ICV, o a donde sea, seguro
que esto es para un trepa como él lo de menos.
Pues bien, el candidato Romeva
nos ha obsequiado con una perla antológica. Exige el tribuno que se
expliquen las razones que han motivado esta investigación, y a continuación
asegura que cuando gane su lista las elecciones, lo primero será cortar la
corrupción de cuajo. En cuanto a las razones, no especifica si se refiere a las
políticas o a las judiciales. En esto demuestra ser muy sagaz, un auténtico
animal político, pues entiende que puede haber motivaciones extrajudiciales.
Por lo que no se pregunta es por la veracidad de los cargos que se le imputan
al partido mayoritario en su lista y cuyo presidenciable va de número cuatro y
es también el presidente de dicho partido. Y es extraño que no se pregunte por
ello, porque lo tiene muy fácil, basta con que se lo pregunte al número cinco
de la lista, a la sazón presidente de ERC, el partido que realizó la denuncia.
En fin, todo indica que, al menos aparentemente, el candidato Romeva todavía no
se ha enterado de que «aquí se juega».
A lo mejor lo descubre un día
de estos y luego nos viene a todos con la revelación de la buena nueva: «he
descubierto que allí se juega».