A comulgar con
ruedas de molino ya estamos acostumbrados en este país. Pero para uno, que no
es que sea excesivamente devoto, lo de comunión diaria ya se le empieza a
atragantar. La última, la del presidente del Tribunal Constitucional . Resulta que en España tenemos una Constitución que, entre sus muchos artículos, el 127 prohíbe a jueces y magistrados militar en partidos
políticos. Será una tontería, o al menos a mí me lo parece, pero es así: dura lex sed lex. Y así es para todos y
en cada uno de sus artículos. Nos guste o no, es lo que hay. Y suerte que hay
algo.
Pues nada, que el
flamante presidente del TC resulta que ha estado
cotizando como militante del PP siendo magistrado. Y lo gracioso de caso
es que va el que ha de velar por la salud legal del país y, como si nada, afirma que él si puede, que su situación es legal. Gracias por la aclaración, pero se olvidaron un párrafo enterito, el que está en punto 4, referente a estatuto personal de los miembros del TC. A ver, la verdad es que a
veces ya no sabes si te toman por tonto o si te están tomando el pelo, que no
es exactamente lo mismo.
En el primer caso,
que te tomen por tonto, implica la consideración por la otra parte de que eres corto de entendederas y tragarás con lo que te diga la autoridad. Te lo creerás, vamos. ¿Certeza
extrínseca? ¿Argumentum auctoritas?
El ejemplo más claro sería el monopolio de la interpretación de la Biblia por
parte de la Iglesia. Se dice que tal versículo significa esto y punto. Y el
resto a tragar porque no saben leer y su eminencia es quien entiende sobre
esto. O también aquel viejo chiste en el que se encuentran dos amigos y uno le
dice al otro “¿pero como estás vivo? Me
dijeron que te habías muerto”, a lo que responde el interpelado “Pues ya ves, estoy bien vivo”. “Pues no sé, no sé… el que me lo dijo es más
de fiar que tú”. Pues eso, vaya ¿qué es más de fiar, lo que diga la Constitución
o lo que dice el presidente del tribunal que ha de velar por su cumplimiento? Y
no nos engañemos, para eso no hacen falta exegetas, si acaso sobra lo
que queda quitándole el “ex”.
En el segundo
supuesto, que te estén tomando el pelo, la cosa es más grave. Ambos lados saben
que se estamos ante una mascarada. Uno me está colando una mentira, yo sé que
es una mentira y el que me la cuela sabe perfectamente que yo sé que es una mentira.
Pero me he de aguantar. Ajo y agua, así sin más.
Vamos a ver si nos
aclaramos. Resulta que el diario “El País” publica hoy que el actual presidente del TC cotiza hasta el 2011 –que se sepa- como militante del PP, y que la
Constitución española prohibe explícitamente a los jueces y magistrados militar
en partidos políticos. Luego, resulta que el propio aludido afirma que sí que
puede, y se basa el la Ley Orgánica del Tribunal Constitucional, artículo 19,
que sólo les impide tener cargos en partidos a los miembros del TC. Así que no
dimite, que él es legal. Claro que se “olvida” de una coletilla que está en la
misma ley y artículo a que alude “En lo demás, los miembros del Tribunal Constitucional tendrán las incompatibilidades propias del resto de miembros del poder judicial” Con lo cual retornamos al
artículo 127 de la Constitución, quod
erat demonstrandum. Así que ¿a quién
pretenden engañar?
Hay algo particularmente grave en
todo este caso. Muy grave. Más allá incluso de la indignidad que traspúa, la
vergüenza que vomita y la repugnancia que produce… y es la legitimidad de un TC
que próximamente se puede ver en la tesitura de tener que adoptar decisiones de
gran trascendencia para el futuro de España. ¿Tan inconscientes son que no lo ven? ¿O acaso les da igual? ¿Tontos, tunos o ambas cosas?
¿Con qué legitimidad dirá este
presidente del TC y los que le auparon que el presidente + de la Comunidad - va contra la Constitución o
que esta u otra consulta convocada por aquél sobre lo que se quiera, también?
¿Con la de alguien que ha mentido o que se salta la ley a la torera? No. Nos estamos jugando el Estado de Derecho,
y en esto bromas, las justas. O dimite o aquí valdrá todo inevitablemente. No porque lo diga yo, sino porque, contra lo que
algunos infelices piensan, antes que la Constitución no hay nada, sólo la
barbarie. Y la zorra no puede ser la encargada de vigilar el gallinero... ¿o ya estamos en la barbarie?
No creo que lo estemos todavía, así que a dimitir.
No creo que lo estemos todavía, así que a dimitir.