dijous, 31 de juliol del 2014

COSAS DE HERMANOS, COSA DE HERENCIAS






 

                         
 

CDC y ERC son hermanos biológicos. Ambos hijos de Jordi Pujol y de su proyecto. El primero es el hijo legítimo, criado y educado para ser l’hereu; el segundo es el hijo natural, amamantado por una nodriza puesta por el padre, fuera del entorno familiar, acaso en algún piso alquilado y suficientemente alejado de la hacienda familiar, pero vigilado a distancia.

Como en las antiguas masies rurales, donde del segundo hijo para abajo dormían en los establos con el bestiar –la casa pairal estaba reservada al heredero y su familia- al hijo natural se le educó con otros designios, a saber, ejercer de comparsa y avanzadilla de combate del hermano primogénito, legítimo representante de la casa. Pero ¡ay los inescrutables designios del destino! Hoy el primogénito se encuentra aquejado de dolencias terminales, mientras que el hijo bastardo goza de buena salud y reclama su derecho a heredar la hacienda familiar que el heredero no sabe defender. Pero no se olvida de quién es su padre, aunque ahora esté en horas bajas. O quizás precisamente por eso, porque si el patrimonio económico está claro para quién ha sido, la herencia del patrimonio político sigue en juego. Y aquí, de lo uno se sigue lo otro.

Como Felipe II respecto a Don Juan de Austria, el primogénito CDC sintió en más de una ocasión celos y antipatía hacia su hermanastro ERC, y trató en ocasiones de eclipsarlo y hasta puede que de hundirlo. Tampoco tenía que esforzarse mucho; de natural exaltado y dado a la delicuescencia, sus réditos iban siempre a parar al heredero. Además, a diferencia de los hermanísimos Habsburgo, aquí estaba el padre velando por su prole, y adjudicándole a cada cual el papel que le correspondía de acuerdo con sus designios. Al hijo legítimo, gobernar y enriquecerse; al bastardo, batirse el cobre día a día para aportar a la casa el sustento ideológico que el proyecto necesitaba, del cual se le retornaban sólo migajas. En función de su papel, a uno le tocaba ser comedido y centrado; al otro agitador de conciencias y maximalista. Pero algo se torció y el primogénito se tornó un inútil que, como en la dialéctica del amo y el esclavo hegeliana, acabó dependiendo para todo de su siervo, que vio así como llegaba su oportunidad.
Sin Jordi Pujol, ERC no sería hoy lo que es ni estaría donde está: a punto de heredar la hacienda familiar aun siendo un bastardo. El problema es que ni esto estaba previsto, ni el hijo natural había sido educado para tal fin. Y la muerte política del padre llega en un momento delicado para ambos hermanos, a la greña por la herencia. ¿Y ahora qué? ¿Acabará el heredero legítimo viviendo de realquilado en su propia casa? Pues, ciertamente, no lo sé, pero puede que ni eso
 
 


dimecres, 30 de juliol del 2014

¿COSAS DE «FAMILIA»?



Lo más sorprendente de las declaraciones ayer de Mas, en las cuales anunciaba la renuncia de Pujol a los cargos y prebendas derivados de su condición de ex presidente de la Generalitat, no fue que le reconociera como a su padre político, ni los pésimos pretextos que adujo para evitar condenarle, impropios de un cargo público como el suyo, sino su afirmación de que, en relación los hechos autoconfesados por el propio Pujol, ni tenía conocimiento de ellos ni le interesan.

En lo que refiere a la veracidad sobre su afirmación, según la cual alguien tan ligado al clan Pujol a lo largo de decenios desconociera por completo tales desmanes es, cuando menos, como para ponerla en duda, pero en cualquier caso, o deja a Mas como a un incompetente o como a un embustero. No, lo peor es la segunda parte: no leinteresa el tema.

Y ahí sí que es para ponerle a cualquiera los pelos de punta, por no decir que produce irreprimibles vómitos ¿Es esa la conciencia ciudadana que inspira la acción del Sr. Mas como máxima autoridad de la Generalitat de Cataluña? ¿No le interesa el tema? ¿Qué hemos de inferir los ciudadanos de a pie sobre lo que hubiera ocurrido con este megalatrocinio en el hipotético caso de que ahora mismo Cataluña fuera un país independiente?

Por su parte, ERC tampoco parece que añada la más mínima acción a su vocerío crítico, ya que rechaza que el Parlamento catalán cree una comisión de investigación sobre «los Pujol» y deja, al parecer, la cosa estrictamente en manos de la justicia española (!)
¡Vaya viaje nos espera con tales alforjas!

dilluns, 28 de juliol del 2014

OTRA BUENA NOTICIA...

Aquí la pueden leer: Los expertos de Mas dicen que la secesión unilateral costaría 5.000 millones al mes

 ...Pero eso sí, sólo durante unos mesecillos de nada, durante los cuales se les puede recortar el sueldo a los funcionarios -¿De qué Estado, pregunto?- y a los pensionistas -¿De qué tesorería, sigo preguntando?-.

Definitivamente, estos paniaguados son tan imbéciles que se han pensado que todo el resto también lo somos. Y en un 25% de la población tienen razón. Pero eso no es España, es Cataluña, ándense con cuidado, no fuera a ser que... se hayan equivocado de país.

DE FÁBULAS Y DE GARRULOS (CON PERDÓN)



Le pidió el escorpión a la rana que le transportara al otro lado del río. “No” le respondió la rana “Que tú picas con tu aguijón y matas; y en medio del río, llevándote encima, no me podré defender”

No seas tonta”, argumentó el alacrán “¿Cómo iba a barrenar mi propio barco? Si te aguijoneo y te mato, yo me ahogaría en el río ¿no lo ves?

A la rana el argumento se le antojó racionalmente impecable –como al pavo inductivista de Russell-, así que accedió a transportar al escorpión a través del río. Más o menos a la mitad del recorrido, la rana notó en su lomo un pinchazo mortal. Le quedaban dos o tres segundos de vida.

“Estúpido” le espetó al alacrán “¿No ves que tú también te vas a ahogar? No sobrevivirás a lo que queda de río”.

“Es que no puedo más, es mi naturaleza”.  

Moraleja… Quien con garrulos viaja, acaba como ellos.

(Cualquier parecido con la realidad catalana actual es pura coincidencia)

Pero como decimos en catalán “qui sigui frare, que en prengui candela”


dissabte, 26 de juliol del 2014

LA RENTABLE FRIVOLIDAD DEL MESIANISMO O LA RAZÓN ASALTADA



Para Hegel, la existencia de un individuo se proyectaba a través de tres ámbitos, el singular, el particular y el universal. El singular era el más inmediato, allí donde se es lo que es por uno mismo. Son los círculos familiares y de más cercanas amistades que, por decirlo así, no están mediatizadas sino por lo que uno es de forma «natural».

El de lo particular abarca la proyección del individuo en tanto que ser social y, aproximadamente, diríamos que se proyecta en su actividad laboral y/o profesional, donde uno es lo que es en tanto que su significación viene dada por su actividad. Se es lo que se es en tanto que se es minero, labriego o abogado, y su consideración y sus relaciones emanan de ahí.

El tercer ámbito es el del universal. Hoy podríamos denominarlo el imperio del Derecho o de la Ley. Es la esfera del ámbito de lo ético que, para Hegel, es el Estado. En rigor, el individuo es allí su número de DNI, con independencia de lo que sea en otros ámbitos; o sea, ciudadano. Y ello no por ninguna ocurrencia teórica, sino porque la noción de ciudadano es inseparable de la propia noción del ámbito de lo universal, que como sabemos, era para Hegel el Estado en tanto que la concreción de lo ético en su máxima realización, el Derecho.

Aunque para muchos Hegel pueda ser considerado una de las cabezas de la hidra nacionalista, y que lo que hizo en realidad fue porfiar para legitimar al nacionalismo prusiano/alemán maquillándolo con tintes ilustrados, lo cierto es que el planteamiento anterior encaja muy mal en los esquemas nacionalistas, muy especialmente en los que, en función de su recorrido histórico, son de extracción romántica. Más aún en los identitarios; como en ambos casos lo fue el alemán. Y como lo es el catalán. Porque entonces la nación política no es la forma de organizarse de la ciudadanía frente al Ancien Régime, sino su continuidad bajo la forma de concreción histórica del Volkgeist eterno que se proyecta en el tiempo como espíritu de esta nación o pueblo. Entiéndase, en esta última referencia, el término «nación» en su acepción medieval y preilustrada.

Hay nacionalismos que, en virtud de sus propios avatares históricos, no han recorrido el camino que lleva a la esfera del universal, eso es, a la noción de Derecho y de Estado como encarnación de lo universal. Porque ahí lo indentitario no sólo está de más, sino que es incompatible con la propia esfera de lo universal. La ausencia de esta concepción de lo universal se resuelve entonces solapándose con la superposición de las otras dos esferas, la de lo singular y la de lo particular, que ocupan, en el constructo teórico, el lugar de los esquemas conceptuales que se corresponden a lo universal. Éste es precisamente el caso del nacionalismo catalán, el solapamiento de lo singular y de lo particular en lo universal, con su consiguiente impostación, sin solución de continuidad.

Se podrá decir que lo de Jordi Pujol y su confesión pública pasa en todas partes. Y es posible que así sea. Pero los condicionamientos contextuales son, en cualquier caso, cualitativamente distintos. Por un lado, porque se trata, al menos desde la perspectiva de los propios nacionalistas, de un proyecto en construcción, y contingencias como esta, en lo simbólico, no sólo dañan irreversiblemente la credibilidad del proyecto, sino, y sobre todo, porque es también, una expresión clarísima de la actitud que deriva de los esquemas mentales, políticos y éticos, de los que se nutre el proyecto.

Alguien pensará seguramente que esto es hacer leña del árbol caído. Pero la realidad es otra: es algo inherente al espíritu que anima el proyecto y que se corresponde con su praxis política habitual a lo largo de los últimos treinta años. Es la idea de una autoconstituida élite que se considera con derecho a ejercer de tal, de acuerdo con sus intereses particulares –lo de particular en sentido hegeliano- e inspirado en su singularidad –también en sentido hegeliano.

En este sentido, el reconocimiento de la culpa mediante autoconfesión es una farsa forzada por un contexto que viene determinado por un marco jurídico que, ahí sí tienen razón, no es el suyo porque les pone trabas a sus intereses particulares y vocacionales de clase dirigente local. En otras palabras, se quiere construir un estado sin sentido de estado, sino simplemente a imagen y semejanza de su singularidad y de su particularidad.

Toda la praxis política del nacionalismo en Cataluña a lo largo de los últimos decenios ha consistido en construir el marco propicio para este proyecto, utilizando como coartadas los agravios que, independientemente de su fundamento, contribuyeran a la construcción de un clima favorable a su proyecto. Un proyecto al que le son inherentes ciertas prácticas como el clientelismo y el nepotismo, que se han diluido como una mancha negra en toda la Administración catalana hasta llegar a formar parte constitutiva de su propio acervo.

No es pues un accidente, sino una determinada manera de hacer acorde a una forma de concebir la realidad: el pesebre que en su día se le llamó oasis y que hoy se muestra más bien como una charca amarillenta.

Esta ha sido también, consecuentemente, la manera de hacer de la Administración catalana allí donde ha tenido la capacidad para moldear la realidad a su imagen y semejanza, la aversión por lo público y su aprovechamiento con fines particulares. No podemos, en rigor, sorprendernos de lo que ahora ocurre.
En «El asalto a la Razón» Lukács nos hablaba del rey de Prusia, Federico Guillermo, que abolió la constitución argumentando que “Entre el Soberano y el pueblo, no ha de haber ningún papel escrito”. Claro, porque lo escrito prescribe y proscribe, obliga. Esto es, ni más ni menos, lo que está ocurriendo en Cataluña. Mucho papel testimonial, eso sí, para salvar las apariencias, pero cada vez con menos contenido y dando barra libre a la arbitrariedad. En definitiva, un concepto anti ilustrado de sociedad, más vulgarmente conocido hoy en día como «bananero». Eso es lo que hay.

ISRAEL Y LA IZQUIERDA ORATE




A la izquierda con Israel le pasa lo mismo que a la derecha con Rusia, que no pueden con ella, mande quien mande allí, a menos que sea un político títere de trastienda, como lo fue Yeltsin. La izquierda con respecto a Israel, por su parte, tampoco transige con correligionarios, y su equivalente a político de trastienda a lo Yeltsin sería un inexistente masoquismo, patológicamente pusilánime, con propensiones compulsivas hacia la autodestrucción; algo que no parece que la ciudadanía israelí contemple hoy por hoy, ni aunque fuera para darle gusto a la izquierda.

Se puede entender que desde la construcción del discurso mediático de la derecha neoliberal interese seguir manteniendo cierto colorido bolchevique en Putin, de cara a la propia galería, aunque sólo fuera para amortizar la inversión en propaganda de cuarenta años de guerra fría, por más que Putin y su sistema político sean tan de derechas como el que más, y que el conflicto sea de hegemonía imperial, no de clase. Pero no se puede entender que la izquierda caiga en lo mismo, porque es de suponer que no se corresponde con su discurso, sino que es un simple tropismo heredado de los aspectos geopolíticos de la guerra fría, y no precisamente de la lucha de clases, que digamos.

Me estoy refiriendo, claro, a la izquierda realmente existente, es decir, la izquierda étnica y culturalista, ésa que tiró a un pozo la maleta con los apuntes de la izquierda de clase, y ahora se maravilla ante rituales supuestamente precolombinos análogos a las misas cristianas que denosta, o a cuyo combativo feminismo radical y de cuota se le caen las bragas al suelo ante cualquier dictadorzuelo con aires de macho alfa en estado de naturaleza, si odia a Israel, claro, y aunque que fomente la clitoridectomía, bajo el eufemismo de que tales mutilaciones pertenecen ancestralmente al acervo cultural de su pueblo.

Qué pecado cometió Occidente para merecer esta izquierda es algo que ignoro, pero intuyo que sólo se puede entender como némesis de una derecha que, siempre que ha podido, ha destacado por su mezquindad.

Para la izquierda y el buenismo, Israel no tiene derecho a existir, y por eso, precisamente por eso, no tiene derecho a quejarse de las agresiones de que es objeto ni, mucho menos aún, reaccionar contra ellas, porque constitutiva e históricamente, su pecado original le deslegitima frente a todo lo que no sea la pura y simple pusilanimidad ante unos «héroes» que se dedican a bombardearlos con misiles o a ametrallar a los niños que van en sus autobuses escolares. Para unos, todo vale, para los otros, nada.

Que el estado de Israel sea lo único parecido a una democracia en aquella región no parece que tenga demasiada importancia para esta izquierda, como tampoco que la mayoría de regímenes vecinos sean regímenes teocráticos, en muchos de los cuales pervive y goza de buena salud la esclavitud como régimen moral. No, nada de eso parece preocupar a los entusiastas militantes de la izquierda boba. Contumaces y «contumazas» ellos y ellas, el, la, lo...

Pero lo peor de todo es el repugnante tratamiento informativo con que los medios de comunicación se ceban en el tema, sectario y partidista, a base de retazos lacrimógenos e informaciones sesgadas, en una bazofia informativa generalizada en la cual coinciden plenamente, qué curioso, desde TVE hasta TV3, donde hay un bueno muy bueno, los palestinos, y unos criminales de guerra execrables, los israelíes.

A ver si nos enteramos de una vez. Lo que es un crimen es la guerra, una vez dentro de la cual, la lógica es otra que fuera de ella. Quien no entienda esto no ha entendido nada. Y de lo que se trata en una guerra es de ganarla, porque de lo contrario se pierde; no hay opción. Cuando los costes que puede suponer ganarla se ven superiores a los beneficios que la victoria comportaría, se negocia. Igualmente desde el otro bando cuando, desde una posición de debilidad, pero no de postración, se puede negociar la minimización de la derrota a partir de la disposición en que la premisa anterior ha situado al que está en una posición más favorable.

La lógica de la guerra es ésta, dejémonos de monsergas timoratas: lo que se persigue es el aniquilamiento del enemigo, y si alguien ha de morir, es el enemigo. No hay guerras limpias ni humanitarias porque la guerra es sucia por definición. Quien sostenga lo contrario es, simple y llanamente, un cretino.

Lo de «crímenes» y «criminales» de guerra, en cambio, es otra cosa. En principio, diríase que estamos incurriendo en una definición tautológica de dicho concepto, pues se aplica y se define sobre sí mismo. Pero, aun así, tiene sentido aplicado a ciertos ámbitos incluso dentro de la propia lógica de la guerra. Lamentablemente, el pacatismo timorato propio del buenismo ha conseguido desgastar tanto el concepto de «criminal» de guerra que, hoy en día, no distingue en qué ámbitos, dentro de la lógica de la guerra, se puede hablar de crímenes y criminales de guerra. Con el concepto de criminal de guerra ha ocurrido algo similar que con el de «facha» o «fascista». Estamos tan acostumbrados a utilizarlo contra cualquiera que nos lleve la contraria -Rajoy es facha, no lo olviden Vds.- que al final no sabremos distinguir al auténtico fascismo cuando lo tengamos delante de las narices. Y eso sí es peligroso. Muy peligroso.

Como decía Kant, una república de diablos también tendría sus leyes. Y lo más sensato es pensar que, aunque ciertamente bajo otros parámetros, dichas leyes no se distinguirían demasiado, en lo formal, de las que adoptaría una república de ángeles. Como mínimo en la medida que ambas comunidades se dotarían de normas que regularan sus respectivos funcionamientos. Es difícil, por ejemplo, concebir un mandato legal que, al contrario que el del quinto mandamiento -«no matarás»-, ordenara, por ejemplo, «matarás». Simplemente porque para eso no harían falta leyes, ya que, en función de su propio concepto, las leyes están pensadas para la pervivencia de un determinado orden de cosas, no para su destrucción.

Pues bien, la lógica de la guerra no encaja ni con la república de diablos ni con la de ángeles, fundamentalmente en función de que en ambos casos, lo que se pretende evitar es el conflicto interno, mientras que en la guerra lo que se pretende es la resolución de un conflicto externo (con independencia, aclaro, de que se sea agresor o agredido). Es decir, la lógica de la guerra se implantaría automáticamente tan pronto la república de los diablos y la de los ángeles entraran en guerra una contra la otra.

Para poder hablar de crímenes y criminales de guerra en una situación, la guerra, que de por sí es la institucionalización del crimen, hemos de reparar en un concepto hoy en día en desuso, debido precisamente a la generalización chabacana que de él ha hecho el buenismo. Este concepto es el de «crueldad innecesaria».

De entrada, podría parecer un contra concepto, y en realidad lo es. Sólo que su dominio no viene dado por referencia al primer término, la crueldad, que se supone constitutiva de una situación de guerra, sino por su condición de necesaria o no necesaria, en su sentido de evitable, siempre de acuerdo a la lógica de la guerra. Tal vez, pues, podríamos decir que en la guerra todos son criminales, pero algunos, además, son criminales de guerra. Porque en el crimen de guerra es la fría crueldad del que sabe que está cometiendo un acto inútil para el resultado del conflicto y, aun así, lo lleva a cabo. Se requiere sin duda ser un psicópata. El caso más famoso de crímenes de guerra es, evidentemente, el genocidio llevado a cabo por los nazis con los judíos. Pero no es el único, ni mucho menos.

La pregunta frente a los que acusan ahora a Israel de crímenes de guerra sería la siguiente, y no me contesten que cualquier acto de guerra es un crimen, porque esto ya lo sabemos ¿Qué crímenes de guerra ha cometido Israel en la reciente ofensiva sobre Gaza? Es decir ¿Qué actos de crueldad innecesaria que no influyan en el desarrollo del conflicto?

Y la contra pregunta: ¿Es un crimen de guerra utilizar escudos humanos civiles para proteger a los militares, o situar fuerzas militares en espacios como hospitales para desde allí hacer la guerra?
Con franqueza, negarle a alguien, como se le niega a Israel, el derecho a defenderse, es negarle el derecho a la existencia. Sin más.

divendres, 25 de juliol del 2014

QUOUSQUE TANDEM ABUTERE, PUJOL, PATIENTIA NOSTRA?


Jordi Pujol reconoce que ha ocultado durante treinta años dinero en el extranjero. Se sobreentiende,claro, que eso de "en el extranjero" no es una cuenta en Albacete. Lo publica hoy "El País". ¿Pero no habíamos quedado que eran difamaciones destinadas a atacar su honorabilidad y la de Cataluña? ¿Y en todo lo demás sí le hemos de creer? ¿Por qué habrá confesado ahora? ¿Estaban tal vez a punto de pillarle?
 
Lo más gracioso es la justificación que da. Vamos, que ni cotolengo. Porque si, como dice, han sido 30 años y lo regularizó todo hace unos días, esos 30 años han coincidido con su cargo de presidente de la Generalitat, así que de peligros timoratos, rien du tout! Muy apurado debe haberse visto. Algo huele a podrido en la Administración catalana, y está muy claro qué.

La noticia AQUÍ

dilluns, 21 de juliol del 2014

¿CÓMO ES POSIBLE HACER EL RIDÍCULO TODAVÍA "MAS"?



¿Se acuerdan ustedes de "Merrie Melodies" y su inefable cantinela "Fantasías animadas de ayer y hoy PRESENTAN..." Los de cierta edad seguro que sí que se acordarán. Pues bien, esta es la sensación que he tenido esta mañana cuando he leído la noticia, que estamos instalados en un show caricaturesco organizado y dirigido por caricatos Sólo un comentario previo. Como docente, puedo asegurarles que la materia de "Francés" ha sido ninguneada, menospreciada y objeto de todo tipo de inquinas, por parte de las autoridades educativas catalanas durante, al menos, los últimos 25 años. Y ello por igual tanto en lo que refiere a la asignatura como a los docentes de esta especialidad, profesionalmente vejados y que han visto como se les estaba diciendo "que sobraban". No les entretengo más, lean la noticia y juzguen ustedes mismos AQUÍ.

diumenge, 20 de juliol del 2014

UCRANIA O LA TENTACIÓN DEL PRETEXTO

                                         EL ACORAZADO USS MAINE ENTRANDO EN EL PUERTO DE LA HABANA (25-01-1898)





Vamos a dar por bueno que sí, que han sido los rebeldes prorrusos de Ucrania los autores del lanzamiento del misil Buk que abatió el avión comercial de las líneas aéreas malasias y del consiguiente asesinato de más de 250 personas.

Vamos a darlo por bueno, ya digo, no porque la palabra de Obama asegurando que han sido los malos valga más que la de Bush y sus imaginadas armas de destrucción masiva iraquíes, ni tampoco porque confiemos en su buena fe y sepamos que si hubieran sido sus amiguetes se guardaría mucho de acusarles y seguiría diciendo lo mismo que dice, o sea, lo único que puede decir: que han sido los otros.

No, nada de eso. Vamos a dar por buena la versión de Obama, porque, a falta de otras  versiones, es la más verosímil y demuestra estar muy bien informado. Verbigracia: Obama ha asegurado que han sido los prorrusos porque han localizado la zona de lanzamiento de misil en los territorios controlados por éstos. Además, ha añadido Obama, ya se estaba al corriente de la alta capacidad antiaérea de los prorrusos, asesorados y apoyados por Putin, claro, y de los previos derribos de varios aviones y hellicópteros militares ucranianos. Todo esto lo sabía Obama, que, además, conoce a la perfección el número de lanzaderas de misiles Buk de que dispone el ejército ucraniano y le consta que no echan ninguna en falta. Además, no lo dice pero lo insinúa claramente, los ucranianos no harían algo así sin su permiso, y él nunca daría permiso para derribar un avión comercial.

Por todo esto, y otras cosas que sin duda se guarda para sí, Obama acusa a los rebeldes prorrusos del derribo del avión comercial y de los casi tres centenares de asesinados, y a Putin de estar detrás de ellos. Sin su asesoramiento, los cenutrios prorrusos confundirían la lanzadera con un lavavajillas.

Pero entonces, si damos por  buena la versión de Obama, la gran pregunta es cómo es posible que a nadie se le ocurriera, ni tan sólo recomendara, el cierre de los corredores aéreos que cruzan una zona de guerra en la cual, como mínimo uno de los contendientes tiene tales capacidades operativas antiaéreas. Chocante ¿No? Vamos, que o son unos incompetentes o unos cínicos.

Por temas mucho menores a lo que está ocurriendo ahora mismo en Ucrania, los gobiernos occidentales han desplegado toda su parafernalia propagandística recomendando a sus ciudadanos no viajar a determinados países, y se ha procedido a cerrar los corredores aéreos a la aviación comercial, incluso en casos en que la guerra era a machetazos. ¿Por qué ahora no se hizo así? Ellos mismos han reconocido que disponían de suficiente y aventajada información...

Otra cosa es también pensar en qué diría Occidente si hubieran sido los ucranianos. ¿Iban quizás los americanos a reconocer que se equivocaron fomentando la más abierta subversión para derrocar a un gobierno democráticamente elegido -e igual de corrupto que los anteriores y los posteriores- y entronizar luego a sus propias marionetas que ahora les hubieran salido ranas pensándose que se trataba de un avión ruso en lugar de malasio-neerlandés? Si hubiera sido el ejército ucraniano el autor del disparo y un avión comercial ruso el abatido ¿qué estarían evacuando ahora mismo la prensa y las televisiones occidentales?

La verdad, no es que uno se crea muy listo, más bien al revés, pero precisamente porque se la han dado ya tantas veces con queso, la desconfianza como método puede que sea ya como un tropismo. Y algo huele muy mal aquí. Tanto que uno ya empieza a ver ciertos fantasmas marca de la casa... blanca: el USS Maine, el Lusitania, la chatarra pírricamente hundida por los japoneses en Pearl Harbor... 

Y siempre la misma pregunta: CUI PRODEST.

dissabte, 19 de juliol del 2014

INSTANTÁNEAS ESTIVALES (19-07-2014)






El gran problema del nacionalismo español consiste en su discontinuidad histórica. Empezó siendo de inspiración francesa, reivindicando la nación política frente absolutistas, legitimistas, carlistas, clérigos y caciques locales, hasta que entre todos éstos le robaron el nombre y se lo quedaron para sí. Y como no sabían qué hacer, miraron hacia Alemania, cuyo Volkgeist impostaron en forma de unidad de destino en lo universal, en una apaño acorde a su naturaleza intrínsecamente cutre y chapucera. O sea, distintos perros, con distintos collares, diciendo lo mismo, con sentidos ocasionalmente similares, pero con distinta referencia.

No pudiendo ya reivindicar grandezas internacionales, ni dar con enemigos exteriores de su escasa talla, pero precisando aún su razón de ser de un enemigo que justifique tanto celo vigilante y tanta bellaquería, lo buscaron en el interior. Y a falta de judíos o moriscos -expulsados cuatro y tres siglos antes, respectivamente- se tiró de ciertas miasmas carlistas, transubstanciadas en catalanes y vascos, así como de republicanos y masonerías varias, a su vez desposeídas víctimas del latrocinio a que más arriba aludíamos. Y eso, así tal cual, es España.

divendres, 18 de juliol del 2014

INSTANTÁNEAS ESTIVALES (18-07-2014)




 


Ayer, en TV3, espectáculo mediático en torno a la crisis del PSC, un tema en el que tan irresponsable como sañudamente, le gusta cebarse al nacional-pesebrismo independentista. En el plató, los paniaguados de siempre, dispuestos a proceder a la ejecución de un Iceta que, al final, declinó tal honor y prefirió grabar la entrevista antes de que los leones saltaran a la arena.

Los tópicos de siempre, cada vez más manidos, más tópicos, si cabe. Intelectualmente negligible y políticamente sesgado, con una sola nota exótica, acaso una graciosa concesión al pluralismo por parte de sus altezas mediáticas, la de Xavier Sardà. Lo único que valió la pena del programa fue precisamente cuando afirmó, cabreado y criticando las etiquetaciones, que lo que ocurre hoy en día es que, si no eres independentista, entonces eres un facha.

Rubores ruidosos y sonoros silencios; acuerdo unánime en la impertinencia y el mal gusto de tal afirmación entre el resto de presentes, incluida la timorata reconvención de la presentadora. Algo así como, sin decirlo, indicar claramente que se piensa como cierto: "Sí, es verdad, pero decirlo públicamente es de mal gusto, porque el que no es independentista, por algo será...".

LOS "PORQUÉS" DEL INDEPENDENTISMO




El otro día, en el transcurso de una agradable conversación, un amigo me manifestó que no entendía como yo no era independentista. Y me dejó perplejo.  Básicamente porque el planteamiento me pareció altamente indicativo de hasta qué punto el independentismo, aunque muy lejos de ser mayoritario, es sin embargo hegemónico hoy en Cataluña. Tanto por la propia formulación "no entiendo como no eres independentista", a la cual le es implícita la autoarrogación hegemónica, como por los sobreentendidos implícitos que de ella se desprenden.

No era, ciertamente, una interrogación, de serlo, hubiera debido escribir un "cómo" intercambiable a "por qué", en cuyo caso se me hubiera estado preguntando por qué no soy esto o aquello. Pero no se me preguntaba por las razones que me inducen a no ser independentista, porque las eventuales razones que yo hubiera aducido se daban algo así como por consabidas y rechazadas de antemano. Es decir, la secuencia cronológicamente normal hubiera sido empezar con la interrogación «¿Por qué no eres independentista?», a la cual se le supone una respuesta del tipo «Porque...», y sólo después de haber escuchado las razones aducidas, acaso hubiera tenido sentido decir «No entiendo las razones por que no eres independentista», que es, en definitiva, lo que estaba diciendo con «no entiendo como no eres independentista». 

Así que se rechazan de antemano, sin necesidad alguna de entrar en ellas, las razones que yo fuera a  exponer a continuación de un «porque», y se pasa directamente a no entender las razones por que no soy independentista. O sea, no se entienden las razones por que doy validez a unos argumentos que me impelen a no ser independentista, sin que ni siquiera se me pregunte por ello. Pero la cosa va mucho más allá, y es ciertamente mucho más grave, como se demuestra si hacemos un seguimiento lógicamente regresivo de los supuestos fundantes y subyacentes a la afirmación "no entiendo las razones por que...".

Y es que «no entiendo» va mucho más allá que «no comparto». Presupone la incapacidad para aceptar o entender los eventuales argumentos que, además, se dan por consabidos. De lo contrario se preguntaría -entonces sí- "No entiendo cómo no eres independentista" o quizás mejor "No entiendo ¿cómo no eres independentista?" que al cabo sería lo mismo que "¿Por qué no eres independentista?". Luego se responde pertinentemente a la pregunta y ante las razones expuestas habrá acuerdo o descuerdo... Pero no. Mis posibles contrarrazones no son objeto de discusión. Como con las grandes verdades religiosas, ponerlas en cuestión es dudar de ellas...

De este modo, se parte de la evitación de cualquier debate sobre las posibles razones a favor o en contra de la independencia de Cataluña. De ello no solamente se deduce que el independentismo funciona teológicamente y que cualquier debate es un puro simulacro viciado de antemano, sino que, remontándonos regresivamente, la pregunta "por qué no eres..." y la afirmación "no entiendo las razones por que..." se fundan una categoría negativa.

Efectivamente, la pregunta elidida, pero implícitamente presente, es «¿Por qué eres no-X?» y no «¿Por qué eres X?», que en principio sería más normal. Es decir, desde las categorías fundantes del independentismo, la pregunta no es por qué uno es o se hace independentista, sino por qué «otro» no lo es. 

Que en una ideología como pueda serlo cualquier nacionalismo se parta de un acto de autoafirmación como este no suena ciertamente extraño. Pero sí lo es que toda una sociedad asuma implícitamente que la pregunta a hacer sea «por qué uno no es independentista» en lugar de «por qué uno es independentista», que en buena fundamentación lógica, y también cronológica, debería ser la normal. No, las razones del independentismo se dan por consabidas y fuera de discusión como lugar común que son, a la vez que fundantes, y la pregunta (elidida) es «por qué no las compartes», elisión que afecta también a la eventual respuesta «porque...», y que lleva al punto final de no entender ni compartir las razones por que alguien pueda ampararse en ellas. 

Y se ha interiorizado que el que ha de dar explicaciones es el no independentista, porque ser independentista debe ser «lo normal». Del «por qué no...» y el consiguiente «porque...», ambos elididos y eludidos, se pasa directamente al «no entiendo (las razones) por que...».

Si he descrito esta conversación y las reflexiones que me ha sugerido, es porque pienso que no se trata de una mera anécdota, sino que trasciende a la categoría de ejemplo y es sintomática del modo hegemónico de ver las cosas hoy en Cataluña.
Volviendo a la conversación que suscitó este post, mi réplica fue la siguiente: 

"Si tuviera sólo el más remoto indicio de que las cosas con la independencia pudieran ir, no mucho, sino simplemente algo mejor, tal vez entonces fuera independentista, aunque lo mío no son los patriotismos, ni éste ni el otro, que quede claro. Pero conociendo el paño que gastan las «elites» independentistas, no puedo sino pensar que seríamos una grotesca república místico/cleptocrática a medio camino entre Albania y Bélgica, más cerca de la primera que de la segunda. Y eso no sólo no me interesa, ni como individuo ni como ciudadano, sino que incluso me repugna. Amén de otras consideraciones, esta es la razón fundamental por que no soy, ni puedo ser, independentista».

He de suponer que no me entendió...