Ayer, los medios anunciaban
que la CUP había decidido en asamblea no votar la investidura de Mas… bajo
ningún concepto. Hubo otras opciones, que si bajo ciertas condiciones, que si
esto, que si aquello, pero ganó el NO-Mas. Hoy, en una nueva pirueta retórica
que nos indica que los dirigentes de la CUP no le van a la zaga a Mas en el
dominio del noble arte de la prestidigitación, y acaso tras algunos «baños» de
pragmatismo, se nos dice que, bueno, que ya veremos, que no se descarta nada. Y
entonces es cuando uno ya no entiende nada. ¿No era la CUP asamblearia? ¿No fue
su asamblea la que decidió el no a Mas? En fin, dejemos lo de la CUP porque no
tiene remedio…
Nos encontramos en el final de
una sesión de ilusionismo que hasta ahora ha sido muy mala, con el público
cabreado y con los tomates y los huevos podridos a punto de ser lanzados. El
prestidigitador se la juega en el último truco. O le sale bien y sorprende al
público, o esto acaba para él como «La comedia de Falset», que decimos por aquí
-una legendaria función teatral que en dicha población de Tarragona, acabó con el
público corriendo a gorrazos a los actores, que tuvieron que irse por piernas con lo
puesto. ¿Pero hay último truco?
Yo creo que sí, queda el
«tamayazo». Probablemente no tan a lo bruto, pero «tamayazo». Es decir,
recurrir al transfuguismo inducido. Es posible que, a medio o incluso a corto
plazo, tal recurso se revuelva contra sus inductores, pero es el único que le
queda ahora mismo al Sr. Mas si quiere seguir como
presidente de la Generalitat de Catalunya. En estos momentos la CUP está
en el punto de mira, porque de abjuración depende el destino del Sr. Mas. ¿Pero ha de ser necesariamente
el Tamayo catalán de la CUP? ¿No andarán buscando también pesca en otros caladeros?
Cuidado con la sorpresa. Cuidado con el último truco.
En el escenario que nos
estamos planteando, asumamos que la CUP le niega el voto a Mas y que el único
recurso es el «tamayazo». Parece entonces que, al menos de entrada, el lugar
más lógico para buscar tamayos sea entre la bancada de la CUP. Además, como el transfuguismo crematístico se
revestiría de una inevitable pátina de ardor patriótico, la cosa se presentaría incluso como una responsabilidad moral. En realidad, basta con que la
CUP se abstenga y dos de los suyos voten a Mas. ¿Pero cuáles? Porque las bases
pueden tomárselo a mal, habiendo votado en asamblea lo contrario. Además, la
operación tendría como consecuencia no sólo la investidura de Mas, sino la
fractura en la CUP; lo cual, dicho sea de paso, no sólo sería un gran
consuelo para Mas, sino también, y sobre todo, para una ERC sorprendentemente
agazapada en estado letárgico y sin que apenas diga esa boca es mía en todo
este embrollo.
Pero todo esto, a menos que sean tontos de baba, lo saben también los dirigentes de la CUP. El tamayazo puro
y duro a lo Esperanza Aguirre tal vez no acabara con la CUP –aunque puede-, pero
sería la tumba definitiva de Mas y sus mariachis; de ninguna manera podría
soportar tal desprestigio y escándalo en las actuales circunstancias y acosados
por las imputaciones de corrupción. Así que puede que precisamente en esto
consista precisamente el truco: en que no sea el truco que nos pensamos, sino
otro. Especulemos.
Supongamos que, finalmente y
en un gesto de buena voluntad hacia «El
Procés», la CUP decide, de acuerdo con la decisión de sus bases, no
investir a Mas, pero no votando contra su investidura, sino absteniéndose. Los
tamayos vendrían de otra bancada y la CUP mantendría este halo de pureza
virginal que tanto se autoarroga. Basta con su abstención y que un par de tunos
de otros grupos voten a Mas. ¿De qué otros grupos? Pues mejor no especular
sobre ello, y aunque tenga candidatos, mejor me los callo; tamayos los hay en todas
partes desde que el mundo es mundo. Y si pusiera la mano en el fuego por si ya han
sido tanteados, no creo que me quemara.
¿Que seguiría siendo un
escándalo? Por supuesto. Pero en el nanoplacismo que hoy impera en la política
catalana, hablar de tres meses es hablar de un lustro. Porque el truco puede no
servir si no se lleva a cabo antes del 20 de diciembre, ya que entonces, cabe
la posibilidad que ERC hubiera superado a Mas en las generales, y que Junqueras
decidiera activar su candidatura, a la cual no sería tan reacia la CUP, ni
probablemente algún que otro grupo, pero entonces Mas se iría para casa. Y todo
esto, no lo olvidemos, es para salvar al soldado Mas.
Así están las cosas.