Se exclama el consejero en
funciones Mas Colell contra la CUP. Por cierto ¿A qué esta manía de poner el
guioncito entre Mas y Colell, si por más que uno busque sea imposible encontrar
otro segundo apellido? Si no lo hay, entonces es que su padre se apellidaba Mas
y su madre Colell, con lo cual, o hay que escribirlo «Mas Colell» o, también
opcionalmente, «Mas i Colell». Pero no, se insiste en «Mas-Colell». ¿O sólo
tiene un apellido? ¿Será para no confundirlo con el otro? Vale que sea por
esto, pero entonces el guioncito ¿qué función desempeña? En fin, y lo digo sin
segundas, ¿Alguien sabe cómo se apellida o apellidaba su madre en el supuesto
de que «Mas-Colell» sea un apellido compuesto?
El caso es que al Senyor Andreu no parece que le gusten
las propuestas de la CUP y carga contra ellas. Vale, de acuerdo, a mí puede que
tampoco me gusten. Pero este es uno de los casos en que se hace manifiesto que
coincidir en un rechazo no implica nada
más que esto. Y aquí se acaban las coincidencias. Porque a continuación, el
flamante economista nos explica por qué no le gustan las propuestas de la CUP,
y esto ya es harina de otro costal.
Resulta que, en sus diatribas
contra la CUP y reivindicando el buen hacer de los gobiernos de Mas en cuyas
filas figura, Andreu Mas esgrime
entre tan grandes logros, dos de los que la CUP exige revocar, el proyecto «Visc+salut», una gañanería bajo cuyo
nombre se oculta la privatización obsesiva y lucrativa de
la Sanidad pública catalana, y ni más ni menos que «El decret de plantillas»,
que no es otra cosa que la penúltima pata en forma de decreto de la «LLei d’Educació de Catalunya», es decir,
la máxima expresión del masoverismo como modelo de gestión de los centros de
enseñanza públicos mediante la legalización de la arbitrariedad, el clientelismo,
el nepotismo y la autocracia en las escuelas e institutos catalanes.
Pues no, Mas Colell, va
a ser que no. Que no cuela y con vuestro pan os lo comáis… el marrón que ahora
tenéis.
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