41º 08.917´ N
01º 19.140' E
Se le conoce popularmente
como «el mas de la cúpula», por el reflejo de los rayos de sol sobre esta, pero
su nombre oficial es "Mas Sorder". Es visible desde la autopista, en
dirección a Tarragona, a la derecha a unos ochocientos metros, se le ve entre
el bosque, muy especialmente cuando la cúpula refleja la luz del sol.
Debió ser muy importante en
su momento, porque se ve a simple vista que es algo más que una unidad
de producción, acercándose más bien a la noción de palacete. Tiene capilla propia, hemos de pensar que
desconsagrada. Les confieso que es la mansión de mis sueños, y si alguna vez
llegara a ser un millonetis de aquellos a los que les salen los dólares o los
euros por las orejas, allí me instalaría, rehabilitándola debidamente, porque
está en ruinas. Y en el lugar de la capilla pondría la bilbioteca. Dentro del concepto de ruina, sería quizá el menos ruinoso de todos los «masos»
abandonados de los alrededores. Su único defecto es que no se divisa el mar
-está a unos dos kilómetros y medio en línea recta-, pero se le puede perdonar...
La planta del edificio debe
tener aproximadamente unos 500 metros cuadrados, y está dividido en distintas
dependencias dependencias. En su momento entré en ellas, pero no es
recomendable hacerlo si vas solo, porque se te puede hundir un suelo o te
puede caerte un techo encima.
La puerta, desde este verano
tapiada con cemento, era antes una puerta de hierro con una candena y un
candado que, con frecuencia, alguien había forzado -okupas...-, lo cual
permitía el acceso al patio interior de distribución. Una gozada.
Tienen un especial interés
las habitaciones circundadas por un pasillo terraza con pórticos o la torre de base
cuadrangular. Hasta hace poco, había algunos boquetes que permitían el acceso directo al interior de lo que fueron las dependencias habitadas. Ahora, como la puerta, están tapiados. Se pueden ver todavía boquetes, pero no dan a la vivienda, sino a edificios exteriores, que debían ser almacecenes para guardar aperos o animales de trabajo. Ignoro cuándo debió ser abandonado. Yo siempre lo recuerdo así.
Esta misma mañana (5 de
agosto), había un topógrafo merodeando por los alrededores, había aparcado su
todo terreno en la parte trasera del edificio. Ello me trajo a la memoria lo
que se comentó en su momento, hace unos años, antes de la crisis. Que lo había
comprado un grupo alemán para construir un hotel de superlujo, de esos con sólo
10 o 12 habitaciones, aprovechando su relativa proximidad al club de golf. La
presencia del topógrafo quizás sea un signo de la reanudación del proyecto.
Luego, un par de horas después, de regreso por un sendero apartado, pero en la
misma zona, he vuelto a toparme con el agrimensor. Me temo que pronto
aparecerán las vallas y las excavadoras... Una verdadera lástima. A eso le llaman progreso. Me pregunto si los chupatintas del ayuntamiento de Tarragona serán tan quisquillosos con los alemanes como con cualquier particular que intente rehabilitar una vivienda con algo de valor histórico. Apuesto a que no.
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