El acoso al líder de ERC,
Oriol Junqueras, acaba de empezar. Pero, ojo al dato, que no es moco de pavo,
quien lo está llevando a cabo no es el gobierno español o el PP, sino el
partido del poder en Cataluña, CDC. El pistoletazo de salida lo dio el Sr. Mas
el sábado en Manresa, cuando recordó que el enemigo es España, que no se
confundan algunos. Y que no se enfrasquen en discusiones sobre un quítame allá
esos diputados. Así que si el “procés”
se va al traste, no será por culpa suya, sino de los desagradecidos amamantados por nodrizas a cargo del patrimonio familiar. Objetivo
de la misión: la supervivencia de Mas y de Convergencia.
Políticamente hablando, Mas
es un saldo, una baratija gastada que nadie en sus cabales compraría ni en el
más cutre de los bazares habidos y por haber. Pero quiere seguir en el
escaparate de la Boutique como
artículo exclusivo de diseño. A cuatro años de su acceso a la presidencia de la
Generalitat y a dos de las elecciones
anticipadas en que perdió una docena de diputados, al Sr. Mas ya sólo le queda
una carta por jugar si no quiere acabar en un todo a cien. El 9-N se acerca y ya
todo el mundo sabe que no habrá referéndum. Sólo su «astucia» jugándose el
resto a todo o nada le puede salvar: concurrir en elecciones anticipadas como
cabeza de una lista independentista unitaria en la cual participarían su propio
partido –CDC-, ERC, «independientes» advenedizos más o menos paniaguados y, tal
vez, no está claro, UDC, el partido de Duran hasta ahora está federado con
Convergencia en CIU.
Las encuestas anuncian la
caída en picado de CIU y el ascenso de ERC. En realidad, la sangría convergente
es un trasvase del voto nacionalista hacia ERC, que sería el partido más votado
en Cataluña. Son varios los factores que inciden en este escenario.
Convergencia nunca fue, al menos abiertamente, un partido independentista. Pero
el mantra de la independencia agitado por Mas ha tenido como resultado, para su
sorpresa, que las bases y el electorado del otrora pal de paller del nacionalismo catalán despertaran de su sueño
autonomista y se hayan pasado al independentismo azuzados por la propia CDC,
prefiriendo el original independentista a la copia sobrevenida. Se podría
resumir así: si CDC juega a ERC, gana ERC.
A su vez, y a lo largo de
los últimos dos años, Mas ha dependido del voto de ERC, dándose la paradójica
situación, inédita en los anales del parlamentarismo europeo occidental, que el
jefe de la oposición sea a su vez el socio del gobierno sin formar parte de él.
Y Mas y su partido se han desgastado y caído en picado por méritos propios, con
sus tropelías privatizadoras, sus impopulares y sañudos recortes, sus
corruptelas, su incompetencia y su clientelismo. Mientras tanto ERC, haciendo
la vista gorda y aparentando preocuparse sólo por el referéndum y la
independencia, seguía creciendo en intención de voto hasta convertirse en
mayoritario según las encuestas.
Un buen negocio para ERC…
hasta ahora; porque estando ya claro que no habrá consulta el 9-N y ante la
perspectiva de unas nuevas elecciones anticipadas en las que iba a hundirse en
la miseria, Mas le reclama a Junqueras que arrime el hombro y pague su parte de
la factura. ¿Cómo? Muy simple: concurriendo en una candidatura independentista
unitaria que se constituiría sobre la base de la aritmética parlamentaria actual.
Es decir, según el resultado de las elecciones de hace dos años y, por lo
tanto, con CDC como hegemónica y Mas como candidato a la presidencia de la Generalitat. Sin duda se añadiría alguna
geometría variable en forma de empesebrados sudorosos –que hay más de uno- para
maquillar tan rígida aritmética de cara a la galería. Más, o Mas, de lo mismo,
vamos.
Pero claro, por más patriota
que sea, al bueno de Junqueras esto no le convence, porque tampoco es tonto y
se da cuenta de que se la quieren meter doblada. Y este es su gran problema,
porque CDC -es una cuestión de supervivencia, nada personal- no dudará en
utilizar a fondo y hasta las últimas consecuencias todos sus medios y recursos,
que son muchos, para conseguir su objetivo al precio que sea. Lo reitero, al
precio que sea. Y ahí es donde el pobre Junqueras lo tiene mal. O como mínimo,
muy difícil.
En la construcción del arco
ideológico del nacionalismo catalán llevado a cabo por Pujol, ERC fue rescatada
de la nada para convertirse en la avanzadilla de combate del nacionalismo; el
hijo bastardo útil para ciertos menesteres que la familia legal prefería delegar y para los cuales fue debidamente cebada. La matriz de CDC aportó
no exactamente «fichajes», sino lo que futbolísticamente llamaríamos «cesiones», en muchos casos con billete de vuelta abierto. Véanse si no lo emblemáticos
casos de Rahola y de Colom, por citar sólo un par de ejemplos. Los hay más
recientes, calculadamente ubicuos hasta que los movilice quien los manda.
Psicológicamente, además,
para buena parte de la militancia de ERC, Pujol era el padre adúltero, pero
comprensivo con ciertos excesos, que conservaba todo su ascendente sobre el
hijo natural. Los dos tripartitos sólo rompieron este vínculo en apariencia.
Porque en lo substantivo se mantuvo esta dependencia. No fueron sino un acto
fallido freudiano que, ni mató al padre Pujol, ni pasó de ser una pobre
teatralización de las reivindicaciones del hijo natural molesto con el reparto
de las migajas de la herencia paterna. Y no creo que fueran ajenas a este
complejo de subordinación buena parte de las convulsiones y crisis cíclicas que
ha padecido recurrentemente ERC. Y ahí viene lo importante. Todo parecería
indicar que esta situación se ha invertido, pero no pienso que sea así. En lo
primordial, pienso que ERC sigue vistiendo y viviendo de prestado.
Puede parecer una afirmación
algo pintoresca a la vista de cómo parecen pintar las cosas ahora mismo, con CDC en caída libre, los Pujol investigados por la Interpol y ERC llegando a hipotecar la «política»
del Sr. Mas… Pero en lo fundamental, pienso que el cordón umbilical no se ha
cortado. Y la presión que se está empezando a ejercer sobre Junqueras es una
muestra de ello. Una presión que no se limitará a los medios paniaguados por
Convergencia –todos los de Cataluña- y a sus «intelectuales» y voceros
-orgánicos e inorgánicos-, sino que se extenderá también hasta la propia
militancia y núcleos de poder de ERC. Que lo acaben consiguiendo o no, ya lo
veremos, pero Junqueras no lo tiene nada fácil. Entre otras cosas, porque su
propio puesto peligra si se resiste al gran pacto patriótico. Su remoción ya
debe estar prevista en caso de emergencia en algún estado mayor que no es el
que él preside.
ERC no controla los
medios ni los auténticos resortes del poder en Cataluña. CDC sí. Y hay entre la
militancia y compañeros de viaje de ERC mucho quintacolumnista
filoconvergente que, en el fondo, concibe su estancia allí como una «colocación»
provisional a la espera de más altos destinos. Y si Mas los activa, serán
fieles a su amo, al menos la mayoría. Y lo tendrán todo a su favor, desde la
prensa y la televisión hasta buena parte de su ingenua militancia. No es este,
en mi opinión, el caso de Oriol Junqueras, pero entonces lo que habrá que ver
es si controla de veras el partido que preside o si es un hombre de paja. Habrá
que ver si es capaz de resistir la presión que le va a caer encima desde las
más diversas y variopintas instancias o, en el caso de que no lo sea, si cede o
si le echan. Porque Mas va a por todas; no tiene otra salida. Y Convergencia lo
mismo. No lo tiene fácil Junqueras. El saldado quiere seguir pasando por
primicia. Y muerde…. Morderá.
Extraordinario, Xavier. Esta mañana leía en "El Mundo" que a Junqueras se le había escapado algún sollozo al hacer un llamamiento un tanto patético a que se hiciera de una vez eso de la independencia. Y ayer se me quedaban los ojos como platos cuando veía que este mismo señor afirmaba que la independencia iba a ser una realidad en cosa de seis meses. Las razones de toda esta escenificación esquizofrénica se me aclaran al leer este artículo tuyo. Un saludo.
ResponEliminaGracias Guachimán. Un fuerte abrazo para ti también.
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