Todos sabemos lo que son los
partidos bisagra. Pero el «bisagrismo» es una forma tenue, y hasta humilde, del
«fulanismo». Una formación constituida por partidos que quisieran para sí ser
bisagras, como Izquierda Unida, lo tiene muy mal de entrada. Para muestra un
botón: nunca fue capaz de arrastrar más allá de los naufragios del PCE. Sólo,
acaso, con Anguita, pero fracasó por intentar imponer, precisamente, la férula
del PCE en una jaula de grillos… y por su pintoresca teoría del orilleo
también, claro. Pero no nos proponemos hablar de Anguita, sino del fulanismo.
Lo que aquí entenderé por
fulanismo es la una pulsión
que resulta de la síntesis entre egotismo y megalomanía, tan generalizada
mayormente entre la izquierda, que merece la denominación genérica de «fulanismo».
Porque siendo individual, afectando al individuo, trasciende su individualidad. Vaya como anticipo que,
en mi opinión, las disensiones supuestamente ideológicas, tácticas o
estratégicas a que tan acostumbrados nos tiene la izquierda no son tales, por
regla general, sino más bien una contraposición de egos egotizados en liza por
sus respectivas propensiones megalomaníacas.
Se decía en su época que un
trotskista era el verdadero partido revolucionario vanguardia de la clase
obrera; que dos trotskistas eran la dirección y las bases militantes del
verdadero partido revolucionario vanguardia de la clase obrera; y tres
troskistas, en fin, la dirección de dicho partido revolucionario, sus bases
militantes y una escisión que se constituye en el verdadero partido
revolucionario bla bla bla… A eso, y que me perdonen los trotskistas por
utilizarlos como ejemplo, pero no me inventé yo la broma, es a lo que le llamo
fulanismo.
Pero más allá de la sopa de
letras que constituyó en su momento la llamada izquierda «revolucionaria»,
conocida también como extrema izquierda ¿Qué fue en realidad Izquierda Unida? Pues
más o menos lo mismo, una vez el PC se fue al garete. El intento de reconstruir
un espacio con todas las escisiones que, en su momento, se habían ido del PC
por la «izquierda» o por la «derecha». Escisiones que, en el mejor de los
casos, y si no suponían un partido exclusivamente «personal» constituido a
mayor enaltecimiento del purgado de turno, lo más a lo que llegaban era a un
puñado de militantes. El paradigma del fulanismo político creo que le
corresponde por derecho propio a la ínclita Cristina Almeida, y es justo
reconocerlo así, pero hay muchos más, como Pablo Castellano –procedente del
PSOE, éste, y aún en (in)activo-, o el inefable Gaspar Llamazares… Es decir, una
sincrética sopa de letras alrededor de un partido fantasma del que parasitaban,
pero con el “¡ojo, que aquí estoy yo!” y, sobre todo, “YO voy de tal número en
las listas o me largo con mi EGO a otra parte y os voy a poner como chupa de dómine”.
Y sigue siendo así. Ayer, sin
ir más lejos, los espectadores del programa “La Sexta Noche” pudimos
comprobarlo gracias al penoso
espectáculo que ofrecieron un Alberto Garzón agónico, y su escisión, Tania
Sánchez, en pleno paroxismo fulanista.
Lo del pobre Garzón es
comprensible. Izquierda Unida es una urdimbre que, ante la expectativa de
perder las poltronas –desde confortable sillón parlamentario hasta el tamburete
IKEA, que de todo hay- y devenir en «cesantes», se ha convertido en una
jaula de grillos. Y al hombre la cosa le sobrepasa. Lo de Tania Sánchez tiene
más delito.
Entiéndaseme, lo del
«tamayazo», por ejemplo, es un caso de puro y simple transfuguismo pecuniario, no de
fulanismo. Lo de Tania trasciende de largo el transfuguismo y cae de lleno en
el fulanismo. Porque, que se sepa, ni destaca como retorica ni se conocen
discrepancias ideológicas –en el supuesto que tenga ideología- con la formación
en que militaba. Sus diferencias con ésta más bien se encuentran en el trato que recibió
la cooperativa de su hermano siendo ella concejala, nunca bien esclarecidas en ninguna de sus
múltiples comparecencias mediáticas, y en su afán de protagonismo frente a la dirección
territorial de su Formación.
Como bazas exhibe su condición
mediática de pésima tertuliana y… ¿su relación con Pablo Iglesias? Ojo, que no se trata
de que ingrese en PODEMOS, no es eso lo que Tania está proponiendo, sino una
pareja de siglas, las suyas y las de PODEMOS. ¿Será posible tamaña desfachatez?
Otra Tania fue una guerrillera
alemana y más que probable compañera del “Ché” en Bolivia. Un personaje muy
borroso y del cual Régis Debray debe saber mucho más de lo que nunca dijo. No
recuerdo ahora si fue abatida en una escaramuza o si la encontraron muerta a
causa de la enfermedad incurable que padecía. El caso es que sus anotaciones
personales fueron de vital importancia para dar con el grupo del Ché y
aniquilarlo. Una indiscreción imperdonable para alguien que se va a la guerra.
¿Estará maldito el nombre de Tania? ¿Se repetirá la historia con otras formas?
No lo sé. Pero sí sé que
como PODEMOS no se sacuda el fulanismo endémico a la izquierda de encima, será
nubecilla de verano. O más de lo mismo. A ver…
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