Tengo una apuesta pendiente
entre seis. Dos apostamos que no habrá elecciones catalanas el 27-S, los otros
cuatro apostaron que sí las habrá. Los que pierdan pagarán la comida. La verdad
es que estoy casi convencido que no las habrá, aunque debo reconocer que esto
de adivinar el futuro nunca ha sido una ciencia exacta, y tratándose de un tema
tan truculento, menos aún.
Hay que reconocer que los argumentos de Jorge, implicado, por cierto, en el lado contrario de la apuesta,
tienen su enjundia. Es cierto que estamos ante un claro repunte de la ofensiva
secesionista, después del impasse
de la pugna por el liderazgo entre Oriol Junqueras con su ERC, y Mas con su CDC
(ya no CIU, según parece). Ha ganado Mas. Y aunque nada indica que vaya a haber
la candidatura única que a Mas le hubiera permitido subsidiarizar a ERC, todo
indica que la mayoría de los personajes mediáticos del independentismo -periodistas,
activistas, cantautores, deportistas, actores, desertores del PSC y hasta
alguna monja argentina- participarán en este invento que es «la llista del president», con el cual
Mas matará dos pájaros de un tiro: consagrarse como líder al margen de partidos
y auténtico Moisés del independentismo, y neutralizar el ya no tan previsible sorpasso de ERC. También la irrupción de
las CUP como tercera fuerza independentista le ha venido muy bien.
Es verdad que Mas ha sido más
astuto, pero también lo es que se lo han puesto muy fácil. En ERC han pecado de
pardillos, y el fiasco de las municipales siembra dudas sobre su capacidad de
crecimiento, a la vez que les aleja de sus aspiraciones a liderar «el procés». Además, lo más importante,
Mas tiene a su disposición el absoluto control todos los medios de comunicación
catalanes. Sí, definitivamente, parece que Mas, una vez retomado el control,
está dispuesto a seguir hasta el final con su nueva hoja de ruta: ser la
primera fuerza en las elecciones el 27-S, mayoría absoluta parlamentaria de las
fuerzas explícitamente independentistas, elaboración y aprobación de la
constitución catalana, y declaración unilateral de independencia. Pero hay
serios obstáculos.
El primer obstáculo es
PODEMOS. Cierto que los quintacolumnistas ya se han puesto en la labor de
neutralizar a los de Pablo Iglesias mediante el entrismo y las apelaciones a
las candidaturas de base y todas estas monsergas, infiltradas hasta las trancas
de independentistas. Pero no está claro que les salga redonda la operación.
Porque hay otros obstáculos que pueden poner en peligro igualmente esta mayoría
absoluta independentista, como la probable vuelta de Chacón a la política
catalana.
Si PODEMOS no arranca como tal
y con sus siglas, una buena parte del voto no independentista de izquierda
podría ir parar al PSC liderado por
Carme Chacón. No es una política de gran talla, todos lo sabemos, pero es la
figura del socialismo catalán que más se ha distinguido por su rotunda oposición
al independentismo y al «procés». Goza,
además, de buena prédica entre las bases electorales socialistas tradicionales
del cinturón de Barcelona y las grandes ciudades, progresivamente arrojados a
la abstención por las veleidades nacionalistas de los Maragall y compañía. Si
Chacón recupera este voto, con el cual el PSC siempre venció en las elecciones
generales, Mas tiene otro problema.
Las encuestas, las verdaderas,
las que son de uso interno y no se publican, serán decisivas a la hora de
decidir si se convocan elecciones el 27-S, o si se opta por agotar la
legislatura y a ver qué pasa en las generales.
Tal como veo yo la situación
ahora mismo, el panorama que se le ofrece al independentismo se me antoja harto
complicado. Cierto que hay toda una escenificación de rearme, pero esto es de
puertas afuera, una escenificación; de puertas adentro, como mínimo en los
círculos más allegados a Mas y CDC, saben que la situación está muy complicada,
y no se pueden permitir el fiasco de convocar unas elecciones y no obtener
mayoría absoluta independentista, porque saben que sería el final.
El PP está en sus horas más
bajas en Cataluña, en gran parte por la escasísima talla política de sus
dirigentes, y puede quedar como una fuerza residual, pero C’s amenaza con
superar de largo el techo sociológico del PP de los mejores tiempos de
Vidal-Cuadras o Piqué. Y este no es el único problema de Mas por la derecha;
puede tener otro incluso de mayor calado, no por su dimensión, sino por su significatividad.
Se llama Unió y Durán Lleida.
No sé lo que pasará con Unió
mañana, cuando se conozcan los resultados de la consulta a la militancia, pero
pienso que el peor resultado para Mas sería que ganen sus partidarios, es decir,
el sector independentista. Porque si Duran pierde la consulta, y al margen de que
haya dicho ya que si pierde se retira, sus hasta ahora titubeantes
disentimientos tendrán que materializarse en algo concreto. Y esto no puede ser
otra cosa que concurrir a las elecciones con un nuevo partido. Los informes que
maneja el sector de Duran, parece ser que hablan de entre cinco y ocho
diputados. Y esto sería para Mas una mutilación acaso irreparable. Porque estos
votos habrían emigrado de sus propios caladeros: el electorado catalanista moderado
de toda la vida de CIU. Tal vez con su lista propia y con la inclusión de
figuras mediáticas del independentismo, Mas consiguiera atajar la fuga de votos
hacia ERC, pero perdería a su electorado moderado y poco dado a aventuras
inciertas. Y puede que los empresarios catalanes no se hayan atrevido a
desmarcarse del todo de CIU, porque el PP nunca ha sido una alternativa y C’s
es, por ahora, otra cosa. Pero este no es el caso de Duran, que podría muy bien
aglutinar a este sector que hasta hoy había votado a CIU. Sí, muy probablemente,
la cifra de cinco hasta ocho diputados sea plausible. Y para Mas sería un
desastre sin paliativos. Si yo fuera Mas, preferiría que mañana ganara Duran.
Tampoco por la izquierda el
independentismo se las puede prometer demasiado felices. Ya no estamos en los
días del 9-N y su consulta/mojiganga. Por entonces no estaba PODEMOS y el PSC pasaba
sus horas más bajas. Ahora, los independentistas del PSC ya se han ido casi
todos y están con Mas o en ERC. Aun así, los socialistas aguantaron
relativamente bien el tirón en las municipales. Se hundieron en Barcelona
ciudad, sí, pero mantuvieron Tarragona, Lleida y la mayoría de ciudades del
cinturón. El certificado de defunción que se había decretado se ha demostrado,
como mínimo, precipitado. Todavía puede dar guerra, y si presentan a Chacón, aún
más.
PODEMOS, por su parte, deberá
decidir qué dirección toma en la encrucijada en que se encuentra. Está por el
derecho a decidir, sí, pero para decidir otra cosa, no la independencia. La
presencia de independentistas en sus candidaturas municipales ha sido, en mi
opinión, superestructural, como lo fue en su momento la de nacionalistas en el
PSC. El votante independentista sabe muy bien a quién votar, tiene a Mas, a ERC
y a las CUP. Y no está para experimentos. No creo, la verdad, que haya habido voto
independentista en las candidaturas auspiciadas por PODEMOS en Cataluña, o como
mucho, sería residual. Y esto es lo que hay. Si PODEMOS lo entiende, y pienso
que ni Iglesias ni Errejón son tontos, caerán en la cuenta que los mejor que
pueden hacer es presentarse con sus siglas y sin complejos. Y hay mucha más
gente de la que se piensa que, sí, quiere decidir en un referéndum, pero para
decidir «no».
Y finalmente, la tozudez de
los hechos. El electorado independentista no aumenta, sino que incluso disminuye,
sobre todo porcentualmente en la medida que los no independentistas, ya se
trate de federalistas, unionistas, españolistas o simplemente indiferentes a la
política, pero no independentistas, está despertando, sale del armario y de la
abstención. Todos los votos que
provengan de la abstención serán claramente no independentistas. En el
independentismo, por su parte, siguen
estando lo que son y son los que están. Ni uno más. El trasvase de votos
independentistas de una a otra formación funciona como vasos comunicantes. O si
lo preferimos, toda su energía es constante, claro, pero también toda ella está
en estado cinético.
La suma de lo que pueden obtener
PSC, PODEMOS, PP y C’s, incluso con la escorada ley electoral catalana
favoreciendo las zonas más despobladas, donde precisamente el independentismo
es mayoritario, puede superar de mucho a todo el bloque independentista
Mas+ERC+CUP. La evolución de las encuestas será decisiva ciertamente, pero la
tendencia va por ahí. Por más escenificaciones que se pergeñen. Con las cosas
así, no creo que Mas convoque elecciones.
Por eso he apostado una
comida a que no habrá elecciones el 27-S.
Jajajaja.
ResponEliminaComeremos a tu salud Xavier. No te faltan argumentos pero con los nacionalismos los argumentos, por muy brillantes, elegantes o persuasivos que sean, se dan de bruces con la tozudez de una irracionalidad cuya fuerza nunca debe ser menospreciada.
Ya veremos a la salud de quién comemos, ya veremos. Es verdad lo de la irracionalidad, y que la Cataluña desconectada padece una situación de solipsismo político agudo. Pero el poder es el poder, y si ven que no sacan mayoría independentista, organizará alguna otra astracanada para no convocarlas; no sé, como que ERC no ha cumplido lo pactado o así. En cualquier caso, comeremos. Lo que todavía no está claro es quiénes serán los paganos.
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