Es moneda común de pago
atribuir buena parte de la decadencia catalana en los siglos XVI y XVII a la
prohibición de comerciar con las colonias americanas, cuyo monopolio ejercía
Castilla a través de la Casa de Contratación de Sevilla. Como tantos otros
mitos, está construido sobre unas partes de verdad y otras de mentira. Veamos
que dice al respecto Jaume Vicens i Vives (1910-1960):
“Perquè
s’ha de dir, d’una vegada per sempre, que és absurd el plany que prengué tanta
volada a les darreries del segle XIX respecte a l’exclusió deliberada dels
catalans del comerç amb Amèrica. Avui sabem que no hi hagué eliminació de tipus
jurídic, sinó establiment d’un monopoli de tràfec entre Espanya y les colònies
americanes a profit dels burgesos de Sevilla. Però els menys coneixedors
d’història económica saben que primer els genovesos, després els alemanys i
portuguesos, incloent entre aquests els "marranos" conversos, i més tard els
holandesos, francesos i anglesos, saberen aprofitar-se d’aquell monopoli per a
fer pasar l’or americà a llurs terres sense que el govern de la monarquia
española pogués fer res per a privar-los-ho.
Si
els catalans dels segles XVI i XVII haguessin tingut capitals, indústries i
esperit d’empresa, bé s’haurien enginyat per assolir el mateix profitós
objectiu que els altres estrangers a la Corona castellana. Si no ho poguérem
fer, no és que no en sabessin; simplement, no teníem capitals per a ensibornar
els factors de la Casa de Indias, enllaminir els marxants sevillans o «convèncer»
la monarquia. Què més haurien volgut els reis d’Espanya i llurs ministres, fins
i tot el mateix comte d’Olivares, que transigir amb unes demandes catalanes
d’obertura del comerç americà, si és que se’ls haguessin presentat, davant la
perspectiva d’unes bones curulles d’argent, ells que estaven dia sí i dia també
abocats a la fallida del crèdit financer de la reialesa?
Però
precisament en aquell temps, els comerciants de Catalunya tallaven el cuponet
del tràfec amb Sicília i vivien d’allò més satisfets amb aquella rifeta. Pensar
d’anar a Amèrica? I ca! Cap mariner no s’hauria atrevit a capejar la punta
extrema de Portugal. Fins aquest punt davallàrem en el segle XVII”. (Jaume
Vicens i Vives, Notícia de Catalunya (1954).
Se trata probablemente del
historiador más notorio que ha producido Cataluña, y respetado prácticamente por
todas las corrientes historiográficas, nacionales y extranjeras.
Es curioso que quienes
sostienen todavía que hubo tal prohibición expresa al comercio catalán con las
Américas, acostumbran a pasar por alto, o como reseña meramente anecdótica, que
la liberalización del comercio con las colonias se produjo en el siglo XVIII
con los Borbones, precisamente las épocas más duras de ocupación política y
militar castellana, según estas mismas fuentes.
En todo caso, dicha supuesta
prohibición suscita, cuando menos, una paradoja de difícil resolución para
quienes la sostienen. Por un lado, si catalanes, aragoneses y valencianos eran
considerados extranjeros en Castilla, y el único vínculo entre la Corona de
Aragón y la de Castilla era que compartían monarca, pero cada cual seguía con
sus instituciones, fueros y cortes respectivas, la verdad es que tal
prohibición no debería parecer ni tan extraña ni tan abusiva. Ello no obstante,
no deja de ser sorprendente que haya sido duramente criticada, por estos mismos
sectores, a la vez que aducida como prueba de que no hubo una verdadera unión
política durante los Austrias.
Sólo una nota más en lo
referente a la noción de «extranjero» en la Corona de las Españas por aquellos
tiempos. Es verdad que Isabel la católica, en su testamento, legó las
colonias de ultramar como posesión única y exclusivamente castellana. Pero
también lo es que Carlos V se pasó dicho testamento por el arco de triunfo. Poco
después, Felipe II decretaba quiénes debían ser considerados «extranjeros» en
las colonias de ultramar: todos aquellos que no fueran castellanos, leoneses,
catalanes, aragoneses, valencianos, navarros, gallegos o murcianos (Portugal no
se había incorporado todavía por entonces a la Corona). Tal cual.
El gran problema es no querer
reconocer algo evidente: para bien y/o para mal, y con todos sus achaques, Castilla
entró en la Edad Moderna en el siglo XVI, mientras que Cataluña, con los suyos,
no lo hizo hasta el XVIII. Así lo sostienen no sólo Vicens i Vives, sino también tantos
otros, nada sospechosos de españolismo, como,por ejemplo, John H. Elliot.
En la próxima entrega, algo más sobre esta polémica y tardía entrada de Cataluña en la Edad Moderna.
Y de paso, querido amigo, nos dejas el dato "secundario" de que ciertas mecánicas que han funcionado en los siglos XX y XXI ya estaban en marcha en el XVI y el XVII. Es de suponer que en el XVIII y el XIX no quedarían en suspenso. Igual es que son cosa de toda la vida, no sé.
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