¿Qué ocurrió en las escasas
horas que transcurrieron entre la proclamación del “NO” como resultado del
referéndum griego y la dimisión del ministro de economía Yanis Varoufakis? ¿Qué
acontecimientos se precipitaron de tal forma que, ahora mismo, la actuación del
gobierno griego más bien parece la que hubiera sugerido una victoria del “SÍ”
en lugar de la que fue?
Varoufakis había declarado
públicamente que dimitiría si salía el “SÍ”. Salió el “NO” y dimitió igualmente
a las pocas horas de conocerse el resultado. Cierto que no dijo qué haría si
salía el “NO”, y en este sentido, formalmente al menos, su decisión no es
contradictoria con su anterior declaración de intenciones. Pero sólo
formalmente. Contextualmente parece claro que ha pasado «algo».
Apurado hasta el límite y
contra las cuerdas ante la inflexibilidad y ultimátum de la Troika, básicamente
alemana, el gobierno de Siritza, que había estado hasta entonces intentando
aplicar su programa electoral en la reestructuración de la deuda, ante la que
se le venía encima –corralito, recesión y más que probable «Grexit»- y apremiado
por el tiempo de una cuenta atrás implacable, decidió convocar un referéndum
para que el pueblo griego se pronunciara en términos de si seguía apoyando el
programa que había votado cinco meses atrás, o si, por el contrario, se plegaba
al «Trágala» impuesto por Ángela Merkel.
El gobierno de Tsipras hizo
campaña a favor del “NO”, es decir, de rechazar el ultimátum europeo. Mientras
tanto, lo previsible: la falta de liquidez obligó al gobierno griego a imponer
el corralito la semana anterior al referéndum. Aun así, los griegos votaron
inequívocamente “NO”, respaldando la política de su gobierno. Horas después del
resultado oficial, Varoufakis dimite, podríamos decir que contra pronóstico,
pues sus posiciones y las del gobierno del que formaba parte habían salido
claramente respaldadas y democráticamente reforzadas. Hubo muchos más votantes
a favor del “NO” de los que habían votado a Siritza meses atrás. El doble.
Y pocos días después, aún en
pleno y previsible corralito, Tsipras se descuelga
con una propuesta de desbloqueo que se parece al último chantaje alemán tanto
como una gota de agua se parece a otra. Y entrando con ello en contradicción
con toda su argumentación anterior. ¿Quién ganó el referéndum y qué ha pasado
desde entonces, entre bambalinas, para que se reniegue de todo lo que antes era
irrenunciable?
Grecia subirá el IVA, por
ejemplo, entre otras medidas, pero como ya se ha dicho hasta la saciedad y por
parte de todos los bandos en litigio mínimamente objetivos, no es que el IVA
esté alto o bajo, sino que no recauda, lo cual es muy distinto. Igualmente, se
bajarán las pensiones, pero el problema no son las pensiones de 400€, sino las
jubilaciones anticipadas, algunas a los 45 años, cuya progresiva eliminación
parece preverse, desde la propuesta de Tsipras, “ad calendas graecas”, nunca mejor dicho. Y esto satisface a Europa,
fíjense ustedes. O a frau Merkel, que es lo mismo.
Tanto que hasta nos están
vendiendo a las conciencias solidarias que habrá un tercer rescate, lo cual es
falso por dos razones. La primera, porque ya estaba incluido dicho tercer
rescate en el ultimátum que provocó la convocatoria del referéndum que lo
rechazó; la segunda, porque como los anteriores, dicho rescate, como ya
denunció Stiglitz, nada sospechoso de bolchevismo, fue secretario de estado con Bill Clinton, es un rescate a los bancos alemanes, no a Grecia. Es decir,
más de lo mismo.
Pero Tsipras, que está
diciendo ahora todo lo contrario de lo que decía antes de ganar el referéndum,
lo cual más bien da la impresión de que lo hubiera perdido, ahora se ha
convertido en un vendedor del tercer rescate. No sé, a uno este tipo cada
vez le recuerda más a Felipe González con sus liquidaciones industriales y su
referéndum sobre la OTAN.
La derecha siempre ha jugado
con cartas marcadas. Y salvo honrosas excepciones, la izquierda nunca lo
entendió. Siempre. Y la libertad de mercado la imponían las cañoneras. O los
sobornos implícitos. Unos se van, otros quieren seguir mandando, porque les
gusta.
Aspira:Tsiras a ser el Felipe González griego?. Para unos sería muy meritorio ya hasta puede que se acaben considerando en Europa un buen chico; para mí una
nueva vergüenza. Ya veremos.
Aquí va un artículo de Varoufakis en The Guardian. Interesante de veras. Muy interesante.
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