Lo que más sorprende, acaso
por su aparente normalidad en forma de ley del silencio autoinducida, es la
poca difusión que ha tenido entre los medios el debate que debiera haber
generado el luctuoso suceso de la muerte del niño que contrajo la difteria, cuyos
padres se negaron a vacunar porque habían leído en internet escritos de los
colectivos antivacunas y que luego, al contraer su hijo la enfermedad,
afirmaron haberse sentido engañados. Me estoy refiriendo, obviamente, no a la
obscenidad de cebarse en plan basura en la tristeza y el dolor de unos padres que
deben sentirse destrozados, sino al debate que debería haber sugerido sobre las
afirmaciones de determinados colectivos y grupos contrarios a la vacunación,
ahora temporalmente algo acallados, y a la horizontalidad jerárquica de la
información asequible en la red, que sitúa en idéntico plano distintas
posiciones sobre un mismo tema, con frecuencia indiscernible en cuanto a su
solvencia para alguien que no esté lo suficientemente formado para metabolizar
tal información como fraudulenta o, simplemente, como superchería.
Publicado en Catalunyavanguardista. El artículo completo AQUÍ
Magnífico (y necesario) artículo, Xavier. Con tu permiso, me lo llevo para que rule.
ResponEliminaFormidable el artículo, Xavier. Y necesario. Con tu permiso, me lo llevo para que rule.
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