Sí. Con tanta ligereza como la
que se da hoy en día con el tema de la democracia mediática y su «fiesta
mayor», que viene a ser el día que toca votar, resulta que el partido que no
celebra primarias para elegir a su candidato es un partido poco democrático,
cerrado e impermeable a la sociedad. A uno, que no milita, la verdad es las
primarias siempre le han parecido una cursilada, o una parodia de lo que se
dice pretender con ellas. Vamos, una frivolidad. Porque si a alguien no le gusta la falta de democracia
interna en su partido o quien manda en él, lo tiene fácil: largarse y no
votarlo. Y acaso montar otro.
Estoy pensando, claro, en el
PSOE y en su maqueta catalana, el PSC. ¿Cómo se puede entender que después de
unas elecciones internas en las que votan todos los militantes que quieren,
luego haya que celebrar unas primarias para decidir quién es el candidato?… o candidata,
que por ahí les apunta el tema. Pero en fin, que cada palo aguante su vela.
Almunia convocó unas para legitimar el dedazo felipiano, y así le fue al pobre.
Pero eran otros tiempos…
No. En el fondo el problema no
es éste, por más carnavalesco que sea, que lo es. El problema es cuando uno
acaba por creerse su propia parodia y, para no parecer
«cerrado» y cavernícola, convoca primarias «abiertas», es decir, que cualquiera
puede votar al candidato de un partido al que nunca votaría en las elecciones. Por ejemplo, si, como parece, y como ya hizo
el PSC, Pedrito convoca estas primarias tan trenddy,
cualquiera que desee el hundimiento definitivo del PSOE podrá colaborar en tal
empeño no sólo votando al PP o a PODEMOS en los próximos comicios, sino
también, mucho antes, en dichas «primarias», a Susana Díaz.
Y es que determinadas cosas,
para ejercerlas, o han de estar muy consolidadas y formar parte del paisaje, y
entonces no importa que nadie se las crea o no, como los americanos y sus «caucuses», o mejor no meterse en camisas
de once varas. Ojo, y que lo de los americanos tampoco está nada claro, y sólo
se puede entender desde la perspectiva según la cual, en rigor, no hay partidos
políticos, sino franquicias y las consiguientes subastas para hacerse con
ellas. Que tampoco allí todo el monte es orégano y los votantes republicanos se
quedan quietos en las primarias demócratas, ni viceversa. La interesante
película de George Clooney “Idus de marzo” (acaso un título demasiado
ampuloso), ya nos advierte sobre tan supuesta pureza democrática.
La verdad es que se merecen
que todos votáramos a Susana Díaz en las primarias. Por cretinos.
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