Es un lugar común pensar que
las creaciones literarias de la ciencia-ficción han inspirado y marcado la
dirección que luego han seguido la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas.
Desde Dédalo e Ícaro, hasta Isaac Asimov, con sus tres leyes de la robótica y
la Psicohistoria, pasando, cómo no, por Julio Verne y sus fascinantes
creaciones. Todo ello sin olvidar las utopías y las distopías, de carácter más
marcadamente sociológico, pero siempre con la tecnología disponible al servicio
de un determinado modelo social, o con éste adaptado a aquélla, cuando no
sometido a ella.
Según esto, el afán por la
consecución de determinados logros se habría visto impulsado por el poderoso
influjo que estos modelos y creaciones visionarias, anticipadas a su tiempo,
habrían ejercido sobre la voluntad humana, con la imaginación funcionando como
referente y acicate de la inteligencia, marcándole la dirección a seguir. El
tema de los robots entra de lleno en ello, y suscita incógnitas e inquietudes
en la medida que podría alterar, muy significativamente, tanto la propia
concepción del hombre sobre sí mismo, como el modo de relacionarse con sus
semejantes.
Aun así, este lugar común requiere
de un matiz, dicho sea sin la menor intención de desmerecer ni banalizar el
poderosísimo y activo papel de la imaginación como fuente de inspiración en
toda actividad intelectual creativa. El germen de lo concebido por la
imaginación siempre parte, inevitablemente, de lo real, de lo materialmente
existente, al igual que el constructo resultante sigue siendo deudor de las
leyes lógicas que regulan nuestro pensamiento y de la realidad que aporta el
material para forjarlo. No estamos pues hablando de imaginación delirante, sino
de una imaginación lógica que, como mínimo, concibe algo como posible en la
medida que es pensable. Otra cosa será, ciertamente, que sea realizable o no.
El viaje a la Luna de Verne lo fue; el que tuvo por destino el centro de la
Tierra, en cambio, no parece asequible, al menos hoy por hoy. ¿Lo serán Daneel
Olivaw o los Nexus 6[1]?
Publicado en Catalunya Vanguardista. El artículo completo aquí.
[1] Daneel
Olivaw es el robot creado por Isaac Asimov en sus novelas los robots y el ciclo
de Trántor, que acaba rigiendo los destinos del mundo en la última secuela de
las Fundaciones –Robots y Tierra-. Los Nexus 6 son el modelo más perfecto de
robots replicantes en la película Blade Runner y la novela en que se inspira:
“¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?”, de Philip K. Dick.
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