dissabte, 20 de desembre del 2014

LA TENTACIÓN DETERMINISTA SUS VERSIONES BUFAS: un devaneo libre entre la Filosofía de la Historia y la payasada (IV de IV)


 
 
 
El umbral entre lo sublime y lo grotesco es sin duda muy tenue en ciertos ámbitos, como entre la lucidez y el delirio… Circulaba en su momento un chiste que viene bastante al caso. Alguien comentaba que cada vez que respiramos nacen cien chinos. Al oírlo, uno de los contertulios se pone a respirar rápida y repetidamente hasta el jadeo. Acaban de nacer cuatro mil, afirma convencido después de 40 resuellos meticulosamente contabilizados…

Y ahora sí que estamos ya de lleno en las versiones bufas de lo que, en principio, podía ser una aspiración legítima de conocimiento: el artículo que ha motivado estas entregas, que anuncié en su momento, y este otro, si cabe aún más chabacano en atención a su mayor tendenciosidad. Un supuesto «divulgador» de la matemática de la historia, por nombre Juli Gutiérrez Deulofeu, nos anuncia que su abuelo, cómo no, matemático de la historia, predijo en su momento que la independencia de Cataluña se alcanzaría en el año 2029. El nombre del profeta matemático y abuelo del entrevistado en el rotativo de más tirada en Cataluña es Alexandre Deulofeu.

De entrada, lo primero que a uno se le antoja ante tamaña estupidez es tomársela a chanza. Una majadería más de tantas como se están diciendo y, en este sentido, digna de incorporarse a los anales del inefable “Institut de la Nova Història”, egregia institución dedicada a rescatar verdades sobre la Historia de Cataluña que la avidez española por las glorias impostadas nos hurtó a los catalanes durante siglos. Como a algunos ya les constará, entre tales verdades destacan que el Quijote fue escrito por un catalán, Miquel Servent, al que luego la historiografía imperial castellana denominó "Cervantes"; lo mismo en el caso del Lazarillo -sólo que el autor era valenciano-; o que Erasmo de Rotterdam fue el seudónimo utilizado por Ferran Colom -hijo de Cristóbal Colón- para dar curso a sus veleidades literarias y filosófica. Para qué seguir…

Y siguiendo con el estilo propio de la antedicha institución, hasta podríamos seguir con la mofa y acusar a Isaac Asimov de habernos ocultado que se inspiró en Alexandre Deulofeu, abuelo del divulgador, para crear al personaje de Hari Seldon,  atribuyendo tal ocultación al anuncio del año de la independencia catalana. Algo que por fuerza había que escamotear a cualquier precio. Vamos, que ríanse ustedes de los misterios de Eleusis.

Pero no. La cosa no es para tomársela a chanza. Y no sólo por los alarmantes índices de credulidad que se están dando entre cierto sector de la población catalana en la actualidad, en la mejor línea de la fe del carbonero; ni porque detrás del aparente pintoresquismo de la noticia subyazga un seudodeterminismo ramplón, ideológicamente sesgado y adoctrinador muy a tono con el modelo de súbdito pensado para la nueva era; ni porque un rotativo que va de serio debería ser algo más cuidadoso en sus entrevistas… No, hay otra razón a mi parecer mucho más importante, y es que cada vez está tomando más cuerpo un discurso hegemónico cuya única posibilidad de serlo radica en la aculturización generalizada de la sociedad, que ha puesto manos a la obra en ello con toda desfachatez, a la vez que, entre medio en broma medio en serio, condena ya, todavía sólo formalmente por ahora, al ostracismo a cualquier que denuncie tales payasadas como lo que son: auténticas aberraciones conceptuales disueltas en un totum revolutum en el cual todo vale si, y sólo sí, sirve a la causa. Y esto me parece gravísimo.

Porque la majadería es dignificable en este tipo de contextos, por más irrelevante i pintoresca que sea la afirmación y la disciplina en que diga basarse. Hasta ahora el independentismo era voluntad política, metafísica y teológica. Todo muy bien, pero faltaba lo fundamental, la certeza científica. Ahora ya la tenemos, gracias a la actividad divulgadora del nieto de l’avi Deulofeu.

Y hay dos cosas que aún me parecen más aborrecibles. La primera, que por increíble que parezca, más de uno se lo tragará a pies juntillas. La segunda, que el abuelo no es del todo culpable del dislate que su nieto está cometiendo con él.

Desconozco la obra de Alexandre Deulofeu, hasta poco más allá de lo que pueda encontrase aquí. Pero lo cierto es que no se trataba de ningún imbécil. Sus relativas licencias proféticas son, en cierto modo, un eco de la época, y las influencias, sobre todo, de Spengler y su “decadencia de occidente”, parecen más que evidentes. Incluso en su nacionalismo catalán, Deulofeu fue sin duda un hombre de su época. Una vez más, una cosa es sacar constantes de la historia, más o menos discutibles y azarosas, y otra es creerse en disposición de poder anticipar el futuro. Considerar que los imperios tienen un ciclo de 550 años, tras el cual se desintegran; tomar el año 1479 como el de constitución del imperio español –por del real matrimonio- e inferir de ello que el año de la independencia de Cataluña será el 2029 puede ser, en el mejor de los casos, un divertimento. Pero si uno es de los que piensa que por respirar más rápido nacerán más chinos, entonces está incurriendo en una payasada; que de creerse, deviene «revelación» en la más pura línea de la irracionalidad rampante. Y eso es peligroso, muy peligroso.
El gran error de nuestra época es que estamos pasando de la cientificidad racional a un cientismo supersticioso donde, por el simple hecho de estar aplicando las matemáticas, ya estamos haciendo ciencia. No deberíamos olvidar que la astrología, los astrólogos, utilizaban las matemáticas, pero sin que esto convirtiera su disciplina en una ciencia, porque su objetivo era el propio de una superstición, por más que sus cálculos fueran correctos y por más elevados que fueran los conocimientos matemáticos requeridos para realizarlos. Porque al fin y al cabo, por más rápido que nos esforcemos en resollar, no nacerán más chinos. ¡Si sólo pudiéramos entender esto!

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