Uno todavía recuerda cuando
tal día como hoy de no hace tantos años, aún se acostumbraban a gastar bromas y
hasta los periódicos y las radios soltaban en sus noticiarios alguna
«inocentada», es decir, alguna noticia estrafalaria, en ocasiones con visos de
verosimilitud, que algún crédulo desprevenido se creía a pies juntillas.
También, según parece, aunque esto lo vi mucho menos, algunos guasones se
dedicaban a colgar en la espalda de los transeúntes las famosas «llufas», unos
muñecos de papel recortado que los burlados paseaban sin saberlo convirtiéndose
en objeto de mofa del personal.
Una curiosa manera de
celebrar la efeméride de una masacre infantil bíblica de más que dudosa
veracidad histórica, pero masacre al fin y al cabo. Y es que el humor, desde el
chiste procaz hasta el más refinado, pero sobre todo el segundo, estaba sin
duda mucho más presente en nuestra sociedad que en la actualidad. Hoy los
periódicos ya no publican inocentadas, y si lo hicieran, seguro que habría
alguna regulación legal que obligara a informar al pie del falso notición, con
letras claras y de mayor tamaño que la noticia, de su condición de inocentada…
no fuera a creérselo algún bobo y se quedara traumatizado por la tomadura de
pelo. Y claro, algo así carecería absolutamente de objeto.
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