En general, los argumentos que
se esgrimen amparándose en la Constitución para rechazar una salida refrendaria
al embrollo catalán, o simplemente cualquier otra salida que no sea el
mantenimiento del status quo actual, no diré que sean ramplones, pero sí de un
almidonado al cual subyace un esencialismo inmovilista que, lo digo como lo
pienso, no me parecen a la altura de la causa que dicen defender. Así como en
cualquier debate acostumbramos a escuchar con frecuencia argumentos dignos de
mejor causa, también los hay de peor. Y mucho me temo que en este tema, estamos
en el segundo caso.
Porque no es exactamente lo
mismo defender el estado de derecho que la Constitución, que no es sino una
concreción de aquél, pero no la única posible. Menos aún, sostener como eje de
toda argumentación que precisamente porque la Constitución es la plasmación del
estado de derecho en España, y siendo el caso que no incorpora la opción de una
consulta secesionista para sólo una parte del territorio donde rige -ni para
todo él, dicho sea de paso-, tal posibilidad, o cualquiera otra que permita
abordar políticamente el problema, quede cortada de cuajo.
Y es éste un matiz que no se
nos debería pasar por alto.
El artículo completo AQUÍ
Lincoln -que había leído a Hume- se negó a aceptar que parte del país tuviese el derecho a cambiar lo que a la mayoría parecía bien, y llevó su convencimiento a sus últimas consecuencias. El juicio que de él hace la historia no es peor que el de Hume.
ResponEliminaPor otra parte, lo de que las esencias patrias son lo opuesto a un estado de derecho, si lo aceptamos, debería aplicarse a ambas partes. Saben perfectamente los que quieren construir el estado catalán, desde Pujol a los actuales, que es necesario el mito en torno al cual articular la visión de ese estado y de su relación con los vecinos, con el pasado, etc. No puede pretenderse que al tiempo que se van construyendo esas esencias para el caso de Cataluña, cosa que se viene haciendo desde el inicio de esa transición de la que tantos ahora abominan desde el catalanismo -habiendo sido Pujol uno de sus protagonistas-, deba exigirse que desaparezcan para España. Demasiado partido le han sacado ya a que el anterior régimen fue una dictadura, como si no hubiese tenido tantos partidarios en Cataluña como en otras partes de España.
ResponEliminaHay partidarios de que España permanezca unida que no invocan ninguna unidad de destino en lo universal, como hay secesionistas que al instante siguiente de conseguir la independencia iniciarían la reclamación del Anchluss con el resto de la Gran Catalunya. Entre los motivos que "cuentan" para los primeros está la solidaridad.
Claro que sí. Sólo que hoy le tocó a lo que en mi opinión es la igualmente esencialista visión del nacionalismo español, y de ahí su escasa capacidad de reacción, amparándose como excusa en una constitución convertida en quintaesencia pretextada. Sobre lo que pienso del nacionalismo catalán, de sus líderes, así como de sus mitografías, creo que ya lo he manifestado sin ambages cada vez que he abordado el tema. En mi caso, lo del patriotismo constitucional, va por Habermas, no por Ansar, para entendernos.
EliminaXavier,
ResponEliminaponer a Ansar y a Habermas en la misma frase es casi un crimen. En lo demás, de acuerdo.
Admito que roce lo delictivo, pero prefiero que se me considere un delincuente conceptual a que alguien pudiera pensar que mi noción de patriotismo constitucional es la de Ansar
EliminaAnsar, de hecho, les dio a algunos de los enemigos de su posible patriotismo la mejor munición; hasta hoy le siguen recordando lo que cuando dijo lo del movimiento de liberación para referirse a eta.
EliminaPero patriotismos aparte, Habermas y Ansar es como Bach y Manolo el del bombo. No sé si será cierre categorial o qué, pero pega fuerte.