Quien crea que se trata de
una simple instrumentalización de políticos irresponsables, está equivocado, o
al menos, lo está parcialmente, lo cual para el caso, sesga una vez más el
problema y sus posibles soluciones. Igualmente, quien crea que los
independentistas caen sólo del lado de la población catalana
"originaria" y con apellidos, genealógicamente hablando,
inequívocamente catalanes, está cometiendo un error de análisis de dimensiones
mastodónticas. En estos momentos, lo cierto es que el movimiento
independentista, y la corriente de opinión que conlleva, se está nutriendo de muchísimos
catalanes de segunda o tercera generación, hijos de la inmigración de los años
sesenta y setenta -con "zetas" en los apellidos, por decirlo así-,
hasta el punto de que la genealogía territorial del apellido no es un criterio
definitorio de la opinión de nadie sobre este respecto.
Y quien crea, como suele
también decirse "por ahí", llorando sobre la leche derramada, que
"tanto independentista" es
el resultado de una política educativa fuertemente connotada ideológicamente
desde el sesgo catalanista, supuestamente así aplicada por dejación del Estado
o por mercadeos politiqueros, o al "Club super-tres", o al Barça, o a cualesquiera de los tópicos
ad usum, está incurriendo
en un error de análisis propio de la miopía política con que se han abordado
secularmente los problemas políticos a lo largo de la historia de España. Una
cosa es que las categorías conceptuales con que opere la clase política
catalana beban de fuentes futbolísticas -de ahí su escasa talla política-; otra
muy distinta, que el independentismo sea «culpa» de Barça.
No creo que el
independentismo sea mayoritario en Cataluña en estos momentos. Todavía no. Pero
hay un dato que no debería pasar por alto ningún sociólogo ni analista político
que se precie: hay una amplia mayoría que concibe conceptualmente la
independencia de Cataluña como posibilidad; otra cosa es que luego, cada cual
opte o no por el independentismo. Y esto es lo verdaderamente significativo: si
el problema se enquista, el independentismo puede llegar a ser mayoritario. Una
vez más, el problema no es si a Cataluña le iba a ir mejor o peor, el problema
es la percepción que en estos momentos es mayoritaria entre la población de
Cataluña. Y ahí España tiene un problema.
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