diumenge, 30 de desembre del 2012

PHANTASMATA HISPANIARUM (VI) En todas partes cuecen habas


Lo del Álamo y David Crocket tiene ciertamente su cosa. Ya en las últimas décadas del siglo XVIII, la corona española había favorecido la inmigración de colonos anglosajones en Texas. Cultural y comercialmente mucho más ligados a los EEUU que a los inciertos y truculentos gobiernos mexicanos recién independizados de la metrópoli, lo cierto es que en la década de 1830, la dependencia mexicana de Texas era más testimonial que otra cosa. La consolidación en el poder del dictador López de Santa Ana y sus torpes y brutales intentos de someter a dicha provincia, tuvieron como respuesta inmediata la sublevación de todo Texas, encabezada por los anglosajones Austin y Houston, pero secundados también por buena parte de la población mestiza. Santana se endeudó hasta las trancas para formar un ejército muy por encima de sus posibilidades –así como de sus capacidades militares- y acometer el sometimiento de la provincia rebelde. En este contexto se inscriben los hechos del Álamo en 1836.

El Álamo era una vieja misión en ruinas situada en San Antonio, zona de paso obligada para el ejército mexicano en su marcha hacia el noreste en persecución del incipiente ejército texano de Sam Houston, el cual a su vez iba a armarse con material “generosamente” donado por los norteamericanos. Y en esta vieja misión del Álamo es donde unos doscientos hombres resistieron durante trece días las embestidas del ejército de Santana, hasta caer todos ellos aniquilados y dando lugar a una leyenda heroica cuyo paralelismo con las Termópilas es más que evidente. En ambos casos se trataría de un sacrificio consciente en aras a ganar el tiempo necesario que el propio bando necesita para organizarse.

El héroe del Álamo que ha pasado a la historia es David Crocket, pero en realidad había allí tres grupos de procedencias distintas y, en ocasiones, de difícil convivencia entre ellos. Por un lado estaba el coronel William B. Travis con sus milicias de Texas. Estaba también Jim Bowie, un terrateniente ganadero anglosajón, de más que dudosa reputación, que estaba haciendo la guerra por su cuenta y en cuya partida de voluntarios había, literalmente, de todo –desde esclavos hasta salteadores de caminos-. Finalmente, al frente de un grupo de voluntarios procedentes de Tennesse, se encontraba David Crocket.

De David Crocket se podría decir que era el prototipo del hombre de la frontera y que su muerte en el Álamo lo catapultó a la categoría de héroe y mito nacional. Luchó seguramente bajo las órdenes de Andrew Jackson contra los ingleses en 1815. Posteriormente, participó en las guerras indias que expulsaron a los pieles rojas más allá de los Apalaches y, alternativamente, ejerció de trampero. Pasó luego a dedicarse a la política y llegó llegó a ser congresista. La posterior hagiografía lo ha presentado como el honesto hombre de acción que se desencanta ante la taimada clase política que, justo en el momento que acaba de perder las elecciones y su condición de congresista, y enterado de la sublevación de los texanos, les espetó a sus todavía colegas del congreso: “Señores, no sé qué van a hacer ustedes; por mí pueden irse al diablo. Yo me voy a Texas”. Tenía 50 años.

En realida, lo que subyace a la supuesta epopeya del Álamo y la consiguiente indpendencia de Texas, es que los EEUU les habían echado el ojo a los inmensos territorios del oeste mexicano. Y lo de la independencia de Texas fue sólo la primera parte. Una década después se llevó a cabo la segunda. La anexión de Texas a los EEUU y una segunda guerra con México en la cual se le arrebató a este país más de la mitad de su territorio. A saber, lo que hoy constituyen los estados de –además de la propia Texas- Arizona, Nuevo México y California. Y ello sin contar territorios sobre los cuales la Corona española había tenido una soberanía sólo testimonial, que ahora los EEUU convertirían en efectiva, como Oregón o Nevada. En total,  unos tres millones de kilómetros cuadrados.

Los EEUU iniciaban así la realización de su “destino manifiesto”. Para ello había hecho falta inventarse un país, independizarlo, anexionarlo al cabo de doce años y arrebatarle a su antiguo propietario la mitad de sus territorios sin más apelación que el simple derecho al uso de la fuerza. Y claro, también inventar un mito y un héroe. El mito fue el Álamo, y el héroe David Crocket. Las Termópilas y el Leónidas americanos. Pero lo cierto es que Crocket y el Álamo no resisten la comparación con Leónidas y las Termópilas. Más bien fue, por parte de los norteamericanos, lo que antes de la corrección política se llamaba “una merienda de negros”.
Por cierto, hace unos años apareció la tesis doctoral de un universitario norteamericano, según la cual la muerte de David Crocket distaría mucho de la heroica autoinmolación de John Wayne haciendo volar el polvorín con él dentro para evitar que se la queden los mexicanos. Mucho más prosaicamente, Crocket se habría rendido y habría apelado a su condición de ciudadano de los Estados Unidos y exmiembro del Congreso para librarse del fusilamiento. De ser así, lo cual ignoro y sobre lo cual no opino, resultaría encima que Santa Ana habría facilitado la forja del mito al fusilarlo.
 
Bueno, y ahora que ha hemos visto algunas pajitas en ojos ajenos, a ver si somos capaces de ver las bigas en propio.

dijous, 27 de desembre del 2012

PHANTASMATA HISPANIARUM (V) En todas partes cuecen habas


Proseguimos con la fagocitación de mitos fundacionales (por ahora) foráneos. Hoy le toca al rey Arturo. Que hoy en día se considere una simple leyenda no implica que siempre se haya considerado como tal. La invención del rey Arturo fue en su momento una operación con fines propagandísticos urdida por Enrique II Plantagenet. Que luego entrara de pleno en el terreno literario de la mano de Chrétien de Troyes no quita que, de entrada, la finalidad con que se ideara fuera otra: la legitimación de la monarquía normanda en Inglaterra.

Enrique II le encargó a un clérigo, Geoffrey of Monmouth (1100-1155 aprox.) una Historia Regum Britanniae cuya finalidad real era legitimar su propio derecho y el de su dinastía, los Plantagenet, a la corona inglesa, algo en entredicho dado que procedía de la dinastía normanda, que había ocupado Inglaterra por la fuerza apenas un siglo antes, de la mano de Guillermo el Conquistador.

El objetivo fundamental era deslegitimar a aquellos a quienes los normandos habían destronado, los reyes sajones, y presentar a su vez una cronología de monarcas ingleses “legítimos” que habían sido en su momento desplazados por los invasores sajones cuatro siglos antes, durante los dark ages. Los tiempos obscuros correspondientes a la Alta Edad Media que habrían transcurrido entre el abandono de Britania por los romanos y la llegada de los normandos.

Pero Monmouth empieza mucho antes, desde la llegada de una tal Brutus, descendiente ni más ni menos que del héroe troyano Eneas –del cual procedería el nombre de Britannia- hasta el siglo VII, con la muerte de Cadwallader, último rey «legítimo». Entremedio, aparecen monarcas como el rey Lear, al que inmortalizará Shakespeare y, por supuesto, el rey Arturo.

Este «rey Arturo» habría unificado la Gran Bretaña –o Inglaterra- a finales del siglo V o principios del VI. Desde allí se habría lanzado a la conquista de la Galia. Pero la conspiración de su hermano Mordred le obligó a regresar a Inglaterra. Murió, o desapareció, en la batalla de Camlann.

Por un lado, Arturo habría muerto en esta batalla, y el «providencial» hallazgo de su tumba en la abadía de Glastonbury –una pieza más del montaje orquestado por Enrique II- así lo indicaría. Pero también habría sido trasladado por su hermana Morgana a la tierra de Avalon, desde donde un día volvería para reinar de nuevo en Inglaterra. Y a tal efecto se estableció un protocolo mediante el cual los reyes de Inglaterra, al ser coronados, proclamaban que si regresaba Arturo, deberían de cederle la corona. Incluso el futuro Felipe II de España, al devenir regente de Inglaterra por su matrimonio con María Tudor, tuvo que jurar dicho protocolo. Huelga decir que si Felipe II tuvo que hacer las maletas un par de años después, no fue debido a nada relacionado con el rey Arturo.

Más allá de la invención y falsificación histórica con finalidades de propaganda política, y de su posterior entrada en el terreno literario, la figura de Arturo se inscribe en el contexto de las luchas entre los anglorromanos y los invasores sajones que, ciertamente, tuvieron lugar en aquella época y que se resolvieron en los reinos sajones que destruyó Guillermo el Conquistador al invadir Inglaterra. Hay algunos textos galeses anteriores a la obra de Monmouth que se refieren a Arturo. Igualmente, de haber existido realmente algún personaje cuyas gestas inspiraran la «historia» y la leyenda posteriores, debió ser sin duda algún caudillo britano que luchó contra los invasores sajones. El resto fue, si duda alguna, pura invención. Baste decir que el historiador inglés altomedieval por excelencia, Beda (s VII), ni siquera lo cita. Otras fuentes (Gildas) hablan de un personaje llamado Ambrosius Aurelianus, cuya intervención habría sido decisiva en la batalla de Monte Badon. Dicho Ambrosius Aurelianus ha sido considerado por algunos historiadores como el personaje que podría haber inspirado la posterior construcción del rey Arturo.

En definitiva, todo fue un montaje propagandístico destinado a legitimar a una dinastía que acababa de desplazar a los sajones, los cuales al haber sido los que habían destruido el orden anterior, permitían que la dinastía de los Plantagenet se presentara como la restauradora de la legitimidad anglorromana anterior a los años obscuros. Una «legitimidad» de la cual surgiría Inglaterra. Una Inglaterra fundada, ni más ni menos, que por el hijo de un tataranieto del troyano Eneas. Casi nada.

dilluns, 24 de desembre del 2012

PHANTASMATA HISPANIARUM (IV) En todas partes cuecen habas


 
No sale mucho mejor parado que Roldán el germano Arminio, vencedor de los romanos en los bosques de Teutoburgo. Su encumbramiento ideológico como encarnación del Volksgeist alemán corrió a cargo del II Reich de Bismark. Dejaré de lado los mitos del III Reich porque sólo con echarles un vistazo se evidencia que nos las estábamos habiendo con un grupo de tarados. No... Mejor Bismarck, que era más listo.

Después de la unificación alemana bajo la égida prusiana en 1870, había que ideologizar, y uno de los aspectos de la ideologización es tirar de mitos. Haberlos, lo que se dice haberlos, habíalos y sobradamente en la tradición alemana. Pero estaban en muchos casos excesivamente «romanizados». En otras palabras, demasiado «civilizados». Carlomagno, por ejemplo, tendría tanto derecho a ser un referente alemán como francés. Y esto no servía. Había que buscar algo más «alemán», exclusivamente «alemán». Y a parte de Wagner, le tocó a Arminio.

Arminio era un caudillo germano, parece que de la tribu de los queruscos, que servía en la caballería auxiliar romana, a las órdenes de Publio Quintilio Varo, que con las XVII, XVIII y XIX legiones, se encontraba sometiendo la Baja Sajonia, entre el Rhin y el Elba. Como las cosas pintaban mal, Varo decidió retirarse a lugares más seguros. Durante la lenta marcha -tres legiones más todo su "acompañamiento"- el "olor" a botín fue atrayendo a varios régulos germanos. Arminio entró en tratos con ellos y acordó cambiar de bando en el momento preciso, a cambio de ejercer el mando. Y así lo hizo en el bosque de Teutoburgo, la mayor derrota militar romana desde los tiempos de la batalla de Cannas.

Pronto hubo problemas entre los régulos germánicos a raíz del móvil que les había «unido», el reparto del botín, y contra las ambiciones megalómanas de Arminio. Arminio fue asesinado poco después por sus propios «compatriotas», los romanos se hicieron fuertes en la frontera del Rhin, los germanos prosiguieron con sus trifulcas de siempre y prácticamente nada importante se movió en los tres siglos siguientes. Eso sí, nunca una legión romana volvió a llevar los números XVII, XVIII o XIX.

Arminio tuvo en realidad una intervención que, históricamente no cabe calificar sino de irrelevante. Qure ver en él a un protopatriota alemán, es como querer ver a un estadista en Fernando VII. Pero 1879 años después, se rediseñó su perfil como el del personaje ideal para encarnar la nueva parafernalia hacia donde se quería que mirara la nueva Alemania del II Reich.

dissabte, 22 de desembre del 2012

PHANTASMATA HISPANIARUM (III) En todas partes cuecen habas


 
Que todos los mitos fundacionales son precisamente eso, mitos, y por lo tanto no-historia, está fuera de toda duda. Ahora bien, otra cosa es que estos mitos, por su propia naturaleza y de acuerdo con la finalidad para que han sido concebidos, tiendan a parecer lo más verosímiles posible históricamente hablando y pretendan a la vez pasar por «Historia» y enquistarse en ella. De su propia coherencia depende. Y en unos casos, ciertamente, se presentan como más coherentes y, por lo tanto, más verosímilmente verídicos que en otros. Veamos algunos mitos foráneos.

Lo de Roldán y Roncesvalles, por ejemplo. Hablar de Roldán y Roncesvalles es hablar del poema La Chanson de Roland, de Carlomagno y de Francia. Es un caso clarísimo de maquillaje mítico-histórico dignificador de una burda operación de saqueo por parte de los francos de Carlomagno. Resulta que después de fracasar en su intento de tomar la Zaragoza musulmana, la antigua Caesaraugusta romana, y tener que volverse por donde habían venido, los "bravos" soldados francos no  habían percibido pago alguno en ninguna de las "especias" en que acostumbraban a «cobrarse» sus servicios: licencia para botín y violaciones entre la población saqueada. En otras palabras, que volvían a Burgundia, Neustria y Austrasia (los tres reinos francos) con las manos vacías, tanto en lo referente a los bolsillos como a la líbido. Un mal negocio.

Y en el camino de vuelta a Francia dieron con una pequeña ciudad, la antigua Pompaelo/Iruña, poblada por vascones a los cuales, sin que tuvieran arte ni parte en todo el rifirrafe entre Carlomagno y el Califato, les tocó pagar los apetitos francos en propia piel. Un «saqueo heroico», el de Pamplona, que tampoco fue gran cosa para los francos, dada la pequeña envergadura de la ciudad, pero que para los vascones fue una catástrofe sin paliativos. De modo que entre los supervivientes y otras tribus que acudieron en su ayuda -y a la caza del posible botín también, cómo no- decidieron vengarse exterminando a la retaguardia franca en Roncesvalles.

Es decir, contra lo que se ha dicho muchas, por cierto que también por parte de la historiografía española -acaso un tropismo antivasco-, no es que los vascones que atacaron al ejército franco fueran unos salvajes ávidos de botín que intervinieron en un conflicto en el que no tenían arte ni parte, fastidiando así ulteriores oportunidades para que desde Francia se aupara el desalojo del moro de  las tierras hispanas, sino que, muy al contrario, estaban vengándose del saqueo de su ciudad a manos de los francos. Un saqueo que les había dejado muy escocidos, como es normal. Desde la perspectiva estrictamente histórica y al menos en lo relacionado con el episodio de Roncesvalles, Roldán nunca fue un héroe, sino más bien un villano, aunque la dirección del  mito fuera la inversa: hizo del villano un héroe.

dijous, 20 de desembre del 2012

PHANTASMATA HISPANIARUM (II) Excusatio non petita...


Este excurso haga tal vez bueno aquello de excusatio non petita, acusatio manifesta. Lo admito. Como ya admito de entrada que voy a fagocitar ciertos mitos, no está de más que se diga que no es una exclusiva hispánica que los mitos sean invenciones ideológicas más o menos manipuladoras y tendentes a crear una idea de conciencia colectiva con finalidades ciertamente inconfesables, o como mínimo inconfesadas, las más de las veces...

Así que antes de ir a por los mitos españols, catalanes o vascos, permítaseme un breve excurso por ciertos mitos fundacionales de otros países, no menos falsos que los de aquí e igualmente capciosos. Verbigracia, el de Roldán en Roncesvalles, el de Arminio en Teutoburgo, el del rey Arturo en Inglaterra y, para que no se diga que somos proamericanos por los implícitamente elogiosos términos vertidos sobre ellos en anteriores entradas, el de David Crocket y el Álamo. Hay muchos más, pero con estos cuatro nos bastará para hacernos una idea cabal de las mismas habas que se cuecen en todas partes.
Quien esté dispuesto a ver paja en ojo ajeno, que siga leyendo las próximas entregas; quien no pueda soportar la viga en propio, que lo deje tan pronto como entre en contacto con el material "sensible".

dimarts, 18 de desembre del 2012

TETE MARAGALL NO SAP LLATÍ


 
 
Si en sabés només una mica, segur que no hauria triat per al seu nou partit polític, que ha fundat fa apenes uns dies, la denominació NECat, perquè aleshores sabria que en aquesta llengua, que és, per cert, la mare del català, el que vol dir NeCat és

NO-CATALUNYA

I el llatí és una llengua prou propera com perquè calgui tenir en compte aquestes coses. 
Que no li ha dit ningú? 

Ja sabíem que no té cap carrera universitària, però.... I el batxillerat? Tampoc?

dilluns, 17 de desembre del 2012

A PROPÓSITO DE "LA MAUVAISE REPUTATION" (Un tema de traducción)


Citaba en mi último post, como estrofa favorita, la de Brassens en La mauvaise reputation, que descubrí en Paco Ibáñez, quien la había traducido al castellano como La mala reputación.
Le jour du Quatorze Juillet
Je reste dans mon lit douillet.
La musique qui marche au pas,
Cela ne me regarde pas.
Traducción al castellano por Paco Ibáñez:
Cuando la fiesta nacional,
yo me quedo en la cama igual,
que la música militar,
nunca me supo levantar.
Luego reparé en algo sorprendente, al menos para mí. No hay traducción catalana de esta canción. Y si tenenos en cuenta que el catalán iba  en su época por delante del castellano en este aspecto, la cosa resulta algo chocante.
Ignoro si hi hay actualmente traducción al catalán de La mauvaise reputation. Hay, sí, un catalán que ha hecho algo al respecto, creo, Loquillo. Pero en castellano.  Da igual, el tema es otro. Si hubiere (alguna vez) traducción al catalán de La mauvaise reputation ¿Cómo traduciría el traductor eso de "quatorze julliet"? No es un tema baladí, de ninguna manera.
a) ¿Como «la diada nacional» en la línea Paco Ibáñez?
b) ¿Como  "l'onze de setembre", adecuando más literalmente el francés al catalán?
c) ¿Simplemente como "el catorze de juliol"?
Apuesto a que si hay subvención por la traducción, seguro que es la opción C. Y si no la hay, como también hay autocensura, o para eso está el subsonsciente, para traicionar, sin duda también.
Me gustaría equivocarme, porque me duele que sea así. Pero mucho me temo que no me equivoco. Las razones son tan obvias que ruborizaría tener que explicitarlas.

dissabte, 15 de desembre del 2012

AUTO DE FE NACIONAL-SENTIMENTAL


Dicen que el nacionalismo es cuestión de sentimiento. De educación sentimental, vamos. Pues yo creo que no. Tal vez para algunos sea así, o puede que quizás más bien sea así como lo piensen. Aunque no parezca ser una sospecha demasiado generalizada, lo cierto es que los sentimientos son muy manipulables y, a la vez, artificiosos, mutables e impostables. Pensar que los sentimientos son más espontáneos que la razón es un error; valorarlos por encima de la razón a partir del error anterior, una estupidez.

Soy catalán por ius solis y por ius sanguinis. Y es la lengua catalana la primera que aprendí sin que yo lo recuerde, como tampoco recuerdo haber estado aprendiendo castellano más que, en ambos casos, muy vagamente y en las brumas de los tramposos recuerdos de la primera infancia.

He tenido -por suerte o por desgracia, según como cada cual quiera mirarlo- muchas «novias», en el sentido de unos mínimos de perdurabilidad en el tiempo y/o impronta en el recuerdo. Unas fueron «nacionales» -en ambas extensiones, la tiria y la troyana- y otras de importación. Incluso en algunos casos, yo era la "importación", siempre en función del lugar de autos. Con unas me relacioné en catalán, con otras en castellano y, aún con otras más, en francés o en inglés. Y en el caso del inglés, además, como lingua franca.

Mi cómic favorito fue, sigue siendo, «El Capitán Trueno». Le siguen «El Hombre Enmascarado» -«The Phantom» en el original americano- y «Astérix». Mis primeras incursiones «literarias» consistieron, hasta donde alcanza mi memoria, en lecturas de Verne, Dumas, Scott, Melville, Stevenson, Cooper, London y Salgari, así como una biografía de Aníbal -"Barca", no "Lecter"; conviene clarificarlo conociendo el percal que se gasta hoy en día- y una edición juvenil de "La Eneida".

Mis primeros gustos musicales se inclinaron por "Simon & Garfunkel", los «Beatles», George Moustaki -del cual la primera canción que recuerdo es, con trece años y en Francia, «Marche de Sacco et Vanzetti»- Serrat y Bob Dylan. Poco después descubrí a Llach, a Raimon, a Paco Ibáñez, a Brassens, a Jara... Y también, claro, a los Rollings, a Young, a Jethro Tull, a Pink Floyd... Antes que a todos ellos, había sucumbido a Nino Bravo. Siento míos a estos autores y sus letras en el sentido de que forman parte integrante de mi acervo cultural y humano, como siento igualmente mías las lecturas antes citadas y sus autores, o los recuerdos sentimentales aludidos. Todo ello, en definitiva, configuró mi educación sentimental; que será la que sea, sin entrar en valoraciones, pero que precisamente por todo ello, es la que es. Así como es mi estrofa favorita:

Cuando la fiesta nacional,

yo me quedo en la cama igual,

que la música militar,

nunca me supo levantar.

 

I con Espriu digo "Escolta Sepharad:  els homes no poden ser si no són lliures" Remarco «els homes» y veo a mi alrededor muchos, demasiados Sepharads  o con ganas de serlo.

¿Cómo iba a ser nacionalista? Ni aun que quisiera... Tal vez algún día tenga que pedir perdón por ello... No pienso hacerlo. Además, estoy convencido de que en cualquier "conversión", empezando por la de San Pablo, siempre hay un irredento factor de hipocresía. Como decía Serrat en otra de mis estrofas favoritas:

No me siento extranjero en ningún lugar,

donde haya lumbre y vino tengo mi hogar.

 
Pues eso.

dimecres, 12 de desembre del 2012

PHANTASMATA HISPANIARUM (I)



A la vista de lo que hemos estado tratando anteriormente sobre naciones, a propósito del «C.S.S. Hunley» y en el divertimento sobre la eventualidad de que se encontrara un supuesto Hunley catalán, hundido por la flota borbónica el año 1714 durante el bloqueo de Barcelona, surge inevitablemente una pregunta que ya nada tiene de divertimento: ¿Por qué en un caso, ciento cincuenta años después, los americanos consideran un orgullo que los confederados construyeran un submarino para luchar en una guerra civil y entierren a sus tripulantes con honores militares, mientras por aquí cualquier descubrimiento por el estilo sólo levantaría entrecruzamiento de acusaciones y memoriales de agravios? ¿Por qué?

Hay una primera respuesta que parece, de entrada, evidente, pero sólo en apariencia: porque las causas del conflicto que motivó la guerra civil americana hace ciento cincuenta años están liquidadas, mientras que las que produjeron la guerra de sucesión española hace trescientos, no. Lo mismo, sólo que en este caso «sólo» con setenta y cinco años de por medio, podría decirse respecto a las secuelas de la guerra civil.

Sorprende, de entrada, que una guerra que concluyó el año 1714 siga viciando el presente mientras que en los EEUU, sólo un tiempo despuéss, parecían haber cicatrizado. En el caso de la guerra civil 1936-39 y su secuela de 35 años de dictadura, podría acaso parecer más lógico que perviviera en el imaginario colectivo dada su mayor proximidad en el tiempo. Sin embargo, igualmente sorprende tal pervivencia si lo comparamos con el caso de otros países. Desde 1939 hasta nuestros días, han pasado 73 años. Si este mismo segmento de tiempo lo trasladamos a los EEUU desde 1865, año del final de la guerra civil americana, nos situaríamos 1938. Durante este tiempo los EEUU habían combatido y exterminado a los indios, en la guerra de Cuba, en la Primera Guerra Mundial y se encontraban  en vísperas de entrar en la Segunda. En 1938, en los EEUU, ya nadie se acordaba de la guerra civil como un arma arrojadiza de rencores y agravios, sino que era era ya un tema para la tradición, para la literatura y para la historia. Y para el cine.

Se podía evocar, ciertamente, la nostalgia de una sociedad perdida, como sería el caso de Gone with de wind, de Margaret Mitchell, inspirada, al parecer, tía abuela suya, de la misma forma como Il Gattopardo de Lampedusa se habría inspirado en el bisabuelo del autor. Un paraíso perdido, sí, pero que precisamente por perdido, nadie reivindica ya como algo real. Exactamente de la misma manera como si, a nivel individual y de acuerdo con Proust, aceptamos que la patria es la infancia, deberemos admitir que su evocación, por más nostálgica que pueda ser, no nos lleva a reivindicar su vuelta. En una situación psíquicamente sana, claro. Así es como tengo yo la impresión que se recuerda en los EEUU la guerra civil. O el estado de cosas anterior. Con la nostalgia de algo dejado irremisiblemente atrás, como el camino cuya senda no se volverá a pisar.También, acaso como un segundo momento fundacional, y como tal, fuera del tiempo.

Y conste que el tiempo del que hemos partido son los 73 años que hace que concluyó la guerra civil española 1936-39. Tema interesante donde los haya por la duración de las secuelas y agravios, tal vez aún pendientes, que generó y con cuya pervivencia aún arrostramos hoy. Pero como aquí lo que nos llevó hasta esto es el tema de las naciones y los nacionalismos, resulta que la cosa aún es peor, porque frente a los 147 años que hace de la conclusión de la guerra civil americana, hace en cambio 298 del final de la guerra de sucesión, y sus secuelas aun perduran. Pero no como una patria perdida en el tiempo, no como una evocación nostálgica, sino como algo a reivindicar y que sigue siendo hoy, tres siglos después, un arma arrojadiza. Y lo más curioso: sigue siendo así tanto para los que se reclaman vencedores como para los que se reclaman vencidos.
¿Pero fue siempre así desde entonces? Eso es lo que no tengo tan claro.

diumenge, 9 de desembre del 2012

IBERIA, TELEFÓNICA Y "EL CAPITAL" (de Costa Gavras)


Resulta que Iberia va a despedir a cinco mil trabajadores. A la vez, la misma Iberia va a comprar Vueling. Quizás la haya comprado ya. Y el Estado sin decir esa boca es mía.

Telefónica, por su parte, con unos beneficios declarados de 2075 millones de euros, sólo en el primer semestre, y previsibles de 4000 millones en todo el año, parece no tener suficiente y ha decidido también enviar al paro a unos cuantos miles de sus trabajadores. Con medio PP de Ansar ahí dentro ¿Habrá intentado Rajoy ejercer sus "buenos oficios"?

Me entero que "Paradores Nacionales" va a cerrar unos cuantos ídem. Y resulta que, de paso también me entero, estos paradores, cuya propiedad es del Estado, están gestionados por una empresa privada. Pero quien aparece dando la noticia del cierre y los despidos en televisión es una secretaria de estado (?). ¿A qué estamos jugando?

La Sanidad pública, correteada por gobierno central y autonómicos, se está privatizando a marchas forzadas. Por lo visto, todos querían la transferencia de la competencia para poder privatizar "mejor". Cataluña y Madrid son los casos más conocidos, pero no los únicos. Un sector, el sanitario, que se privatiza bajo el subterfugio de ser "deficitario". Pero entonces, si según dicen se va a mantener el servicio ¿Cómo se explica que las empresas privadas le tengan echado el ojo? ¿Les gusta perder dinero?

Cuatro casos muy distintos -podríamos citar más- y una cosa en común. En todos ellos estamos hablando de sectores que fueron antaño propiedad del Estado. Hoy privatizados o en vías de ello y, una vez exprimidos, tirados a la basura.

Uno, modestamente, se pregunta cómo puede moralmente alguien que dice que está perdiendo dinero, cerrar líneas, despedir a cinco mil trabajadores y, a la vez, adquirir una empresa de la competencia que está realizando algunas de las líneas que ahora cierra la primera. Y cuando digo "moralmente" me estoy refiriendo a cómo el Estado no regula esto e interviene de una vez ante tanta falta de escrúpulos. ¿No estaba para eso?

Y uno se pregunta también cómo una empresa que se privatizó y en la cual acto seguido se colocaron en puestos de grandes soldadas los mismos ministros que la privatizaron y sus amiguetes de turno, cómo, decía, declarando beneficios puede estar haciendo un expediente de regulación de empleo que pone en la calle a cerca de diez mil personas.

¿Y lo de los "Paradores Nacionales de Turismo"? Si es una empresa privada ¿Por qué da la noticia el ministerio? Y si sigue siendo patrimonio nacional -me temo que como el del gran Berlanga- ¿Cómo no se toman cartas del asunto? ¿Es acaso eso mismo lo que quieren hacer con la Enseñanza Pública? Porque al ministro Wert parece que lo único que le preocupa es en qué lengua se dice, no qué se dice. Quizás para que no se sepa que está copiando de Cataluña el modelo de gestión privatizadora de los centros públicos.

De la Sanidad pública, mejor no hablar, ya lo hice a propósito de la adjudicación de un Centro de Atención Primaria en L'Escala (Girona) a una empresa cuya actividad principal son los servicios de limpieza. Así, tal cual.

En fin, todo esto son apuntes apresurados que le vienen a uno después de haber visto la película "El Capital", de Costa Gavras, y de ponerla en relación con la perplejidad que le produjo enterarse que Iberia despedía gente a la vez que compraba empresas, sin que "nadie" hiciera nada para evitarlo. No es, desde luego, ésta, la mejor película de Costa Gavras. La mejor, para mí, siempre será la mítica "Z" -un icono sentimental, también-. Pero tampoco denuncia nada que no ocurra. Muy al contrario, es más realista de lo que muchos puedan llegar a creer. Eso sí, se le olvida algo, aunque lo insinúa con la "broma" de las encuestas de autoevaluación entre el pesonal empleado: el imprescindible pábulo a la parroquia para que siga entretenida. El "opio del pueblo" o el "Somma" de los Epsilon en el Brave new world del inolvidable Huxley. A Costa Gavras se le ha olvidado, pero a nuestro gobierno no. Que para eso es el "Gobierno".

Y si no, pasen y vean, señoras y señores, un espectáculo único en el mundo, más sorprendente aún que el de aquel elefante que hacía media.... media hora que se esperaba. Mientras la crisis nos ha mandado ya a "Segunda División" y amenaza con aherrojarnos a la "Segunda B", la gran preocupación del Estado, bien jaleado por la caverna mediática y los abrazafarolas y mangantes de turno, es que los estudiantes catalanes no se examinen de catalán en las "reválidas". ¡Ya era hora que alguien se atreviera! ¡Ese Wert sí que los tiene bien puestos! Pues vaya, ni ESO.
Yo me pregunto: ¿Tenemos un Estado o una mierda?

dimecres, 5 de desembre del 2012

WERT: LA DERECHA SOLIDARIA


Para eso están los amigos, a Wert si no. Para echar un capote cuando uno Mas lo necesita. No pintaban las cosas bien en Camelot después del farol artúrico. Así que hubo que tirar de lo de siempre por parte de los de siempre. Y luego dirán que la derecha no es solidaria. Vean si no con que prestancia ha acudido el PP, de la mano del inefable Wert, en auxilio de sus correligionarios catalanes.

Ya tenemos el conflicto servido y liderado de nuevo por quien debe liderarlo. Tema muy poco dado a matices el que tan inteligentemente han elegido. O estás con unos o con otros; conmigo o contra mí. El que no esté con nadie es un traidor o un descastado. La trinchera perfecta. Ahora ya podemos empezar el rodaje de la nueva versión de Paths of Glory... eso sí, sin Kubrick ni Kirk Douglas.

Hasta lo han entendido los que acostumbraban a no entender nada. Desde una perspectiva sin duda  errónea como la mía, Ciutadans, por ejemplo, acaba de perder una oportunidad de oro para demostrar dos cosas. La primera, que creen en lo que predican, la igualdad escrupulosa entre el castellano y el catalán; la segunda, más formal, que lo cortés no quita lo valiente. Es decir, que realmente, y por un lado, están por la igualdad legal de trato entre el catalán y el castellano, con lo cual podían haber reclamado que el catalán fuera también materia troncal -como el castellano- al a vez se podían haber posicionado a favor de los aspectos de la misma ley en lo referente a la inmersión lingüística que siempre han criticado. Un arrebato, éste, de coherencia -al menos con su discurso teórico, en el supuesto de que lo tengan- que por lo visto les trasciende. Por el otro lado, en lo referente a lo cortés no quita lo valiente, se posicionaban en unos aspectos con el PP y en otros con CIU. Pues ni lo uno ni lo otro: a cerrar filas con Wert.
Tendrá que pasar mucho tiempo antes de que se pueda valorar en su justa medida el favor que Wert le acaba de hacer a Camelot. Ya no importan los recortes de unos y de otros, ni su tenaz incompetencia.  Lo dicho, para eso están los amigos.

diumenge, 2 de desembre del 2012

UNES JORNADES FORÇA PROFITOSES


Tot acaba arribant, tard o d'hora, i després de molta feina, aquest cap de setmana hem tingut a ASPEPC·SPS les jornades de secundària sobre el fracàs escolar. Venia gent coneguda, però la incertesa sobre l'assistència sempre planeja sobre qualsevol acte, i més encara avui en dia. El cartell era bo, molt bo: Inger Enkvist, Ricardo Moreno Castillo, Gregorio Luri i Oiol Pi de Cabanyes. I la veritat és que els resultats han estat immillorables. Ple d'assistència, conferències de nivell i l'audiència aguantant al peu del canó fins a última hora en un cap de setmana. Què més es pot demanar?
 
Ha valgut la pena.