dissabte, 15 de desembre del 2012

AUTO DE FE NACIONAL-SENTIMENTAL


Dicen que el nacionalismo es cuestión de sentimiento. De educación sentimental, vamos. Pues yo creo que no. Tal vez para algunos sea así, o puede que quizás más bien sea así como lo piensen. Aunque no parezca ser una sospecha demasiado generalizada, lo cierto es que los sentimientos son muy manipulables y, a la vez, artificiosos, mutables e impostables. Pensar que los sentimientos son más espontáneos que la razón es un error; valorarlos por encima de la razón a partir del error anterior, una estupidez.

Soy catalán por ius solis y por ius sanguinis. Y es la lengua catalana la primera que aprendí sin que yo lo recuerde, como tampoco recuerdo haber estado aprendiendo castellano más que, en ambos casos, muy vagamente y en las brumas de los tramposos recuerdos de la primera infancia.

He tenido -por suerte o por desgracia, según como cada cual quiera mirarlo- muchas «novias», en el sentido de unos mínimos de perdurabilidad en el tiempo y/o impronta en el recuerdo. Unas fueron «nacionales» -en ambas extensiones, la tiria y la troyana- y otras de importación. Incluso en algunos casos, yo era la "importación", siempre en función del lugar de autos. Con unas me relacioné en catalán, con otras en castellano y, aún con otras más, en francés o en inglés. Y en el caso del inglés, además, como lingua franca.

Mi cómic favorito fue, sigue siendo, «El Capitán Trueno». Le siguen «El Hombre Enmascarado» -«The Phantom» en el original americano- y «Astérix». Mis primeras incursiones «literarias» consistieron, hasta donde alcanza mi memoria, en lecturas de Verne, Dumas, Scott, Melville, Stevenson, Cooper, London y Salgari, así como una biografía de Aníbal -"Barca", no "Lecter"; conviene clarificarlo conociendo el percal que se gasta hoy en día- y una edición juvenil de "La Eneida".

Mis primeros gustos musicales se inclinaron por "Simon & Garfunkel", los «Beatles», George Moustaki -del cual la primera canción que recuerdo es, con trece años y en Francia, «Marche de Sacco et Vanzetti»- Serrat y Bob Dylan. Poco después descubrí a Llach, a Raimon, a Paco Ibáñez, a Brassens, a Jara... Y también, claro, a los Rollings, a Young, a Jethro Tull, a Pink Floyd... Antes que a todos ellos, había sucumbido a Nino Bravo. Siento míos a estos autores y sus letras en el sentido de que forman parte integrante de mi acervo cultural y humano, como siento igualmente mías las lecturas antes citadas y sus autores, o los recuerdos sentimentales aludidos. Todo ello, en definitiva, configuró mi educación sentimental; que será la que sea, sin entrar en valoraciones, pero que precisamente por todo ello, es la que es. Así como es mi estrofa favorita:

Cuando la fiesta nacional,

yo me quedo en la cama igual,

que la música militar,

nunca me supo levantar.

 

I con Espriu digo "Escolta Sepharad:  els homes no poden ser si no són lliures" Remarco «els homes» y veo a mi alrededor muchos, demasiados Sepharads  o con ganas de serlo.

¿Cómo iba a ser nacionalista? Ni aun que quisiera... Tal vez algún día tenga que pedir perdón por ello... No pienso hacerlo. Además, estoy convencido de que en cualquier "conversión", empezando por la de San Pablo, siempre hay un irredento factor de hipocresía. Como decía Serrat en otra de mis estrofas favoritas:

No me siento extranjero en ningún lugar,

donde haya lumbre y vino tengo mi hogar.

 
Pues eso.

1 comentari:

  1. Grande y bello el post. Si puedo atreverme, y con el debido respeto y permiso, diría emocionante. Comparto la inmensa mayoría de los elementos de tu bagaje ahí listados y el mismo sentimiento implícito de aversión a comenzar la tercera guerra mundial por una línea fronteriza, una idea o una lengua más o menos preferida. Hay, por fortuna, cosas infinitamente más importantes, por hermosas, que cualquier diferencia. Gracias, Xavier, por permitirnos leer en y con el alma.

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