Este excurso haga tal vez
bueno aquello de excusatio non petita,
acusatio manifesta. Lo admito. Como ya admito de entrada que voy a fagocitar
ciertos mitos, no está de más que se diga que no es una exclusiva hispánica que
los mitos sean invenciones ideológicas más o menos manipuladoras y tendentes a crear una idea
de conciencia colectiva con finalidades ciertamente inconfesables, o como
mínimo inconfesadas, las más de las veces...
Así que antes de ir a por
los mitos españols, catalanes o vascos, permítaseme un breve excurso por
ciertos mitos fundacionales de otros países, no menos falsos que los de aquí e
igualmente capciosos. Verbigracia, el de Roldán en Roncesvalles, el de Arminio
en Teutoburgo, el del rey Arturo en Inglaterra y, para que no se diga que somos
proamericanos por los implícitamente elogiosos términos vertidos sobre ellos en
anteriores entradas, el de David Crocket y el Álamo. Hay muchos más, pero con
estos cuatro nos bastará para hacernos una idea cabal de las mismas habas que
se cuecen en todas partes.
Quien esté dispuesto a
ver paja en ojo ajeno, que siga leyendo las próximas entregas; quien no pueda
soportar la viga en propio, que lo deje tan pronto como entre en contacto con el material
"sensible".
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