divendres, 28 de novembre del 2014

ORIOL JUNQUERAS, EL HOMBRE QUE PUDO REINAR



Anuncié que ocurriría, pero no imaginé un escenario tan desfavorable para la ERC de Junqueras como el que se ha producido, en gran parte por sus propias torpezas. Apenas unos días antes de la patochada del 9-N, Mas lo tenía crudo, muy crudo, y Junqueras todo a favor. La unidad de los partidos proconsulta estaba rota. Iniciativa se desmarcaba; Duran seguía pensando qué quiere ser cuando sea mayor y tenga que tomar decisiones; las CUP a lo suyo desmintiendo un acuerdo con Mas y poniéndolo, si cabe, más en ridículo; el PSC sacando barriga; el PP catalán y su marca blanca, Ciudadanos, satisfechos por la prevalencia de la ley y sin que la barbacoa les quitara demasiado el sueño; ERC en la cresta de la ola con todas las encuestas a su favor… Y Mas, amortizado por completo, postulando una charanga guineana como remedo de consulta y sin credibilidad alguna. ¿Qué tuvo que pasar para que la situación se invirtiera de tal manera?

Pues que llegó el gobierno español, con Mariano y el TC en cabeza, con su proverbial torpeza en estos menesteres, y prohibió el carnaval. Todo fue prohibir y se recompuso la unidad del prietas las filas. Mas supo aprovecharlo; Junqueras no, mordió el cebo y se enganchó al anzuelo. Ya sólo falta que le saquen del agua y empiece a boquear. Gracias a tan estúpida prohibición, el independentismo ha pasado de estar en reflujo a más pujante que nunca. Como dicen por aquí, a «Madrid» hay que agradecérselo.

Durante dos años, Junqueras apoyó a un gobierno moribundo que iba a salto de mata. Y mientras CIU se desgastaba entre su errática e hipotecada acción de gobierno, o más bien de desgobierno, y sus sistémicas corruptelas -padrino Pujol incluido-, Junqueras pasaba por el guardián de las esencias frente a un Mas cuyo independentismo, entre la parroquia independentista, más bien se vio siempre como sobrevenido y de conveniencia. De poco fiar, vamos.

Las encuestas anunciaban el hundimiento de CIU y el sorpasso de ERC. Y cuando Mas se echó patrás a la primera prohibición del TC, la del referéndum de verdad, encima pasó por cagón y arrugado. Hasta la Marine Le Pen local con barretina le chilló con exigencias que convocara elecciones ya. Pero a ésta ya la ha puesto en vereda quien manda.

Y el bueno de Junqueras pensaba que lo tenía todo controlado, convencido que iba a ser el próximo presidente de la Generalitat de Cataluña. Pero en eso llegó Mariano y le hizo un favor a Mas prohibiéndole la chirigota. Y los tropismos atávicos de ERC le jugaron una mala pasada al pobre Junqueras, mordió el anzuelo y cerró filas con Mas. Y Mas lo aprovechó. Sólo le faltó utilizar toda la cobertura mediática a su disposición y autoinculparse, mientras tanto Junqueras estaba anodinamente contando papeletas en una mesa de la pachanga, para invertir en 24 horas la correlación de fuerzas independentista. Ahora Mas es el rey y marca los tempos, y Junqueras sólo puede decir sí o no a la lista conjunta… y eso si le dejan.

Acaso Junqueras sea un honesto independentista, pero ha demostrado que como político deja mucho que desear. Su gran error fue prestarse al juego truculento de Mas. Por tropismo antiespañol, simplemente por eso. Independentista o no, un político ha de saber a qué juega y mantener la cabeza fría, y Junqueras no calculó. De surfear en la cresta de la ola ha pasado a ser el hombre que pudo reinar. Ahora vuelve a ser el masover que siempre fue. Mejor así o peor, no lo juzgo, simplemente describo.
Y seguimos mareando una perdiz que va a acabar como la vaquilla de Berlanga.

dimarts, 25 de novembre del 2014

¿EL PEQUEÑO NICOLÁS Y QUÉ MÁS?




A este paso, quien no tenga una foto con el pequeño Nicolás no es nadie en el PP. Una curiosa metonimia, sí, pero a la vista del recorrido fotográfico de tan atrabiliario personaje, bien podría entenderse así. Ánsar, Mariano, la Esperanza, Soraya, Cañete, Botella, Rato... todo un muestrario. Y eso sin incluir a Felipe VI, al exministro Moratinos, a Rosell (CEOE) y Cándido Méndez (UGT)... Para qué seguir.

Lo primero que destacaría es que en ningún caso parecen fotos de aquellas que podríamos calificar de accidentales o provocadas al caso por algún advenedizo que quiere lucirlas luego. Vamos, que no dan a entender que el pequeño Nicolás pasaba por allí y se coló para aparecer en la foto de grupo con Ánsar, en la mesa donde Cañete estaba cenando, o que la reverencia en la coronación de Felipe VI fuera un trucaje. No. Alguien debió invitarle a cada uno de estos eventos, a los que no se accede si no es por rigurosa y filtrada invitación, y aun suponiendo que los descuidados peces gordos con quienes se fotografiaba no supieran quién era -lo cual es mucho suponer-, alguien al menos sí que tenía que saberlo: quien quiera que diera el visto bueno a la lista de invitados a los eventos en cuestión.  A todos y cada uno de ellos.

Lo segundo que llama poderosamente la atención es el revuelo que se ha organizado por lo que se supone que era un pelanas metido a impostor, y las «reacciones» que ha suscitado entre los presuntos afectados. El ostentoso dispositivo policial movilizado para detenerle, en plena calle mientras iba en coche con chófer, que más bien parece pensado para detener a Bin Laden. ¿Tan difícil era detenerle discretamente en su domicilio? ¿Y qué decir de los inmediatos desmentidos emitidos por el CNI, la Casa Real o el PP? Si un servidor proclamara ahora mismo que trabaja para el CNI, que ha estado negociando el rescate judicial de la infanta o que le ha pedido a Pujol información comprometida sobre ERC... ¿Se molestarían los aludidos en desmentirme? ¿O me tomarían por un pobre desquiciado? ¿No es sospechoso tanto desmentido y tanto operativo, sólo por los delirios de un pobre diablo de mente más o menos febril?

Reza el dicho popular que cuando el río suena, agua lleva. No tengo la menor duda de que los perfiles psíquicos del pequeño Nicolás dan para unas cuantas tesis doctorales en psiquiatría, y que sin duda estamos ante un impostor y mentiroso compulsivo. Pero eso tampoco es garantía de que alguien no le estuviera dando cobertura y que a partir de un momento dado, el pequeño Nicolás decidiera andar por su cuenta. Las patologías que indudablemente presenta no son óbice para descartar esta posibilidad; estamos ante un partido y un gobierno que le encargó ni más ni menos que a Carromero misiones parecidas en Cuba, con el estrepitoso resultado que todos conocemos.

En los desmentidos sobre las afirmaciones vertidas por el pequeño Nicolás, tratándolo de simple impostor y hasta de chiflado, nadie ha puesto en duda la autenticidad del material fotográfico que corre por internet. Pero si nadie le conocía, entonces ¿quién le invitaba? Si llamó directamente al móvil del rey padre, según se ha admitido ¿cómo es posible que la comunicación telefónica tuviera lugar en un número que ha de ser, por definición, restringido en la admisión de llamadas entrantes? ¿Quién le dio la tarjeta de aparcamiento de La Moncloa? ¿De dónde obtenía los recursos para tener acceso a clubes elitistas y para sus múltiples vehículos y desplazamientos con chófer?

Al pequeño Nicolás ahora nadie dice reconocerle. Pero eso tampoco es tan raro. Otro ilustre prócer, Ángel Acebes, negó hace poco ante el juez conocer a un determinado individuo con el que se le acusaba de connivencia en quehaceres prevaricadores. Ni se inmutó cuando tras su respuesta, se le mostraron fotografías con el interfecto, en actitudes de evidente complicidad.

A lo mejor algo parecido pasa con el pequeño Nicolás. Sabemos, por ejemplo, quién le abrió las puertas a Olga, la examiga de Monago, en la ceremonia de coronación de Felipe VI ¿Pero quién se las abrió al pequeño Nicolás? Si todo lo que se está diciendo de él es cierto, como mínimo los fallos en cadena de los servicios de seguridad serían de una envergadura tal que deberían haber producido ya toda una serie de ceses fulminantes en cadena. Y... ¿ha ocurrido algo de esto?

También está el síndrome del toco-mocho. Afecta a aquél que ha sido engañado por el mismo a quien pretendía engañar... por eso se calla. Para no pasar por tonto a la vez que por estafador frustrado. ¿Habrá algo de eso?

Desde luego, no puedo creerme ninguna de las dos versiones maniqueas que se están dando. Ni que sea cierto todo lo que cuenta este gañancito, ni que todo sea pura invención de un listillo. Creo más bien que ejercía de conseguidor por cuenta ajena, y que se le fue la mano o la cabeza. La pregunta es a quién servía. Lo dicho, cuando el río suena, agua lleva. El sonido del río es aquí la galería de fotos.
 

dilluns, 24 de novembre del 2014

LA GESTIÓN DEL TDAH



Este fin de semana han tenido lugar las “III Jornadas de Secundaria”, organizadas por el sindicato, con el título “TDAH: ¿genoma o hábito adquirido?”, a lo largo de las cuales desfilaron varios expertos sobre la materia, que expusieron sus distintas visiones sobre el Trastorno por déficit de Atención e Hiperactividad, más conocido popularmente por su última palabra: hiperactividad.

A uno, que desde siempre albergó más bien pocas dudas sobre la naturaleza cultural de dicho trastorno, lo que le sugirió en cambio el debate sobre tal síndrome fueron otro tipo reflexiones relativas la función con que el Poder ha investido al gremio psicológico –incluso frente al médico-, como comisarios del discurso  hegemónico, incluida la controversia, y en este sentido, como sucesores de los sacerdotes y con funciones análogas a las que en su momento éstos detentaron. Y esta reflexión comportó la evocación de dos obras de sendos autores cuyas perspectivas, tan distintas como distantes en el tiempo, Dennis Diderot y Michel Foucault, acaban en realidad coincidiendo, premonitoriamente y para su pesar, uno, fatalmente lúcido el otro. Las obras son “Le neveu de Rameau y “Naissence de la clinique. Une archéologie di regard médical.

En la primera, Diderot llegó a un descubrimiento que le contrarió tanto que lo escondió durante toda su vida, la imposibilidad de cualquier fundamentación moral desde la inmanencia. Perdido el horizonte de la trascendencia, y con él el de la redención, el perdulario sobrino de Rameau puede argumentar con la misma legitimidad que el propio Diderot. Pero Diderot sabe que los individuos como Rameau están condenados a desaparecer en el nuevo orden, o al frenopático, y que los que llevarán a cabo la proscripción serán él y sus sucesores.

Foucault, por su parte, desde la asunción plena de este nihilismo constituyente, nos muestra en el nacimiento de la medicina clínica como el correlato de las transformaciones sociales y económicas, e incardinada en el orden moral que éstas requieren. Muy especialmente en la consideración que merecerán los enfermos mentales, ahora tratados por los «normales» como irracionales, y en cuya categoría caerán individuos como el propio sobrino de Rameau, por la simple razón de no encajar en el sistema.

A la institución investida para tal efecto le corresponde la observación o mirada atenta –el regard- y la categorización que, en función de su perspectiva, sea la requerida por el sistema. El enfonque de la medicina que Foucault nos describe es el recorrido a través del cual se va abriendo paso la idea del hombre propia de la época moderna, en la cual la medicina clínica es una expresión más de la voluntad de dominio de la racionalidad moderna, en tanto que Poder, cuyo temor a la diferencia comporta la proscripción de todo lo que caiga en esta categoría, sin más fundamentación que la exigencia inherente al discurso. Primero fueron los filósofos morales, luego los médicos. Desde hace un tiempo, los psicólogos tienen también su ámbito. Los médicos quizás no acabaran de servir para según que tareas, la medicina es en realidad una ciencia y, por más que Foucault pueda establecer una relación entre ciencia y poder, en más de una ocasión la primera puede no dejarse reducir a los requisitos éste. Faltaba el elemento más sacerdotal, que aportará la Psicología.
Que en general sea la medicina, o más concretamente la psiquiatría, quien sea más partidaria de la medicalización de los pacientes diagnosticados como TDAH, mientras que los psicólogos tiendan más a las terapias conductuales, no es una contradicción, sino que está relacionado con las respectivas praxis profesionales y sus sendas atribuciones competenciales: los psicólogos no pueden recetar.

Porque lo de menos es, desde esta perspectiva, si el TDAH es de naturaleza genómica o ambiental, innata o adquirida. Lo importante es la categorización como el pretexto que da cobertura al discurso. Aunque sea un puro eufemismo conceptual. En unas ocasiones será la culpabilización, como la categorización de vagos, libertinos o bohemios como antisociales o como enfermos mentales de tantos sobrinos de Rameau que acabarían en el manicomio a lo largo del siglo XIX. En otras, la exculpación pura y simple, también bajo la forma de categorización según los requisitos del sistema, como la invención del TDAH.

dijous, 20 de novembre del 2014

LA SOMBRA DE DAVID HUME O EL ESENCIALISMO CONSTITUCIONAL



En general, los argumentos que se esgrimen amparándose en la Constitución para rechazar una salida refrendaria al embrollo catalán, o simplemente cualquier otra salida que no sea el mantenimiento del status quo actual, no diré que sean ramplones, pero sí de un almidonado al cual subyace un esencialismo inmovilista que, lo digo como lo pienso, no me parecen a la altura de la causa que dicen defender. Así como en cualquier debate acostumbramos a escuchar con frecuencia argumentos dignos de mejor causa, también los hay de peor. Y mucho me temo que en este tema, estamos en el segundo caso.

Porque no es exactamente lo mismo defender el estado de derecho que la Constitución, que no es sino una concreción de aquél, pero no la única posible. Menos aún, sostener como eje de toda argumentación que precisamente porque la Constitución es la plasmación del estado de derecho en España, y siendo el caso que no incorpora la opción de una consulta secesionista para sólo una parte del territorio donde rige -ni para todo él, dicho sea de paso-, tal posibilidad, o cualquiera otra que permita abordar políticamente el problema, quede cortada de cuajo.

Y es éste un matiz que no se nos debería pasar por alto.
El artículo completo AQUÍ
 
 

EL ALBA DE LOS PUEBLOS


¿Y esa gente ahí qué pinta?
 
 
TVE dedicó hoy los primeros 23 minutos de los 40 de duración del Telediario del mediodía, prime time, al óbito de lo que quedaba de una británica que viaticó, entre otros muchos títulos nobiliarios, el del ducado de Alba. Un título que, por cierto, no la emparenta con el que figura en los manuales de Historia como Fernando Álvarez de Toledo y Pimentel, primer duque de Alba.  Esas cosas se compran, como todo. Pero eso, aunque no, es ahora mismo lo de menos.
 
A mí, lo único que se me ocurre ante tanto folclorismo cutre, irredento y contumaz, es citar a la otra España; es citar al Poeta. A Don Antonio Machado, claro. Ahí va:
 
 La España de charanga y pandereta,
cerrado y sacristía,
devota de Frascuelo y de María,
de espíritu burlón y alma inquieta,
ha de tener su mármol y su día,
su infalible mañana y su poeta.
En vano ayer engendrará un mañana
vacío y por ventura pasajero.
Será un joven lechuzo y tarambana,
un sayón con hechuras de bolero,
a la moda de Francia realista
un poco al uso de París pagano
y al estilo de España especialista
en el vicio al alcance de la mano.
Esa España inferior que ora y bosteza,
vieja y tahúr, zaragatera y triste;
esa España inferior que ora y embiste,
cuando se digna usar la cabeza,
aún tendrá luengo parto de varones
amantes de sagradas tradiciones
y de sagradas formas y maneras;
florecerán las barbas apostólicas,
y otras calvas en otras calaveras
brillarán, venerables y católicas.
El vano ayer engendrará un mañana
vacío y ¡por ventura! pasajero,
la sombra de un lechuzo tarambana,
de un sayón con hechuras de bolero;
el vacuo ayer dará un mañana huero.
Como la náusea de un borracho ahíto
de vino malo, un rojo sol corona
de heces turbias las cumbres de granito;
hay un mañana estomagante escrito
en la tarde pragmática y dulzona.
Mas otra España nace,
la España del cincel y de la maza,
con esa eterna juventud que se hace
del pasado macizo de la raza.
Una España implacable y redentora,
España que alborea
con un hacha en la mano vengadora,
España de la rabia y de la idea

dimarts, 18 de novembre del 2014

TÁCTICAS FABIANAS ¿TÁCTICAS MARIANAS?



La expresión «tácticas fabianas» procede de Quinto Fabio Máximo Cunctator (280-203 a.C.), cuyo agnomen significa “el que demora”, el que retrasa. Se debe a la táctica dilatoria que empleó durante la Segunda Guerra Púnica, consistente en evitar la batalla decisiva contra Aníbal hasta que Roma estuviera en condiciones de afrontarla debidamente.

Corría el año 217 a.C. Después de haber derrotado a los romanos en el Ticino y en el Trebia, Aníbal acababa de exterminar a todo un ejército consular junto al lago Trasimeno. Corrían malos tiempos para Roma. Los galos del norte de Italia se habían aliado con el cartaginés, las ciudades italianas sometidas o aliadas podían desertar de bando y Roma estaba atónica ante los reveses que estaba sufriendo en su propio territorio. La República decidió entonces recurrir a una vieja costumbre para tiempos difíciles, nombrar a un dictador para un determinado periodo de tiempo, un año. El elegido fue Fabio.

El ejército de Aníbal apenas alcanzaba los 40.000 hombres. Tras la derrota del Trasimeno, Roma movilizó urgentemente dos ejércitos consulares dobles, unos 90.000 hombres. Y el pueblo romano reclamaba una victoria fulminante contra el bárbaro púnico que se había atrevido a invadir suelo romano. Pero Fabio sabía tres cosas. La primera, que por más que fueran, sus bisoños reclutas no estaban en condiciones de enfrentarse a los mercenarios dirigidos por un genio militar como Aníbal; la segunda, que quien necesitaba urgentemente una victoria decisiva era Aníbal; y la tercera, que conscientes de esto tanto él como Aníbal, el tiempo jugaba a favor de Roma.

Durante todo un año, Fabio se dedicó a perseguir al ejército de Aníbal, a la vez que evitaba presentarle batalla cada vez que éste se revolvía. Organizó acciones de guerrilla destinadas a sabotear los suministros cartagineses. Aníbal arrasaba cosechas; Fabio también. Él no tenía problema de suministros, el cartaginés sí. Mientras tanto, mejoró las defensas de Roma y aseguró los suministros que, llegado lo peor, sólo le podrían llegar a través de la vía fluvial del Tíber, desde Ostia. Pero las legiones romanas, abrumadoramente superiores en número, evitaban una y otra vez la batalla decisiva que el cartaginés buscaba forzar desesperadamente. Y esto impacientaba al personal. Ni su lugarteniente y hombre de confianza, Marco Minucio, lo entendía. Menos aún el Senado y el pueblo romano, debidamente azuzado por la Brunete mediática del momento: los sicofantes a sueldo de los partidarios de liquidar a Aníbal de una vez; ...

Pasó el año y el Senado revocó la dictadura. Se puso al mando del ejército romano a los dos cónsules electos, Emilio Paulo, discípulo de Fabio, y Terencio Varrón, de profesión, chacinero. Además, se optó por un ineficaz sistema de mando compartido en días alternos. Garantía absoluta, a mayor abundamiento, de desastre certero.

El día 2 de agosto del año 216 a.C. los dos ejércitos se enfrentaron en los campos de Cannas. 40.000 cartagineses contra 90.000 romanos. El resultado fue la mayor derrota romana de la historia, unos 80.000 muertos, por 4.000 en el bando cartaginés. Tras la debacle, muchos pensaban que Aníbal marcharía sobre Roma, pero no lo hizo. Porque sabía que no podía. Durante el último año, Fabio se había estado preparando para esta eventualidad, y aunque a Roma sólo le quedaran la guarnición de la ciudad y un par de legiones maltrechas, Aníbal no podía, con algo más de 30.000 soldados útiles, emprender un asedio en pleno territorio enemigo. Porque mientras Roma resistiera, la liga latina y sus ciudades aliadas lo harían también. Quizás porque temían más a Roma en la derrota que en la victoria –según le comentó a Aníbal en cierta ocasión su amante etrusca-. Fabio había preparado el terreno para afrontar lo peor y sabiendo que podía ocurrir.

Poco después de Cannas, Fabio recuperó todo su prestigio, loado por los mismos que antes lo habían denostado por cobarde y «maricomplejines». Puso al frente de lo que quedaba de las legiones a generales competentes, como Marcelo y los Escipiones. Roma atacó a los cartagineses en Hispania, destruyendo sus bases y asegurándose de que Aníbal no pudiera recibir refuerzos de allí; restableció el orden en Sicilia tomando Siracusa… Y para Aníbal empezó un periplo agónico de 14 años en Italia, hasta que tuvo que volver a Cartago para ser derrotado en Zama, batalla con la que concluyó la Segunda Guerra Púnica.

Si la batalla de Cannas hubiera tenido lugar un año antes, quizás todo hubiera sido diferente y lo sería hoy la Historia. Quizás entonces una derrota de tal magnitud hubiera dejado a Roma sin capacidad de resistencia y minado la cohesión de sus alianzas; quizás sus vetustas defensas no hubieran podido aguantar los embates cartagineses; y quizás sin las líneas de suministros a través del Tíber aseguradas, Roma hubiera acabado cayendo… No lo podremos saber nunca, pero hay algo que sí sabemos. El año durante el cual Fabio Máximo demoró lo que sabía que iba a ser un inevitable desastre, preparó a Roma para lo peor. Había ganado tiempo.

Hoy, ya en nuestros días y en estos pagos de acá, el bochornoso y vergonzante espectáculo político, mediático y parajudicial que se está dando desde los voceros más cavernosamente vengativos, exigiéndole a la fiscalía el procesamiento de Artur Mas por la charlotada del 9-N, y las presiones a que se está viendo sometido Mariano para que actúe con «contundencia», me han recordado este episodio de los inicios de la Segunda Guerra Púnica. Y es tal el lamentable nivel político y moral que se está exhibiendo, que hasta se le puede pasar a uno por la cabeza el disparate de comparar a un político romo y gris como Mariano, ni más ni menos que con Quinto Fabio Máximo Cunctator, el prudente cuya prudencia, considerada primero simple cobardía, se tornó luego en inteligencia y valor. Ya nos lo decía Platón en el Laques: demasiado poco valor es cobardía, y demasiado valor es temeridad. Porque el valor es el justo medio entre la cobardía y la temeridad.

Sí, claro, dirán algunos; entonces… ¿hay que permitir que Mas se haya saltado la ley a la torera y siga sacando pecho? ¿Para qué está si no el estado de derecho, el imperio de la ley? Quizás también podríamos parafrasear los Evangelios: el estado de derecho para el hombre, no el hombre para el estado de derecho. ¿Serviría de algo?

No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni mayor tonto que el que no quiere entender. El problema es político, no jurídico. Y quien vea sólo un tema jurídico no ha entendido nada, o no quiere entenderlo. Para empezar, si el poder judicial es independiente, respétese esta independencia y déjese que la fiscalía actúe según su criterio. Pero es que además ¿Qué se pretende con este procesamiento? ¿Ponerle una multa a Mas? ¿Inhabilitarlo? ¿Encarcelarlo? ¿Y qué consecuencias políticas iba a tener en cada uno de estos casos?

Tal vez consciente de esto, la fiscalía general de Cataluña optó por no instruir ninguna causa contra Mas. Pero luego, la caverna y sus sicofantes mediáticos acosan a Mariano, Mariano acosa a Torres Dulce y Torres Dulce arremete contra la fiscalía catalana. ¿Eso sí es estado de derecho? ¿Alguien en sus cabales piensa de verdad que la fiscalía general de Cataluña es un nido de separatistas? ¿Nadie ve allende el Ebro que este procesamiento es precisamente lo que la estrategia independentista está intentando provocar?

Es una suerte que desde la zafia chabacanería característica de la caverna, a nadie se la haya ocurrido asociar las tácticas fabianas con las marianas, igualmente dilatorias. Porque seguro, además, que la expresión «tácticas fabianas» la utilizarían peyorativamente. Todo lo que no sea testosterona es cobardía… para algunos. Claro que, después de todo, hay que reconocer que si Mariano no es Fabio, tampoco es que Mas sea Aníbal precisamente…

Ni simpatizo con Mariano Rajoy, ni le he votado, ni le pienso votar jamás. Ni a él ni a su partido. Que quede claro. Pero a cada cual lo suyo. Y su prudencia, que hasta ahora ha evitado caer en provocaciones que muchos deseaban para que la cosa pasara a mayores, no puede, objetivamente, calificarse de cobardía desde una perspectiva política. Si de algo pienso yo que ha adolecido, y sigue adoleciendo su estrategia, ha sido más bien por no saber activar una contra campaña inteligente entrando en debate abierto y argumentando, algo para lo cual le sobran medios y recursos –aunque no talentos en nómina, debería contratar freelancers-, pero no precisamente por el flanco de su supuesta «pasividad».
Hasta hoy, la ramplonería de sus voceros ha obrado el milagro de convertir a Mariano en «fabiano». Si ahora, con ánimos cada vez más encrespados –hasta el jefe del estado mayor del ejército empieza a opinar sobre la debilidad del Estado -unas declaraciones en cierto modo comedidas, pero no por ello menos insinuantes- y de grado o a su pesar, Mariano cede a las exigencias de revancha que muchos de sus correligionarios le exigen, ya sea por puro cerrilismo o para desviar la atención de sus propios trapos sucios, significaría que ya no manda y que nos vamos a empezar a deslizar por una pendiente cada vez más inclinada al final de la cual podemos salir todos catapultados hacia… ¿dónde?

divendres, 14 de novembre del 2014

CONTRUCCIÓN ES DECONSTRUCCIÓN, SI DEL ENEMIGO SE TRATA...



,,,Y si no, puede que también. A veces, casi siempre, el peor enemigo es el vecino, singular, particular o universal. Y como decía aquél, de lo que te diga uno de su vecino, no te creas nada, y de lo que veas que parezca confirmarlo, la mitad. Siempre ha estado muy al día ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el propio.

Viene esto a cuenta de una polémica absurda surgida hoy, cuya irrelevancia la hace merecedora de no ser citada aquí, pero que me ha recordado cómo el enemigo siempre es el más cercano –estamos hablando de un plano inter-nacional sindical, que no internacional, surgido intrarregionalmente; es la única pista que daré: a buen entendedor...- que me ha recordado aquel memorable ensayo de Umberto Eco: “Construir al enemigo” (Lumen, 2012). Siempre hay gente dispuesta a dejarse pagar para tan moralmente dudosa tarea.

La cita no tiene desperdicio. Transcribo textualmente: “Hediondo. El enemigo siempre huele mal, y un tal Berillon, al principio de la Primera Guerrra Mundial (1915), escribía un «La polychrésie de la race allemande», donde demostraba que el alemán medio produce más materia fecal que el francés, y con un olor más desagradable (…)”.
Un «Grande», sin duda, el tal Berillon. El mundo está lleno de "Grandes".

dijous, 13 de novembre del 2014

INTELIGENCIA EMOCIONAL Y EL CID EN GEORGETOWN

 
 

 

Iba a hablar de la inteligencia emocional a raíz de un reportaje que hoy se ha emitido en los informativos de TVE mediodía. Iba  a decir que, con toda honestidad, no creo que ningún tratado de inteligencia emocional haya añadido más de cinco céntimos a lo que ya dijo Aristóteles –Ética a Nicómaco- sobre tal tema antes de que mereciera tal nombre. Iba a decir que las escenas de vídeo-reportaje hablan por sí mismas y que introducir una materia obligatoria y evaluable en Primaria sobre empatía e inteligencia emocional me parece mucho peor que una estupidez: un fraude mondo y lirondo. Pero hay algo que me parece más importante, así que la cosa no irá de inteligencia emocional.

El vídeo empieza con un «experimento» –desprovéase al término de cualquier contenido científico- educativo que se está haciendo en Canarias con niños y niñas de Primaria, consistente en impartir una materia de educación emocional y empatía. Obviamente, se destaca la superioridad de este tipo de «aprendizajes» sobre la impartición «tradicional» de contenidos como, por ejemplo, las tablas de multiplicar… Faltaría más.

Las escenas hablan por sí mismas… Una vez hemos visto cómo se enseña educación emocional en el aula y un par de apariciones de las «expertas», la primera parte concluye con la voz en off informando a la audiencia que el objetivo de todo el circo es ayudar a los niños a caminar en el resto de áreas de su educación y de su vida. Estamos en el minuto 1:29 (Dura sólo 2:30, que nadie se alarme).

A continuación, para evitar tal vez que algún incauto no fuera a creer que todo es «emocional», sino que también hay cosas «emocionantes» y sumamente útiles, se nos informa que en la Complutense de Madrid hay una materia de «Física de las nubes», en la cual se explica que lo que en realidad nos parece un montón de algodón son cristales de hielo suspendidos en la atmósfera… Pues sí, oiga, muy interesante, pero qué mal estamos si esto se ha de explicar en la Universidad; a mí me lo explicaron en Primaria, claro que no tuve educación emocional... Pero me voy del tema, prometí que no hablaría de educación emocional. Y lo prometido es deuda. Lo bueno viene precisamente poco después.

Atención al minuto 1:52. “Si caminamos por el extranjero…” por Georgetown, se nos dice mientras discurren las imágenes de peatones andando por tan idílico lugar,  sabremos que en la Facultad de Psicología de dicha localidad se imparte una materia denominada «Arte de caminar». Y aquí viene lo bueno. Estábamos en Georgetown ¿verdad?, o eso nos dijeron. Pues adivinen lo que aparece después de un brevísimo recorrido de la cámara que filmaba a los caminantes norteamericanos: el monumento al Cid Campeador en la ciudad de Burgos. Minuto  2:02.

Al principio no me lo creía. No es posible, pensé. ¿Será que hay una réplica del monumento en Georgetown? ¿La regalaría Ansar? Bueno, al fin y al cabo también en el Metropolitan de Nueva York hay un duplicado del retrato ecuestre del Conde-duque de Olivares, de Velázquez…

Pero al congelar la imagen y escudriñarla detenidamente, se puede leer muy claramente en la fachada del edificio de la plaza: “Teatro Principal”. Pues sí, ahora ya no hay duda, no estábamos en Georgetown, sino en Burgos. Y de nuevo, resulta que dicha estatua también me la enseñaron en Primaria. Al director del video-reportaje me temo que no.

Aunque, bien mirado, no deja de ser una feliz coincidencia que tan engañoso sea el mensaje del reportaje como las imágenes que muestra.
 
El vídeo-reportaje AQUÍ

 

dimarts, 11 de novembre del 2014

CONDENADO POR CONFIADO




No sé qué estará pensando Oriol Junqueras ahora mismo; no sé qué estarán pensando los militantes, simpatizantes y votantes de ERC. No lo sé… pero la imagen de Mas votando en plan vedette  y luego frente a una prensa ante la cual optó por aparentar no percatarse de que se reían de él, contrastada con la de Junqueras contando papeletas de votos en una mesa electoral, habla por sí misma.

La posibilidad de sorpasso por parte de ERC se ha ido al garete. Tal vez afortunadamente, eso también. Las oportunidades vienen y pasan de largo si no se las sabe pillar. Y Junqueras, que seguramente es de los pocos que se lo cree de verdad, no solamente la dejó pasar, sino que más bien ni la vio. En esto, y aunque no simpatice con su ideario, hay que reconocer que es honesto y no engaña. Pero claro, le falta talla. No es que al otro le sobre, pero va de sobrao y no le faltan ayuditas cuando las precisa. Y yo, no sé por qué será, pero tengo una cierta debilidad por los perdedores honestos…

L’hereu és l’hereu, y ese es Mas. Porque lo decidió "la Familia". Y el otro, pues a lo de siempre, a pringar y a comerse los marrones de l’hereu, que para eso es el hijo natural y le toca dormir en el paller de la Masia.

Se ha iniciado la campaña de acoso y derribo de ERC por parte de Convergencia, con el objetivo de reconvertirla a lo que siempre fue, un partido de entre el 5 y el 12% de votos. Ya sólo falta activar a los Terricabras y al inefable Tete Maragall para que caiga el telón. Dentro de poco empezarán las deserciones de los topos en su momento puestos con esta finalidad.
Es que no se puede ser tan inocente. Mientras Mas chupaba ávidamente cámara como un poseso, Junqueras estaba en el recuento como un voluntario más de la patochada que el otro le endilgó, creyéndoselo como los votantes… Entrañable, él, que iba a declarar unilateralmente la independencia. Hay que verlo para creerlo. ¡Qué poco conoce a los catalanes!  él, que pudo haber reinado... Cosas veredes, que non crederes.

dilluns, 10 de novembre del 2014

9-N: FIN DE LA PRIMERA PARTE



Cualquier docente sabe que nunca debe imponer a sus alumnos un castigo que no va a cumplir. Si lo hace queda desacreditado. El gobierno español, tal vez por su atavismo habituado al ordeno y mando, no lo entendió y ha ido incurriendo desde entonces en un cúmulo de errores que ayer culminaron con un éxito del independentismo y, muy particularmente, de Artur Mas, que ha retomado la iniciativa y vuelve a ser el líder indiscutible del independentismo catalán.

El error más reciente ha sido la segunda prohibición de la consulta, y sobre todo las peregrinas argumentaciones que se invocaron para ello. Es verdad que esta consulta era una patochada sin ningún tipo de garantía mínimamente democrática, que invitaba más bien a la chanza que a otra cosa. Pero que esto lo argumente como una razón más para la interdicción precisamente quien acababa de prohibir la primera convocatoria, no sólo no es de recibo, sino que delata una obstinación contumaz muy poco propicia a entender lo que realmente está ocurriendo. Y esta vez sí, muy astutamente, Mas ha sabido reconvertir el ridículo en un éxito sin paliativos que le permite salir reforzado, muy especialmente entre los suyos, que era de lo que se trataba. Ahora sí que, controlando las riendas de nuevo, se articulará la lista única independentista que él mismo encabezará, lo quiera ERC o no; o eso o se queda fuera. Mas se ha salido con la suya y es de rigor reconocerlo.

Hablando claro. Es verdad que con la Generalitat sacando pecho los últimos días y proclamando que no iba a acatar la segunda prohibición, a Rajoy sólo le quedaban dos opciones, o quedarse quieto o mandar a la Guardia Civil. Optó, al menos de momento, por la primera. La segunda, deseada no sólo por los sectores más radicales del españolismo, sino también por algunos de sus homólogos independentistas, hubiera representado un salto cualitativo en la escalada de la tensión y la definitiva pérdida de control del proceso.

Un problema lo es precisamente cuando, ante dos opciones, ambas son erróneas, y se optó sin duda por la menos mala. Pero para haber llegado a una tesitura en la cual de las dos alternativas que tienes a mano, el dilema es a cuál peor, se ha de haber incurrido antes en muchos errores.

El primero y fundamental de los errores fue no saber, no querer o no  poder entender el problema en su verdadera naturaleza, y ampararse en un legalismo de cerrazón que no ha hecho más que abonar el espacio independentista en Cataluña. Porque una cosa es un problema jurídico y otra un problema político. Y aquí se trata de un problema político al cual se le ha de dar, en todo caso, una salida jurídica que permita su expresión en el contexto de un estado de derecho, pero nunca refugiarse en el marco legal vigente para negar el problema, porque entonces, si es un problema de verdad, se enquista. O desarrolla metástasis.

Si la Constitución no admite una consulta sólo para un territorio y resulta que son todos los españoles los que han de pronunciarse sobre el destino de Cataluña, pues muy bien, contra la propuesta de referéndum catalán, el gobierno contraoferta el global. ¿Alguien se imagina cómo se interpretaría un resultado del 90% en contra de la independencia de Cataluña en el resto de España, y del 90% a favor de ella en la propia Cataluña?

Y si esta opción no parece la más acertada –una petición de divorcio no ha de contar con la conformidad de los dos cónyuges para que se le dé curso, es de una elementalidad irrebatible-, entonces teníamos la segunda opción, abrir un primer proceso de reforma de la Constitución que admitiera la posibilidad y, posteriormente, convocar dicho referéndum, siempre con las debidas garantías democráticas y, en mi opinión, con el requisito de mayorías cualificadas, 2/3 de participación y 3/5 de voto favorable a la secesión.

¿Que España se iba a romper? Oiga, pues que se rompa, pero mejor hacer las cosas bien, porque si se ha de romper se romperá igualmente, pero con consecuencias seguramente mucho más indeseables para todos. Aunque, la verdad, no creo que se rompiera ni mucho menos, ya lo he dicho en más de una ocasión. Es más, no creo que, ni aun ahora en plena resaca consultiva, el independentismo alcanzara en ningún caso más del 35 o el 40%. Y con una España federal, hasta podría quedarse en residual.

En realidad, el «éxito» de la consulta de ayer es de naturaleza simbólica y en clave interna independentista; importante, sí, pero no como para echar las campanas al vuelo. Porque incluso dando por buenas las cifras «oficiales», los que fueron a votar siguen siendo los mismos que llevan dos años asistiendo a todos y cada uno de los eventos organizados a tal efecto. Y ni con todo el bombardeo mediático aumentan en número. En resumen, siguen estando los que son y siguen siendo los que están.

Pero esto tampoco nos ha de inducir al error de considerar esta cifra como despreciable a la vista de su aparente estancamiento. Porque es un número suficientemente significativo como para tomárselo en serio, al menos desde una perspectiva democrática. Y en democracia, las cosas se han de resolver democráticamente.

Otro de los errores que me permito apuntar y que a mi juicio vician los análisis que se hacen sobre la realidad catalana desde fuera de Cataluña, y también en la propia Cataluña, es esta categorización bipolar entre independentistas y unionistas. Cataluña es todavía hoy bastante más compleja como para encajar en una discriminación conceptual tan simplona. Yo diría, sin ánimo de ser prolijo, que en Cataluña hay independentistas, unionistas y españolistas. El debate actual está secuestrado por independentistas y españolistas –minoritarios en Cataluña-, y de ahí el escaso eco social que el no-independentismo –que no necesariamente antiindependentismo- sigue teniendo pese a ser mayoritario.

Este «unionismo», que segrego del simple españolismo que hegemoniza el debate contra la independencia, está huérfano de voz. Y probablemente siga así. Pero si la situación sigue transcurriendo por los derroteros que parece llevar y se enrarece aún más, no es impensable que, llegado el caso, y aunque sea alérgico a banderas, a consultas guineanas y a concentraciones norcoreanas, una buena parte de dicho sector acabara engrosando las filas de un independentismo «objetivo» si, por ejemplo, se sigue obstinadamente negando cualquier alternativa o si, en la escalada de tensión y ante algún órdago independentista como podría ser una declaración unilateral de independencia, España recurriera, por ejemplo, a los tanques.
Otras voces hablan de un pacto consistente en que el gobierno hiciera la vista gorda con la consulta y, a cambio de ello, con un Mas reforzado al haber cumplido su promesa de sacar las urnas el 9-N, éste se habría comprometido a reconducir el tema por derroteros menos truculentos. A ver, será cuestión de esperar al próximo movimiento.

diumenge, 9 de novembre del 2014

MONAGO À TROIS

 





Déjenme adivinarlo. Al final pasó lo de siempre, va el amigo y se enamora de la meretriz hasta entonces compartida en sana camaradería, convirtiendo el putiferio en una sórdida crónica de lascivia, cuernos y celos. Cría cuervos… debe pensar el bueno de Monago ¿Quién le mandaba al muy imbécil enamorarse de un putón verbenero que yo mismo le presenté?
Porque de una historia muy fuerte ha de tratarse a poco que observemos las impagable fotos que ayer mostró la televisión, con Carlos Muñoz, flamante diputado y nuevo torito de Teruel, posando para la posteridad con la señorita Olga y, por cierto, babeando tan perceptiblemente que no deja resquicio alguno para la duda: ni en sueños había podido antes aspirar a una chati cañón como Olga María, él, un pobre diputado de provincias. Si hasta se la llevó a una recepción con el rey. Claro que, bien mirado, desde que se desvelaron las andanzas del pequeño Nicolás, tampoco es que sea para tanto lo del rey. El problema vino cuando va ella y no se le ocurre otra cosa que colgarlo en twiter.
Fue bonito mientras duró, debe pensar Carlitos para sus adentros. Durante un tiempo saboreó y tuvo a su alcance el sueño de Pretty Woman. Y gratis, que tampoco es moco de pavo. Sí, cierto, Carlitos no es que sea precisamente Richard Geere, aunque tal vez sea precisamente por esto que la historia haya acabado para el exdiputado turolense con un desenlace distinto, aunque también de una película del mismo actor: la de su amigo en Oficial y Caballero, que hasta que abandonó el uniforme no comprendió que tal hábito era lo único que le interesaba a la pelandrusca por la cual bebía los vientos.
Hay una variante, eso sí, respecto a la película, y es que Carlitos no se despojó de su uniforme de diputado, al que no hubiera renunciado por nada del mundo, sino que lo han despojado de él. Y todo por envidias cochinas y celos posesivos… Porque bien que Monago sigue ahí, sacando pecho y arropado por Mariano y Cospe –ayer, por cierto, con un sospechoso cuello de cisne-. En cambio a él la Luisa Fernanda se lo ha cargado inmisericordemente.
Sí, nuestro torito turolense es el auténtico perdedor de esta historia. Siempre ha de haber una víctima, y le ha tocado a él. Y todo por enamorarse de la explosiva Olga que compartía con su amigo Monago. Esto es lo que no le han perdonado los muy frivolones y frivolonas que hasta ayer tenía por amigos y amigas en el partido de su alma y de su vida. Porque, al cabo  ¿Tanta importancia tiene que los viajes los pagara el erario público? Monago también y ahí sigue y sin soltar ni un euro. Hasta es posible que él mismo le sugiriera lo de cargarle los gastos al Congreso, como él lo cargaba al Senado. Y luego, la puñalada trapera. Ojo que esa es más mía que tuya mía porque la vi primero, chaval, a ver qué te has creído… Y claro, Monago es mucho Monago, ya se sabe…
Hay que ser verdaderamente muy mezquino para mezclar una historia tan triste  con un sórdido escándalo de corrupción. Porque lo importante era que Carlitos estaba viviendo el sueño de su vida, un sueño truncado por lo de siempre, los celos, la envidia cochina y el entorno de la derecha clasista e hipócrita de siempre, que le toleraba los polvetes, pero no que convierta en su novia a un putón verbenero. Hay que ver como es la derechona.
Carlitos no volverá a sonreír relamiéndose la baba como un dromedario. No. Ahora, en sus horas más bajas, las lágrimas sustituirán a las babas cada vez que contemple las fotos y evoque las noches de altos vuelos pagadas por el pueblo español. Aquellas noches que tal vez empezaron con un monago à trois ¿O no eran amigos? Ahora tendrá tiempo para pensar en lo efímero del éxito mundano y las arteras celadas que a la condición humana le depara el destino. Y podrá reflexionar también sobre la amistad cada vez que vea a su antiguo amigo y conputero aparecer triunfante por televisión, aclamado por los mismos que a él le han hundido en el cieno. Y acaso entonces se acuerde de los clásicos y su fatal sentencia SIC TRANSIT GLORIA MUNDI. O más hispánicamente, aquellos polvos trajeron esos lodos.
Y mientras tanto, Monago, a seguir fabricando independentistas con sus rebuznos, es decir, a lo suyo y pelillos a la mar.

dissabte, 8 de novembre del 2014

MONAGO, EL MACHO HISPÁNICO



Seamos claros. Monago se iba de putas a las Canarias. 37 viajes. En alguna velada borrosa, se lo comentó a un camarada y le recomendó el viaje. Es para imaginárselo. Oye, que allí hay una que, bufffff! De todo, hazme caso, a ti que ya sé que esto te va, no te lo pierdas. Y el otro fue…

Hasta aquí la cosa pertenece a la moral de cada uno. Si uno es putero, pues a ver, bien ha de dar rienda suelta a sus pulsiones, como el retrasado mental zafio que interpreta Paquirrín en Torrente4. Pero la cosa adquiere otros tintes cuando resulta que el viaje, los viajes, lo pagaba, los pagaba, el Senado español; es decir, el erario público. Sus dineros, amigo lector, y los míos… para que el amigo Monago se fuera de putas. Así, como suena. Porque aunque yo sea catalán, Monago, también los dineros públicos españoles, precisamente por esto, son míos, por si no lo sabías.

No introduciré links en este post, porque la foto que apareció ayer en “La Noche” del canal 24h de TVE era suficientemente explícita como para disipar cualquier duda sobre la naturaleza del caso. Las declaraciones que aparecen hoy de la persona causa de tales viajes pagados por todos los españoles son también del todo esclarededoras: Nunca le pedí a Monago que viniera. Más que suficiente.

Pero ahora Monago saca pecho. Lo de siempre. Que eso era legal y que si resulta que no lo es porque el desplazamiento no estaba «motivado» -administrativamente, se entiende, él ya tendría sus motivaciones-, pues que devolverá el dinero y aquí paz y allá gloria. ¿Total qué? Lo gracioso del caso es que lo dice la mar de chulillo y dando lecciones de integridad, como su «amigo» Pujol. En el Telediario de hoy le hemos podido ver galleando ante la asamblea del PP, y con Mariano de costalero.

Sólo me resta una pregunta: ¿En qué pensaba Monago mientras «volaba» en clase business camino de las Canarias? Por cierto, ida y vuelta.


SEBASTIAN CASTELLIO O EL PRECIO DE LA DIGNIDAD



A medida que la realidad se deteriora cada día más y el despropósito ocupa las últimas posiciones de un sentido común en desbandada, mientras estos híbridos entre testigos de Jehová y la Guardia Civil que son las «parejas esteladas» irrumpen impunemente de puerta en puerta en el meticuloso cumplimiento de su función de elaborar la nómina de ciudadanos adictos y desadictos al régimen, y que ante ello nadie alce contundentemente la voz denunciando tales prácticas, a la vista de todo esto, decía, uno empieza a comprender cómo Savonarola pudo hacerse con Florencia, o Calvino con Ginebra.

A Savonarola lo detuvo el Papa. Un Papa corrupto, sí, pero como el inolvidable Charles Laugthon decía interpretando al senador Graco en Espartaco, prefiero una república corrupta que mantenga las libertades a una dictadura incorrupta que las destruya. Y a Calvino lo detuvo Castellio, al menos intelectualmente. Castellio murió antes que Calvino pudiera mandarle a la hoguera. Hasta en esto le venció. Gracias a él, y al valor y dignidad que supo demostrar, hoy sabemos quién fue Calvino: un resentido fanático, despótico, cruel y despiadado. Calvino le venció en vida, pero Castellio ganó el juicio de la historia, el de la dignidad y la libertad humanas.

Mucho me temo que en Cataluña disponemos de unos cuantos calvinos, pero no tenemos a ningún Castellio. O están escondidos. Y tampoco los torquemadas de allende el Ebro ayudan en absoluto. No se les diseñó para tales funciones. Porque parece que la cosa, al final, consiste sólo en calvinos contra torquemadas, cada uno en su papel, perfectamente intercambiable, y siempre ejerciendo un férreo control social, que es de lo que se trata.

Hay dos escenas de la película Cabaret que no puedo resistirme a describir. Mientras los protagonistas están paseando en coche con chófer, y ante unos cuantos cadáveres de comunistas asesinados en plena calle por los nazis,  el aristócrata anfitrión le expone su posición al estudiante inglés en Berlín. Los nazis, le dice, nos han servido para deshacernos de los comunistas, pero puede que vaya siendo la hora de detenerlos. ¿Y quién los detendrá? le pregunta el estudiante. ¡Alemania! Le responde el sobrado aristócrata.

Unas cuantas secuencias después, en una taberna campestre, unos nazis empiezan a cantar el himno de las juventudes hitlerianas. Uno tras otro, los clientes, de todas las edades y condición, se van levantando con el brazo en alto entonando el Tomorrow belongs to me. Todos, excepto un anciano y los tres protagonistas, que optan por retirarse prudentemente. Ya de vuelta en el coche, el inglés le pregunta al aristócrata ¿Sigues pensando que vais a detenerlos? Sólo obtuvo por respuesta una displicente y despreocupada mueca de indiferencia.

Me pregunto si este diseño del Think Tank independentista que es la émula local de Marine Lepen –bracea y boquea igual que ella- sigue teledirigida o si está empezando a andar por cuenta propia. Jugar al aprendiz de brujo es muy peligroso si no eres brujo, sólo aprendiz. Sea como fuere, hoy todos deberíamos ser Castellio, o al menos, si no damos su talla, sentirnos a su lado.
Sirva este post como homenaje a Sebastian Castellio, a él y a tantos otros que, arrostrando con las consecuencias, decidieron optar por la dignidad y la libertad. No deberíamos olvidar que siempre que muere la libertad, es invocando su nombre y entre aplausos enfervorizados. No deberíamos olvidarlo. Mañana, yo no votaré, por Castellio.