En un antiguo «Elogio del Hortera» se podía leer que si
alguien, ya previamente catalogado como hortera,
tenía en el comedor de su casa, encima del televisor, una foto jurando bandera,
entonces nos encontrábamos ante un hortera
pata negra. Hoy, cuando asistimos al espectáculo de las aficiones de las selecciones
nacionales de fútbol -para muestra la actual eurocopa- y constatamos la mutabilidad del accidente y la
perennidad de la substancia, hemos de concluir que la horteridad es una categoría ontológica que de ninguna manera
podemos tomarnos a broma. Muy al contrario.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada