En todo el proceso de construcción del
enemigo que se ha seguido a lo largo del tortuoso trayecto que ha llevado al
nacionalismo catalán del autonomismo al independentismo, faltaba hasta ahora un
componente esencial en este tipo de constructos, el enemigo interno, el que acecha desde el interior.
Algunos pueden pensar que el enemigo
interior ya estaba presente en el modelo desde siempre, representado a la
perfección por el PP de Cataluña y por C's. Quien lo piense así no acaba de entender el psiquismo del nacionalismo catalán. Había un enemigo
externo claro, España o, más concretamente, “Madrid”, denominación más acorde
con la ingenua, reduccionista y ramplona concepción del Estado que se ha desarrollado
por estos pagos. Dicho sea de paso, uno tiene a veces la impresión que el
material sobre el que han construido la idea de España bebe más bien de
fuentes futbolísticas que de categorías políticas. Pero abundar ahora en esto
nos desviaría del tema.
En cualquier caso, y volviendo a lo
nuestro, ni el PP ni C's podían jugar el papel del enemigo interno porque desde
siempre, a veces incluso con voluntad explícita de ello y enardecido entusiasmo por parte de los
mentados, han sido considerados enemigo externo, o sea la avanzadilla de
combate española en Cataluña; una extensión de España ajena al cuerpo
social catalán y, en este sentido, el caballo de Troya. Y el enemigo interno es
otra cosa. El enemigo interno ha de ser uno de “Nosotros”, nunca de los
“Otros”, pero que colabora con esos “Otros”. Ahora ya lo tenemos, Pere
Navarro y su PSC... ¡Pobrecillos! Tenía que ocurrir algún día, desde los tiempos en que la izquierda le
cedió a Pujol la patente de catalanidad -y de otras tantas cosas-. Ahora ya estamos en ello.
Con la declaración que aprobó ayer el Parlament
de Catalunya sobre (la verdad) no se sabe bien qué sobre sujetos y
predicados políticos, el proceso de construcción del enemigo en sus dos variantes
ha alcanzado ya su climax. Porque el enemigo interno es el que te traiciona
sorprendiéndote en tu buena fe, dejándote en la estacada cuando más lo
necesitabas. ¿Y qué ha hecho sino el PSC? Pues eso, ir dando coba, dubitativo a
veces, sí, pero marcando el paso que los designios de los próceres de la patria
imponían como condición sine qua non para ser tenido como uno de los
“nuestros”.
Desde la perspectiva independentista
dicen que ahora las cosas han quedado definitivamente claras. Eso sí, le han amargado a
Mas la mayoría que deseaba para este onánico ejercicio sobre sintaxis política.
Pero que nadie se alarme. El insigne von Junker ya ha saltado a la palestra
afirmando que con la mitad más uno es suficiente. ¿Es suficiente qué? me
pregunto...
En fin, que ya tenemos enemigo interno
que añadir al externo. Algunos pueden pensar que así el escenario se clarifica.
Y puede que sea cierto, pero acaso en el sentido contrario al que algunos piensan. A uno se le antoja que el proyecto está entrando en una
fase de progresiva soledad. UDC no parece que lo tenga tan claro y en la
coalición CIU están a la greña. ICV está por el referéndum, pero no por la
independencia -al menos eso dicen-... Y si quitáramos a unos y a otros, resulta
que no hubiera habido mayoría. Y luego otra cosa, por cierto nada baladí
¿Alguien se ha tomado la molestia de traducir estos diputados a votos?
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