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dimecres, 3 de desembre del 2014

"MORDRED" JUNQUERAS NO TRAGA

          

 
 
Que una cosa es ser feo y otra muy distinta es ser tonto. Y a Mordred Junqueras no le ha gustado el viático que, como bufón del nuevo Camelot, le había deparado el rey Arturo en su mayestático camino hacia el Grial de la independencia. Hasta a la Marine Le Pen con barretina, ahora furiosa con Mordred, le correspondían más altos menesteres áulicos: iba a ser Morgana. Y a falta de Lancelots y Tristanes, pues a promocionar «tristones» caballeretes, sumisos y domeñados según los designios de Merlín, hoy recluido en un pino de tres ramas por la dama del lago de la tierra entre montañas, a causa de su desmesurada afición por el oro del Llobregat.
Y ahora hablando en serio. Lo de Junqueras ayer fue muy bueno. De verdad. Por un lado, se sacó de encima de un plumazo la presión a que estaba siendo sometido por todo el aparato propagandístico del régimen artúrico y de sus propias bases, felones y desertores incluidos. Por el otro, lo hizo apelando a los más espurios valores de ERC; aquellos de los que sólo tiran en casos de extrema emergencia –como el PSOE acordándose que es de izquierdas y preguntándole a PODEMOS por su ideología-. Es decir, cuando han de diferenciar su independentismo del de CDC. Que puedan ser más falsos que un duro sevillano no tiene la menor importancia para lo que estamos dilucidando aquí. Es posible que Junqueras hasta se lo crea.
Frente al identitarismo de Mas, Junqueras apeló ayer con juicio a una tradición impostada que, como siempre en estos casos, tiene parte de verdad y parte de mentira. Reivindicó un independentismo cosmopolita y abierto, inclusivo e integrador, de la ciudadanía. Proclamó la necesidad de una mayoría social y política amplia, no circunscrita a un ámbito estrictamente lingüístico –afirmó que han de caber en la futura República Catalana aquellos cuyas fronteras emocionales sean las de todos los países hispano hablantes-. Asumió que la independencia ha de ser para que las futuras generaciones vivan mejor, en un país más libre y democrático, lo cual le llevó de abjurar de las corruptelas de Camelot: no es para eso que se quiere la independencia, vino a decir. A buen entendedor...
En resumen, de no ser por las recurrentes alusiones a la independencia, su discurso bien podría ser el de cualquier español regeneracionista del XIX y parte del XX, federalista, republicano, laico, socializante… Al menos formalmente, Junqueras se desmarcó del integrismo espiritualista artúrico y estableció claras diferencias entre su independentismo y el sobrevenido del otro. Por todo eso, concluyó, independencia sí, y juntos también hacia ella, pero separados. O sea, al asunto, de listas únicas en comunión artúrica, rien de rien, o si quieres arroz Catalina, que viene a ser lo mismo.  Y que cada palo aguante su vela.
Ya digo, no sé si se lo cree de verdad, puede que sí. Pero en cualquier caso, una cosa sería él y otra el partido al que representa y sus bases. Y aunque a diferencia de la secular tradición en los dirigentes de ERC desde la transición, Junqueras no es ni exseminarista, ni cura desconsagrado, ni verdulera, tengo para mí que ayer, puede que no subjetivamente, pero sí objetivamente, actuó como un cura. Es decir, dijo lo que no pensaba mientras pensaba lo que no decía.
Porque aun admitiendo un independentismo «objetivo», al margen de sentimentalismos, identitarismos e intereses inconfesables, lo cual es mucho admitir como «posibilidad» -difícilmente superaría la fase teórica-, no se entiende entonces a qué viene tanta urgencia por la independencia, en  lugar de confluir con otras formaciones allende Cataluña, y en la propia Cataluña, que estarían defendiendo posiciones similares. Porque desde la objetividad, no sirve aquello de que "llevamos trescientos años esperando". Cierto, podría admitirse que tales argumentos «objetivos» avalaran la independencia de Cataluña de ser cierta la composición de lugar que la propia ERC plantea como escenario –un país ocupado, lingüísticamente oprimido, económicamente esquilmado y claramente diferenciado por su vocación de modernidad frente a la contumacia ultramontana del resto… Pero esto no es así, o no es, en todo caso, exactamente así. Y que la secular torpeza de los gobiernos españoles con respecto a estos temas sea digna de figurar en una antología del despropósito político no es, en función del propio planteamiento, una razón que lleve a optar por la independencia, menos aún a cortísimo plazo como la que, por otro lado, plantea.
Porque su llamada a la necesidad de una mayoría social y política amplia para llegar a la independencia, encomiable en sí y difícilmente objetable, no casa muy bien con otras afirmaciones suyas según las cuales con 68 diputados –la mitad más uno del Parlamento catalán- proclamaría unilateralmente la independencia. 68 diputados se pueden obtener con entre un 35% y un 40% de los votantes, según el caso. ¿Es eso una mayoría amplia? ¿En qué quedamos?
Porque su apelación a la condición de izquierdas del movimiento que reivindica, choca frontalmente con las políticas que, o bien siguió su formación cuando estuvo gobernando con el tripartito, o bien ha tolerado, auspiciado y permitido con su reciente apoyo a CIU: privatizaciones en sanidad, educación, adjudicaciones públicas… Y eso sin recordar sus propias declaraciones, de acuerdo con las cuales la política económica de «izquierdas» que postulaba estaba en la línea de Frau Merkel en Alemania. ¿Esto cómo se come?
Y porque, last but not least, la repugnancia que dice sentir por la corrupción sistémica de CIU, no sólo no acaba de cuadrar con los escenarios favorecedores de tales prácticas que la propia ERC ha auspiciado allí  dónde ha tenido capacidad de gobierno, como la endogamia clientelista y el masoverismo –en Educación y Administraciones públicas, o en TV3, sin ir más lejos-, sino que choca abiertamente con la sordina puesta a los desvaríos de sus propias corruptelas internas, desde adjudicaciones arbitrarias a señoras esposas de exconsejeros, hasta alguno de éstos que sigue en la cárcel por contrabandista conchabado, por cierto, con dos guardias civiles –españoles, claro-. Hay más casos, pero transijamos en que fueron el resultado de prácticas inescrupulosas por parte de gente que se aprovechó del cargo, casos aislados, nada sistémico. Bien. Pero ante tanta pureza como la exhibida, uno echa de menos el aquelarre de la catarsis contra sus propios tunos. Que no se produjo.
Así que, un discurso muy bonito, y sin papeles, lo cual es de agradecer y reconocer. Si me lo pudiera creer, lo compraba. Pero no, quizás sea que uno se ha vuelto muy descreído, y como en el refrán, obras son amores y no buenas razones.
En las leyendas artúricas, Mordred era al principio hermanastro de Arturo. Luego pasó a ser su hijo ilegítimo, habido del incesto con Morgana, que se transfiguró adoptando la forma de Ginebra engañando al pobre Arturo. También podría haber ido la cosa en sentido inverso. De hijo ilegítimo a hermanastro. Un hermanastro que no acepta el papel de segundón que los designios de Arturo le reservaban. De momento, lo único que está claro es que Arturo tiene un gravísimo problema: Mordred, Sir Mordred, no traga.


divendres, 1 d’agost del 2014

AQUÍ NO PASA NADA



Todavía es pronto para valorar el impacto real que, en toda su dimensión, tendrá el «asunto» Pujol y las consecuencias que acarreará para Cataluña y para España en general. Pero sí empiezan a insinuarse reacciones entre los afectados, a ambos lados del Ebro, que no invitan precisamente a la tranquilidad, por su absoluta falta de autocrítica y  por lo que denominaremos el «canalleo» que acompaña dicha falta de crítica.

Por un lado, tenemos a un país sumido en la corrupción sistémica de las más diversas instancias, con recientes abdicaciones y sin que pase un día en que no aparezca la recurrente noticia del encausamiento o, excepcionalmente, del ingreso en prisión de algún cargo o excargo político. Ediles, alcaldes, presidentes de diputación, consejeros y presidentes autonómicos, en ejercicio o en condición de «ex», que de todo hay, no parece que haya cargo o institución que se libre. No había hasta ahora, en esto, hecho diferencial catalán, o al menos eso parecía. Ahora sí, tras la revelación del asunto Pujol.

Para el españolismo monolítico, rancio y exclusivista, que critica la inmersión lingüística en catalán de la misma forma que criticaría, como ya criticó, cualquier tímida introducción de esta lengua, o cuyo problema no son las competencias que pueda tener Cataluña, cualesquiera que fueran, sino el mero hecho de que las tenga y exista algo que se llama «Generalitat», la cosa está clara. Y, la verdad, no da mucho de sí, más allá de a lo que ya nos tienen acostumbrados. Y ello porque, más que de anticatalanismo, se trata de simple anticatalanidad, de acuerdo con la naturaleza de un cierto españolismo cuya esencia consiste en la negación como condición de la posibilidad del auto enaltecimiento. En definitiva, particularismo, tan provinciano como el que denostan y del que se nutren. Dicho en su proyección práctica, sería aquello de ver la paja en ojo ajeno y no (querer) ver la viga en el propio. Poco o nada, pues, mínimamente digno de interés puede esperarse de este lado.

Y algo sospechosamente parecido parece estar ocurriendo en el lado de acá, sin duda mucho más enfatizado por la significatividad y posible impacto que pueda tener en la consulta y sus posibles consecuencias en el contexto del nacionalismo catalán y del avatar independentista hacia el cual ha derivado. Si para aquéllos, el caso Pujol es la expresión más prístina del catalanismo y de la catalanidad, para éstos, al contrario, la cosa se remite a un caso de familia –ojo con la expresión-, en palabras de Artur Mas, o, rizando el rizo, y en palabras del inefable Junqueras (ERC), a un mal propio del autonomismo que la independencia barrerá. Así que aquí no ha pasado nada, se le retiran a Pujol sus sueldos, cargos y prebendas, y a otra cosa mariposa.

Según eso, todo indica entonces que un país con una clase política que ha hecho de la corrupción su modelo de gestión política, fomentando ad nauseam el amiguismo, el nepotismo y el clientelismo, superará por arte de ensalmo dichos males desde el mismo momento en que alcance la independencia. Una independencia que se presenta como talismán y garantía de pureza. Supongo, claro, que debe estar pensando en los idílicos modelos excoloniales…

La posición y las declaraciones de Mas son, hasta cierto punto, comprensibles. Está intentando sacudirse la figura de Pujol para garantizar la supervivencia de un partido que, últimamente, diríase que si compra un circo le empiezan a crecer los enanos. De allí lo del asunto de familia, más allá de que sea una auténtica piovra y que los antecedentes de tantos «ilustres» encausados por corrupción en el mismo partido, y por las más variadas cuestiones, más bien indiquen que se trataría de un modelo de gestión. Sobre todo en razón de quién está ahora en la arena esperando a los leones.

Pero especialmente alarmantes son las declaraciones de Junqueras (ERC), según las cuales  la tierra prometida de la independencia dará al traste con tanta corrupción, porque la culpa es del sistema autonómico. Diríamos que son pintorescas si no fuera porque se trata del líder de un partido que amenaza con ser el más votado en las próximas elecciones, pero dado el caso, lo reitero, alarmantes.

Y son alarmantes no porque, como es la obligación de todo político, Junqueras intente arrimar el ascua a su sardina, sino porque sus afirmaciones van más allá de los más relajados límites de la verosimilitud y entran de lleno en la más delirante de las zafiedades. Y eso, un profesor universitario de historia como él, debería saberlo. A ello cabría añadir que en toda la ubicua gestión de gobierno/oposición ejercida por ERC no hay nada, ni el menor atisbo, de que su modelo de gestión difiera del de CDC; sólo, en todo caso, que no hayan podido «morder» tanto.

Porque el modelo de gestión de ERC en sus años de tripartito no se caracterizó precisamente por su transparencia, sin olvidar, amén de las payasadas que protagonizaron, la incompetencia que les caracterizó, que también tienen gente imputada y que un exconseller suyo está en la cárcel por contrabandista, en complicidad, por cierto, con un guardia civil.

Y porque desde que, más recientemente, ERC ejerce la inédita y ubicua función de principal partido de la oposición a la vez que de conciencia del gobierno y su mayor soporte parlamentario, su acción política se ha caracterizado por la complicidad tácita con CIU, no sólo por su silencio doloso y su pasividad ante escándalos de corrupción, sino también, y muy especialmente, por su interesada y activa colaboración en el desmantelamiento de la Administración pública catalana y su reconversión en un cortijo bananero en el que ejercen de masovers, según las tesis del flamante eurodiputado Terricabras, que ya comenté en tres entregas (I, II, III) y sobre las cuales ironicé en su momento. Nada, nada induce a pensar que ERC iba a modificar el modelo.
De momento, pues, entre las partes afectadas, de autocrítica, nada de nada… ¡Ah! Por cierto, que triste papel el de la izquierda. Pero eso ya no es noticia, sino el pan de cada día.

divendres, 7 de març del 2014

CABALGANDO CON "EL TETE"




Dudosa maniobra la de Junqueras fichando a Ernest "tete" Maragall para su candidatura a las elecciones europeas. Dudosa porque está introduciendo en su casa a un personaje que no sólo no aporta nada, sino que resta. Como mínimo entre los docentes catalanes, no van a aumentar los votos a ERC porque lleve a este individuo en sus listas, sino todo lo contrario. Además, Ernest Maragall nunca ha representado a nadie más que a sí mismo. Eso sí, se auguran días movidos sin ocasión para el aburrimiento. Maragall no viene a hacer de comparsa de Junqueras, por quien no creo que sienta sino un desprecio de clase sólo comparable con su arrogancia.

Si Terricabras es el teórico del «masoverismo» como forma catalana de estructuración social, Maragall es el señoritismo propio del nepotismo anti ilustrado. Menudo tándem. Ha afirmado ser economista y analista informático sin tener, ni éstas, ni ninguna otra titulación universitaria. Eso sí, trabajó en el área de economía del Ayuntamiento de Barcelona, del que es funcionario municipal sin que conste que ganara ningunas oposiciones. ¿Cómo entró, entonces, en los tiempos de Porcioles?

Su carrera política transcurrió siempre a la sombra de su hermano en el PSC, aunque otras fuentes afirman que era él quien le aupó y siempre movió los hilos. Convertido en consejero de educación como compensación familiar por la defenestración de su hermano, su etapa al frente de la educación catalana fue, simplemente, nefasta. Luego, una vez sin cargo, abandonó el PSC, eso sí, dejando su «cagadita», la LEC. Claro que, al menos en temas educativos, ahí sí que encaja en ERC, que han sido sus más entusiastas seguidores. La diferencia es que ellos se lo creen, él no. El sólo cree en Ernest Maragall.

No sé, pero tengo para mí que a Junqueras pronto intentarán moverle de la silla. Si no, al tiempo.

diumenge, 6 d’octubre del 2013

DEL EMPECINAMIENTO A LA OFUSCACIÓN...







Si España se parece cada vez más a la Wonderland carrolliana,  no cabe duda que en Cataluña, y gracias a los independentistas, hemos conseguido nuestra propia vía hacia el ridículo, claramente diferenciada de la española. Aquí esto cada vez se parece más a “Una tarde en el circo” de los Hermanos Marx –sí, lo sé, ni siquiera a “Sopa de ganso”-.

Lo peor que le puede ocurrir a alguien que se ha tirado un farol y se lo han pillado, es empecinarse en seguir faroleando, porque lo van a desplumar como a un ”primo”. Y parece que aquí lo que hay ya no es empecinamiento, sino ofuscación, una fase superior a la del empecinamiento, cuando la propia posición de uno en un contexto de correlación de fuerzas se degrada tanto que, lo único que se puede hacer si se quiere seguir jugando, es negarla y proseguir como si nada. 

Ahora el arrojado Homs nos anuncia un ensayo plebiscitario en las próximas elecciones europeas, añadiendo que el gobierno español está «aterrado» ante tan contundente y amenazadora perspectiva. No deja de ser sorprendente que ante tal genialidad, los socios de ERC repliquen que de ensayos nada, que lo que habrá en el 2014 será elreferéndum por la independencia.

Mientras tanto, unas notas para la reflexión en la entrevista con Francesc Granell que no tiene desperdicio. Lástima que no la lean ni Homs, ni Mas. Claro que, bien mirado, para que la iban a leer. No son ellos los que están faroleando, sino el gobierno español ¿Estamos?

diumenge, 14 de juliol del 2013

¿QUÉ SERA DE CDC?



“Los niñatos de Pujol”, les llamaba Pepe Borrell cuando se dieron a conocer. “Els masovers”  era, por su parte, el calificativo que les dedicaba un otrora crítco Xavier Bru de Sala. Desde entonces, han pasado unos cuantos años y un par de cohortes generacionales convergentes. En realidad, su ascenso a la primera plana de la política va de la mano del retiro del Amado Lider y el consiguiente dedazo que ungió a Artur Mas como nuevo edecán. Cuando en el 2010, después de ocho años en la oposición, CIU accede de nuevo al poder, el estado mayor de Mas elabora una estrategia que hoy, tres años y medio después, puede estar a punto de relegar a CDC a la marginalidad y cambiar radicalmente el escenario político catalán. Y todo gracias al “talento” desplegado por este “equipazo”.

Confieso que soy de los que pensaba que CDC iba a hundirse sin remedio a la que perdiera unas elecciones y se la desalojara del poder. Y no fue así. Pero, contumaz que es uno, la situación se me antoja ahora harto más complicada y truculenta. Sobre todo si tenemos en cuenta la extraordinaria capacidad de estos caballeros para complicarse la vida.

En un primer momento, y con una propuesta soberanista más o menos encubierta según los tradicionales patrones de ambigüedad que CIU venía utilizando desde siempre, se quedó a cinco diputados de la mayoría absoluta. La crisis golpeó duro y la amenaza de la bancarrota empezó a cernirse sobre el gobierno catalán. Al día siguiente de conseguir por primera vez ganar en Cataluña unas elecciones generales, Mas empezó a aplicar la política de recortes, muy especialmente en sanidad y educación. A esto se le añadieron varios casos de corrupción, el buque insignia de los cuales fue el “Caso Palau” com Millet al frente. Aun sin haber llegado al ecuador de la legislatura, Mas se encontraba en una situación extremadamente precaria.

Con la legislatura políticamene agotada antes de llegar a su primera mitad, Mas relanzó entonces la propuesta del “Pacto Fiscal”, que iba a ser el talismán que nos haría salir de la crisis. Ante la negativa del gobierno español, la alternativa fue la convocatoria de elecciones con un programa ya abiertamente independentista y con referéndum incluido.

No lo puedo saber con certeza, pero tengo para mí que no sólo nunca contempló la posibilidad de entrar a negociar el pacto fiscal o una mejora del sistema de financiación, sino que tampoco lo hubiera deseado en caso de haberse prestado el otro. Porque bravuconadas de cara a la galería a parte, no parece una muy buena estrategia negociadora presentarse reclamando un modelo de pacto fiscal y estar diciendo a la vez, a cualquiera que quisiera escucharlo, que dicho pacto iba a ser un peldaño más en el camino hacia la plena soberanía.

Sea como fuere, el resultado de las elecciones fue un fiasco de dimensiones elefantiásicas. De pedir una mayoría excepcional pasó a perder 12 diputados y se quedó como rehén de ERC. No sólo hubo un importante trasvase de votos de CIU a ERC, sino que todas las encuestas indican que la fuga de votos sigue produciéndose y que, de haber elecciones ahora, ERC conseguiría incluso obtener más diputados que CIU, que sufriría una auténtica hecatombe.

Y aquí viene el gran problema, Cómo salir del embrollo en que se han metido y salvar a la vez los muebles. Por un lado, es evidente que CIU ha perdido fuelle y que quien está marcando el calendario independentista es ERC. Parece que si las propuestas de uno y otro confluyen, el electorado independentista prefiere el original a la copia. Por el otro, hacer ahora un amago, por ejemplo en el tema de la consulta, le reportaría al equipo dirigente de CIU un ridículo estrepitoso así como la inevitable y consiguiente pérdida de credibilidad política, con todol lo que ello conlleva.

Después de haber enardecido a su propia parroquia, resulta que una parte significativa de ésta, la más nacionalista y convertida al independentismo, migra hacia ERC, el partido independentista de siempre. Y tampoco parece que por ahora vaya a entrar ERC en una de sus crisis cíclicas que, de darse, acaso CIU podría aprovechar para recuperar parte de sus votos tradicionales. Y ahí es donde corre CDC el riesgo real de desaparecer del mapa político, al menos desde la perspectiva de lo que ha venido siendo los últimos treinta años.

No parece que, en conjunto y a la vista de como van las cosas, haya valorado previamente el independentismo catalan sus propias fuerzas en un contexto de correlación. Pero tampoco parece que Mas y su gente consideraran la posibilidad de fuga masiva de votos hacia ERC, una fuga que parece lejos de concluir. Y también por otros frentes puede CIU, o más concretamente CDC, perder aún más clientela.

El nacionalismo de CDC y sus propias características, han propiciado un electorado más heterogéneo de lo que a simple vista podría parecer y con varias fronteras siempre susceptibles de moverse en varias direcciones. De una parte, estaría la frontera compartida con ERC, la del sector más recalcitrantemente independentista, una frontera que por ahroa parece estar haciendo aguas y que le puede representar a CDC, si por ejemplo acabara dando marcha atrás en el tema de la consulta, calculo que entre un 15 y un 35% de su electorado actual. Las diferencias entre CDC y ERC son hoy en día prácticamente inexistentes en lo político. Sí las hay todavía en lo social y en lo antropológico, pero con una ERC cada vez más derechizada, estas diferencias pueden tender a reducirse.

Por la otra parte, los sectores socioeconómicos más poderosos de CIU no parece que sean precisamente los más nacionalistas, así que de proseguir CDC su actual deriva independentista, pueden acabar abandonando el barco y recalar en otros con menos veleidades soberanistas, como la UDC de Durán o el propio PP. Calculo que la franja de CDC que estaría en esta frontera se situaría entre el 10 y el 20% de su electorado. Pero cuidado, ahí están precisamente algunos de los empresarios y poderes económicos faáticos catalanes. Perderlos podría tener para CDC consecuencias fatales e irreversibles.

Finalmente, aunque hoy por hoy sea un supuesto meramente testimonial dada la situación del PSC, tampoco se puede descartar a una franja que podría oscilar entre el 5 y el 10% del electorado. En cualquier caso, sí parece que, se mueva hacia donde se mueva, CDC quedará sensiblemente tocada. Y si a eso le añadimos su particular naturaleza constitutiva, no es descartable pensar que en un escenario que ERC acabara superándola, pudiera entrar definitiva e irreversiblemente en barrena. Dependerá mucho, supongo, de cómo se mueva UDC y Durán, cuyo protagonsimo irá inevitablemente al alza, siendo este otro nuevo problema con el que seguramente tampoco habían contado antes de iniciar una singladura que más bien parece llevar a la actual cúpula dirigente convergente hacia un callejón sin salida. Ya veremos, ya veremos…

dijous, 27 de juny del 2013

QUO VADIS, JUNQUERAS?




Cual digno émulo de Arquímedes de Siracusa -"dadme un punto de apoyo y levantaré el mundo, afirmó con motivo del descubrimiento de la palanca-, el ínclito Oriol Junqueras se descolgaba ayer con análoga petición: "dadme 68 diputados y proclamo la independencia". Pero lo de Arquímedes, hombre instruido donde los hubiera, era una metáfora; lo de Junqueras, no.

Porque vamos a ver, y dicho sea con absoluta independencia de la posición que uno pueda tener sobre este respecto, que por otra parte ya se ha manifestado aquí en otras ocasiones, lo cierto es que hemos de suponer que Junqueras se refiere a 68 diutados de ERC en el Parlamento catalán. Y afirmar que con ello declara la independencia se me antoja un ejercicio de irresponsabilidad política mayúsculo. Es más, impropio de alguien que, de disponer de dichos diputados y declarar la independencia, es de suponer que sería el primer mandatario de la nueva Cataluña independiente.

En el Parlamento catalán hay 135 diputados. 68 es exactamente la mitad más 1, y esto representa un 50,37% de la Cámara. A su vez, los restantes 67, cuya opinión no parece importarle a Junqueras, representan el 49.63%. Y la verdad, puede que 68 contra 67 sea una mayoría democrática suficiente para decidir sobre los temas que el Parlamento catalán tiene encomendados, pero para decisiones de tamaña trascendencia, se me antoja una mayoría muy exigua.

Pero es que además, el bueno de Junqueras parece soslayar también otro aspecto nada baladí, y es que con el sistema electoral actual, nada asegura que el porcentaje que estos 68 diputados representarían respecto al total de la cámara, se correspondiera con el de votos reales emitidos. Todo lo contrario. No sería la primera vez que el partido con más diputados en el Parlament no coincida con el que más votos obtuvo. Ocurrió en 1999, volvió a ocurrir en el 2003 y, sin ir más lejos, ocurre también en la actual legislatura: el propio Sr. Junqueras debería saber que su condiión de jefe de la oposición, el segundo partido con más diputados, no se corresponde con su posición en votos. El PSC le sacó 26583 votos. Ello no obstante, ERC obtuvo 21 diputados frente a los 20 del PSC.

Mucho cuidado pues con el farol de los 68 diputados, porque bien pudiera ser que, más aun si los restantes 67 correspondieran a distintas listas electorales, que esta exigua mayoría en el Parlament se correspondiera con una clara minoría en cuanto a votos. Ello no obstante, nada de esto parece ser óbice para que el Sr. Junqueras declarara la independenca de disponer de estos 68 diputados. Antes pedía un referéndum. Ahora le basta con 68 diputados... Y todo esto, la verdad, empieza a asustar. Porque cuando uno acaba creyéndose sus propios delirios, y todo indica que se los cree, tenemos un problema grave.

Vamos a dejar de lado los indudables escollos jurídicos que semejante declaración conllevaría, así como las reacciones que suscitaría -temas que, por cierto, tampoco parecen importarle al Sr. Junqueras- y centrémonos en el estricto tema de mayorías y minorías.

Una declaración de independencia es una decisión que compromete a toda la sociedad, presente y futura, y es de una envergadura tal que requiere de una mayoría social más que holgada. Pongamos desde un 60% hasta los 2/3 para empezar a hablar. En cambio, desde los supuestos de Junqueras, hoy serían 68 diputados frente a 67. Supongamos ahora que en la siguiente legislatura -nada es descartable desde supuestos delirantes como los suyos- esta correlación de diputados se invierte en sentido contrario y se vota la (re)integración a España. Con tan escasos márgenes como con los que trabaja Junqueras sería, cuando menos, una posibilidad a tener en cuenta.

¿Y qué haríamos entonces? ¿Votar la reintegración a España? ¿Avalaría el Sr. Junqueras que el mismo procedimiento que sirvió para largarse de España lo fuera también para volver a ella? Y eso suponiendo, claro, que España nos aceptara, que a lo mejor ni eso. ¿Estaría el Parlament votando en cada legislatura si vuelve o no según el partido politico que estuviera en el poder?

No, Sr. Junqueras, no. Ya está bien de necedades. No se puede jugar con los números ni aparentar mayorías que no lo son. Lo que usted está haciendo es incurrir en una iresponsabilidad que le descalifica. Y me temo que también en un desconocimiento de causa pavoroso, como si no tuviera ni idea de lo que se está trayendo entre manos. Estamos apañados.

dijous, 1 de novembre del 2012

JUNKERas & ANGELA


 
Oriol Junqueras -potser aviat haurem de posar von Junker(as) si segueix així d'embalat- ha afirmat que els seus postulats econòmics no són els propis de l'esquerra dogmàtica, sinó similars als d'Angela Merkel. Sí, ha dit «postulats». Hem de suposar que un polític de primera línia com ell, a més a més professor universitari, està al corrent del signifcat d'aquest terme; però si ho fem, aleshores hem de concloure que, o el pobre Junqueras s'ha fet un empatoll d'aquells d'embolica que fa fort, o fins ara ens havia estat colant gat per llebre. Una de dos.

Perquè això no és cosa de broma, no fotem. A veure. Que Frau Merkel sigui originària de l'antiga Alemanya Oriental, no vol dir que mai hagi estat ni comunista ni res per l'estil. Tot al contrari, era filla d'un pastor luterà tan furibundament dretanós com ella. Quan va tenir l'oportunitat, Merkel es va ficar a la CDU de Helmut Kohl, un partit demòcrata-cristià de dretes de tota la vida. I des que és al capdavant del partit i cancellera alemanya, s'ha caracteritzal per les seves veleitats neoliberals i desreguladores. I si encara no ha estat la Tatcher alemanya, no ha sigut pas per falta de ganes. A més, talment acabi sent la Tatcher europea. Si més no, en va pel camí.

Ara bé, que Frau Merkel sigui de dretes no és res que se li pugui retreure. Mai se n'ha estat de proclamar-ho públicament. Per tant, qui voti la CDU ja sap què està votant, llevat, és clar, que sigui un imbècil. Però... podem dir el mateix d'en Junqueras?

Hom diria més aviat que no. Perquè Junqueras pertany a un partit que es diu Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) i que es vanta de ser l'esquerra nacional(ista) catalana; una condició que la distingiria, no solament de la dreta, sinó també de la resta de l'esquerra que hi ha a Catalunya, categoritzada, des d'aquesta perspectiva, com a espanyola o espanyolista.  I si ara resulta que el màxim dirigent de l'esquerra nacional catalana ens diu que ell no és de l'esquerra dogmàtica, i per il·lustrar-nos sobre quin és el seu tipus d'esquerra "no dogmàtica", va i es despenja amb el model econòmic de la CDU de Merkel, aleshores no podem concloure sinó que, o bé aquest tio va molt, però que molt despistat, o bé la presència del terme "Esquerra" a les sigles d'ERC és un frau sense pal·liatius; un engany, vaja.

La veritat, he de confessar que des de sempre havia tingut les meves sospites sobre aquesta presumpta ideologia d'esquerres que les sigles ERC semblaven atribuir-li a aquest partit, si més no formalment. Ara em sorprèn que a ERC aquestes declaracions del seu màxim dirigent no hagin suscitat ni un sol comentari entre la militància. Que potser tan els hi fa ser d'esquerres com de dretes?
Em pensava que a ERC encara quedava gent que, per estrany que pugui semblar, estaven convençuts que eren d'esquerres. Ara veig que, si és que n'hi va haver alguna vegada, ja no n'hi queden...

dimarts, 30 d’octubre del 2012

DE PASCAL A ORIOL JUNQUERAS, PASANDO POR FICHTE



Lo decía Josep Borrell hoy -en un artículo que no puedo reproducir porque la edición digital es de pago- a propósito del debate sobre el independentismo y aludiendo a Cataluña y a Escocia: "Ya vale de decir las cosas como no son y de considerar amenazas explícitas como son". O lo que es lo mismo, basta ya de mentiras capciosas.

Para muestra un botón. En el mismo rotativo donde aparece el artículo -edición papel- pueden verse dos noticias contradictorias que hablan sobre lo mismo. En la primera, el máximo dirigente de ERC, Oriol Junqueras, asegura que sin el déficit fiscal, la Generalitat tendría el superávit más alto de Occidente. Por cierto, luego añade que sus postulados económicos son parecidos a los de Angela Merkel. ¿Y se dice de izquierdas? ¿Sabe este tío lo que está diciendo?. En fin, mejor dejar este tema para otra entrega. En la segunda noticia, el último fichaje del PSC afirma que la independencia de Cataluña traería 15 años de bache ecónomico. Quince, eso es ni catorce ni dieciséis, sino quince. Muy bien, entendido. Parece obvio que uno de los dos está mintiendo conscientemente, porque tanta discrepancia es imposible.

O quizás no. Quiero decir que acaso el que mienta no sea consciente del carácter mendaz de sus afirmaciones. En cualquier caso, si luego las previsiones no se cumplieren, siempre hubiere algo o alguien a quien cargarle el mochuelo. Eso no es problema. Como en aquella película del inspector Clousseau, que no quiere que la chica sea la asesina, y siempre encuentra algún argumento cogido con pinzas para exculparla ante sus superiores cada vez que aparece ella junto a un cadáver recién asesinado.

La voluntad (¿O los sentimientos?) frente a la razón. Decía Pascal que el corazón conoce razones que la razón ignora, y son las que mandan, hemos de suponer. Fichte, por su parte, considera la voluntad como génesis –la libertad de la voluntad- y el conocimiento –la razón- no es sino un momento necesario del despliege de esta voluntad, en la cual reside la decisión. ¿Para qué el conocimiento entonces? ¿Para qué la razón? Simplemente, para que podamos decidir libremente. O pensarnos que es así, que añadiría un psicoanalista.

No seguiré con Fichte, simplemente diré que la versión posmoderma -ergo, ramplona- de este planteamiento es que lo que yo quiero es lo que he de conseguir porque puedo construir la realidad a mi antojo, porque tan "verdad" es mi construcción como la del "otro", y la realidad que está allí estorbando en el supuesto de que lo que yo quiera no se le ajuste –no le esté adecuado, diría el viejo Aristóteles-, pues la tergiverso y punto ¿Acaso permitiré que unos asquerosos datos empíricos den al traste con mis voliciones? Ni hablar. Además, tanto unos como otros, están convencidos de que lo que dicen es, en cada caso, lo que sus respectivas parroquias quieren oir. Es como decidir qué es verdad por referendum.

¿Y lo que dice Borrel de “las cosas como son”? ¿Qué significa desde estos planteamientos? Nada, residuos de racionalismo insolente y antisentimental, presuntuoso y demodé; propio de trasnochados que no saben que la razón crea monstruos. Por lo visto, la sinrazón no los crea.
Y así nos va. Que Dios nos pille confesados.