diumenge, 14 de juliol del 2013

¿QUÉ SERA DE CDC?



“Los niñatos de Pujol”, les llamaba Pepe Borrell cuando se dieron a conocer. “Els masovers”  era, por su parte, el calificativo que les dedicaba un otrora crítco Xavier Bru de Sala. Desde entonces, han pasado unos cuantos años y un par de cohortes generacionales convergentes. En realidad, su ascenso a la primera plana de la política va de la mano del retiro del Amado Lider y el consiguiente dedazo que ungió a Artur Mas como nuevo edecán. Cuando en el 2010, después de ocho años en la oposición, CIU accede de nuevo al poder, el estado mayor de Mas elabora una estrategia que hoy, tres años y medio después, puede estar a punto de relegar a CDC a la marginalidad y cambiar radicalmente el escenario político catalán. Y todo gracias al “talento” desplegado por este “equipazo”.

Confieso que soy de los que pensaba que CDC iba a hundirse sin remedio a la que perdiera unas elecciones y se la desalojara del poder. Y no fue así. Pero, contumaz que es uno, la situación se me antoja ahora harto más complicada y truculenta. Sobre todo si tenemos en cuenta la extraordinaria capacidad de estos caballeros para complicarse la vida.

En un primer momento, y con una propuesta soberanista más o menos encubierta según los tradicionales patrones de ambigüedad que CIU venía utilizando desde siempre, se quedó a cinco diputados de la mayoría absoluta. La crisis golpeó duro y la amenaza de la bancarrota empezó a cernirse sobre el gobierno catalán. Al día siguiente de conseguir por primera vez ganar en Cataluña unas elecciones generales, Mas empezó a aplicar la política de recortes, muy especialmente en sanidad y educación. A esto se le añadieron varios casos de corrupción, el buque insignia de los cuales fue el “Caso Palau” com Millet al frente. Aun sin haber llegado al ecuador de la legislatura, Mas se encontraba en una situación extremadamente precaria.

Con la legislatura políticamene agotada antes de llegar a su primera mitad, Mas relanzó entonces la propuesta del “Pacto Fiscal”, que iba a ser el talismán que nos haría salir de la crisis. Ante la negativa del gobierno español, la alternativa fue la convocatoria de elecciones con un programa ya abiertamente independentista y con referéndum incluido.

No lo puedo saber con certeza, pero tengo para mí que no sólo nunca contempló la posibilidad de entrar a negociar el pacto fiscal o una mejora del sistema de financiación, sino que tampoco lo hubiera deseado en caso de haberse prestado el otro. Porque bravuconadas de cara a la galería a parte, no parece una muy buena estrategia negociadora presentarse reclamando un modelo de pacto fiscal y estar diciendo a la vez, a cualquiera que quisiera escucharlo, que dicho pacto iba a ser un peldaño más en el camino hacia la plena soberanía.

Sea como fuere, el resultado de las elecciones fue un fiasco de dimensiones elefantiásicas. De pedir una mayoría excepcional pasó a perder 12 diputados y se quedó como rehén de ERC. No sólo hubo un importante trasvase de votos de CIU a ERC, sino que todas las encuestas indican que la fuga de votos sigue produciéndose y que, de haber elecciones ahora, ERC conseguiría incluso obtener más diputados que CIU, que sufriría una auténtica hecatombe.

Y aquí viene el gran problema, Cómo salir del embrollo en que se han metido y salvar a la vez los muebles. Por un lado, es evidente que CIU ha perdido fuelle y que quien está marcando el calendario independentista es ERC. Parece que si las propuestas de uno y otro confluyen, el electorado independentista prefiere el original a la copia. Por el otro, hacer ahora un amago, por ejemplo en el tema de la consulta, le reportaría al equipo dirigente de CIU un ridículo estrepitoso así como la inevitable y consiguiente pérdida de credibilidad política, con todol lo que ello conlleva.

Después de haber enardecido a su propia parroquia, resulta que una parte significativa de ésta, la más nacionalista y convertida al independentismo, migra hacia ERC, el partido independentista de siempre. Y tampoco parece que por ahora vaya a entrar ERC en una de sus crisis cíclicas que, de darse, acaso CIU podría aprovechar para recuperar parte de sus votos tradicionales. Y ahí es donde corre CDC el riesgo real de desaparecer del mapa político, al menos desde la perspectiva de lo que ha venido siendo los últimos treinta años.

No parece que, en conjunto y a la vista de como van las cosas, haya valorado previamente el independentismo catalan sus propias fuerzas en un contexto de correlación. Pero tampoco parece que Mas y su gente consideraran la posibilidad de fuga masiva de votos hacia ERC, una fuga que parece lejos de concluir. Y también por otros frentes puede CIU, o más concretamente CDC, perder aún más clientela.

El nacionalismo de CDC y sus propias características, han propiciado un electorado más heterogéneo de lo que a simple vista podría parecer y con varias fronteras siempre susceptibles de moverse en varias direcciones. De una parte, estaría la frontera compartida con ERC, la del sector más recalcitrantemente independentista, una frontera que por ahroa parece estar haciendo aguas y que le puede representar a CDC, si por ejemplo acabara dando marcha atrás en el tema de la consulta, calculo que entre un 15 y un 35% de su electorado actual. Las diferencias entre CDC y ERC son hoy en día prácticamente inexistentes en lo político. Sí las hay todavía en lo social y en lo antropológico, pero con una ERC cada vez más derechizada, estas diferencias pueden tender a reducirse.

Por la otra parte, los sectores socioeconómicos más poderosos de CIU no parece que sean precisamente los más nacionalistas, así que de proseguir CDC su actual deriva independentista, pueden acabar abandonando el barco y recalar en otros con menos veleidades soberanistas, como la UDC de Durán o el propio PP. Calculo que la franja de CDC que estaría en esta frontera se situaría entre el 10 y el 20% de su electorado. Pero cuidado, ahí están precisamente algunos de los empresarios y poderes económicos faáticos catalanes. Perderlos podría tener para CDC consecuencias fatales e irreversibles.

Finalmente, aunque hoy por hoy sea un supuesto meramente testimonial dada la situación del PSC, tampoco se puede descartar a una franja que podría oscilar entre el 5 y el 10% del electorado. En cualquier caso, sí parece que, se mueva hacia donde se mueva, CDC quedará sensiblemente tocada. Y si a eso le añadimos su particular naturaleza constitutiva, no es descartable pensar que en un escenario que ERC acabara superándola, pudiera entrar definitiva e irreversiblemente en barrena. Dependerá mucho, supongo, de cómo se mueva UDC y Durán, cuyo protagonsimo irá inevitablemente al alza, siendo este otro nuevo problema con el que seguramente tampoco habían contado antes de iniciar una singladura que más bien parece llevar a la actual cúpula dirigente convergente hacia un callejón sin salida. Ya veremos, ya veremos…

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