¿Aquí
quién manda? Es la pregunta que muy acertadamente se planteaba un veterano
periodista el viernes en el programa de debate de Josep Cuní en la
televisión de Javier el “Grande” (de España, claro) -léase “La
Vanguardia” para lectores de fuera de Cataluña- a la vista del
cúmulo de despropósitos en que incurrió el rey Arturo, máxima
autoridad catalana, entre el jueves, con sus declaraciones sobre
elecciones plebiscitarias para el 2016, y el viernes cuando fue a rendirle
pleitesía a von Junker(as), a la sazón alcalde de la ilustre villa
de Sant Vincenç dels Horts, para asegurarle que de aquello que se
decía que había dicho, nada de nada, que no se le había entendido, que el iba a cumplir sus
compromisos con los Junkers. Y
aquí paz y allá gloria.
Pero la instantánea, esa
inmobilización del tiempo en el espacio -que decia Lessing a
propósito de la escultura- nos permite recoger expresiones y matices
que sin duda vídeo pasaría por alto, parece decir otra cosa. Aunque sólo asomando el perfil, se percibe claramente en Mas un rictus
de asqueo, una mueca de preocupación, de hartazgo de la
resignación que violenta a la voluntad... ¿Cómo me he metido en
este berengenal? Parece también estar preguntándose ¿Cómo voy a salir de él?
Es una instantánea mucho más
que ilustrativa del día de rendimiento de pleitesía de un presidente
de la Generalitat de Cataluña a un alcalde de pueblo. Es definitivamente significativa. A mí esta es la que me parece más trágica, y lo digo
sin el menor asomo de sarcasmo.. Sólo recuerdo una foto similar, la del borrachín de
Yeltsin marcándole con el dedo al infeliz de Gorbachov dónde tenía
que firmar la disolución de la URSS.
Fíjense bien en la instantánea y en quién está robando pantalla a quién. No
es un problema de mayor corpulencia física de uno frente a otro.
No. Nada de eso. Es la expresión de Laoconte -a
propósito de Lessing- preso de la serpiente que sabe que se lo va a
tragar enterito y previo a la digestión, que será en el estómago y
en vivo. Con una diferencia. Laoconte advirtió del peligro y por eso los dioses le enviaron la serpiente. Él , muy al contrario, sabe que a esa serpiente la alimentó
él mismo irresponsablemente. Y ahora tal vez sea ya demasiado tarde.
Moloch es insaciable y no se detiene ante nada.
Malos tiempos corren en Camelot. A lo
mejor es que nunca fue Camelot. En realidad, tampoco Camelot fue
nunca Camelot.
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