dissabte, 25 d’agost del 2012

A VUELTAS CON LA MUERTE DE PRIM (IV)



OBJECIONES



Hay cosas que no cuadran. Y como sólo disponemos de la información que se nos suministra de otras fuentes, no tenemos más remedio que analizar lógicamente estos hechos e inferencias, así como las inconsecuencias lógicas, que no necesariamente de hecho, que podamos detectar.
Y así tenemos que la cuadrilla de sicarios que llevó a cabo el atentado habría estado encabezada por Paúl y Angulo y formada por gente afín a su ideario político radical. Pero esto, al margen de que Paúl y Angulo siempre lo negó, no acaba de casar con una interesante aportación del propio Pedrol Rius: la trama estaba tan bien preparada que se arregló el traslado al extranjero –Sudamérica, principalmente- de algunos de los participantes, presumiéndose que allí recibieron una generosa recompensa que les permitió rehacer su vida. Pero es que los que se quedaron en España, fueron, con el tiempo, siendo sistemáticamente eliminados para que no hablaran. La primera muerte extraña, aunque accidental en el sentido de “pasaba accidentalmente por allí”, apunta Gibbon que fue la de una antigua confidente de la policía, que vio los disparos de la cuadrilla contra el carruaje de Prim y afirmó haber reconocido al inspector de marras merodeando en la propia calle del turco apenas unos instantes después. Pero además, es que si el pacto de silencio es harto improbable, que se cumpliera es del todo inverosímil.
En un país convulso políticamente y tan propenso al enfrentamiento, a la delación y al “coriolanismo”, de pronunciamientos, guerras civiles y súbitos cambios de régimen y de bando, no parece probable que ninguna facción –y todas ellas tuvieron en mayor o menor grado sus cuotas de poder en distintos momentos- dejara pasar la oportunidad de utilizar la muerte de Prim como arma arrojadiza contra la facción contraria. Y si encima pensamos en unos sicarios que ven como sus compinches están despareciendo uno tras otro, resulta difícil pensar que se quedaran quietos.
Pero antes de proseguir se impone una aclaración. Hemos considerado el estudio de Pedrol Rius como la versión oficial/oficiosa por su doble condición de referencia ineludible y, en cierto modo, concluyente, sobre el asesinato del general Prim. Eso por un lado. Ahora bien, por el otro, este carácter de versión oficiosa  vendría dado por el hecho de que, a pesar de todo, sigue sin tratarse el asesinato del general Prim, afirmando que su muerte fue el resultado de un complot urdido por el duque de Montpensier y ejecutado por José Paúl y Angulo, de la misma manera como, por ejemplo, se afirma que el asesinato de Trosky lo llevó a cabo Ramón Mercader obedeciendo órdenes directas de Stalin. Así pues, y desde esta perspectiva al menos, la muerte de Prim sigue siendo un enigma histórico no resuelto como lo pueden ser la muerte del heredero austro-húngaro en Mayerling o el asesinato de Kennedy. No es, en absoluto, un tema zanjado.

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