divendres, 8 de març del 2013

CHÁVEZ ¿QUÉ DECIR?



A uno le pasó siempre con Chávez aquello de salir de Guatemala para ir a Guatapeor. ¿Qué duda cabe que se trataba de un régimen populista, caudillista y, en muchos aspectos, con una propensión enfermiza hacia la demagogia más ramplona? Pero, y lo digo desde la distancia aun con el cierto conocimiento de causa que me da conocer zonas próximas geográfica, antropológica y sociológicamente... La verdad, a la vista de la catadura moral exhibida por la oposición, no basta ni aquello de "más vale malo conocido que bueno por conocer", sino que habría que transmutar esta máxima en "más vale malo conocido que peor igualmente reconocido".

Es decir, que aun con sus astracanadas, uno muy probablemente se hubiera quedado con Chávez. Alguien podría decir que esta sería por mi parte una apuesta ideológica. Y la verdad, creo que no. Apuesta ideológica lo fue, en todo caso, cuando los congéneres cubanos de los opositores venezolanos organizaron en el año 2000 aquella famosa campaña con el tema del niño "Elian". ¿Alguien se acuerda?

Como dice Jorge en su blog, hay ciertamente sombras. Caracas sigue siendo una de las ciudades del mundo donde se cometen más crímenes por día. Y esto Chávez no lo solucionó. No parece tampoco que los ingentes recursos del petróleo Se hayan destinado a construir una estructura productiva sólida en Venezuela, y más bien da la impresión que se apostó por un cultura de la subvención clientelista. Todo esto parece indiscutible...

Pero Chávez ganó elecciones, una tras otra. Y los que le han acusado de dictador -no tengo ninguna duda sobre sus tics autoritarios- son los mismos que le intentaron derrocar con un golpe de estado y apelaron a subterfugios moralmente repugnantes para pasar por encima de los crímenes de los Pinochets, Videlas, Bordaberrys y tantos otros siniestros personajes que dejaron Latinoamérica convertida en un cementerio. Tampoco nadie parece recordar hoy como, en la vecina Colombia, no hace tanto tiempo que los líderes de la izquierda parlamentaria fueron impunemente asesinados, exterminados uno tras otro, hasta forzar el paso de la izquierda a lo que hoy es la narcoguerrila agonizante.

¿Dónde están los estadios de fútbol venezolanos convertidos en campos de concentración y asesinato? ¿Dónde están las academias militares venezolanas convertidas en centros de tortura metódicamente organizados para no dejar rastro físico de los "desaparecidos"? ¿O dónde están los cadáveres de los venezolanos asesinados a tiros por orden de Chávez, mientras asaltaban supermercados en busca de comida porque se estaban muriendo literalmente de hambre, como ocurrió con los muertos por orden del corrupto socialdemócrata Carlos Andrés Pérez cuando el "caracazo"?

Hablando de lo que hablamos, y conociendo el paño, no dejan de ser éstos aspectos que hay que tener en cuenta, sobre todo antes de apuntarnos a las acusaciones de "dictador" proferidas por los que, en su momento, y a parte de intentar derrocarle mediante el clásico sistema del golpe de estado, fueron cómplices, silenciosos o ruidosos, cuando no culpables directos, de unas atrocidades que repugna sólo pensar en ellas.
Simplemente, creo que hay que tenerlo en cuenta. Y que había que decirlo.

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