Hasta ahora
parecía muy claro, pero la aparición de la denuncia pública sobre los presuntos
fondos suizos y lienchestenianos de Pujol y Mas, aporta cierta confusión sobre
los designios del rotativo que defendió contra viento y marea, contra todo
sentido común, contra toda evidencia empírica y contra las actuaciones
policiales y judiciales, la autoría de ETA en los atentados del 11-M.
Porque la
intencionalidad de la gravísima acusación contra Mas dependerá de la evolución e incidencia que la
noticia tenga en los resultados de las elecciones catalanas del próximo domingo, 25
de noviembre. Así que o hay pruebas o no las hay. Y el tiempo apremia, de modo
que ahora mismo sólo hay dos posibilidades.
O en el curso de
esta semana aparecen pruebas concluyentes que acrediten con fundamento
suficiente la solvencia de las afirmaciones y acusaciones vertidas contra Mas y
Pujol, o no aparecen y la cosa adquiere certeza de difamación pura y
simple. Así de cutre.
En el primer caso
-se aportan pruebas- el mazazo que esto puede producir en CIU de cara a las
elecciones, y por añadidura en la carrera política de Mas es monumental, como
mínimo en el supuesto de que nos las estemos habiendo con un pueblo en sus
cabales.
En el segundo caso
-si no se demuestra nada y se recorre al subterfugio difamante-, entonces se le
está sirviendo a CIU la mayoría absoluta en bandeja. Tienen una semana.
Así que, como
decimos en catalán, "o caixa o faixa". Y no son Mas o Pujol quienes
han de demostrar su inocencia ahora mismo -otra cosa será en las querellas que
dicen que van a interponer- sino "El Mundo" quien ha de aportar
pruebas de su culpabilidad. Y de momento lo único que hay es una trama y una
serie de afirmaciones basadas en el borrador de un informe policial del cual
todo el mundo, menos el Mundo, niega tener conocimiento.
Estamos ante un
cálculo tan elemental que no admite faroles. Y esto no se les puede haber
escapado a "Pedro Jota & Cia". A lo largo de esta semana sabremos
si "El Mundo" aporta pruebas solventes y Mas acaba como Parnell o si,
por el contrario, se trataba de un bluf destinado a favorecer a CIU con... ¿Qué
fines?
Una cosa es
cierta: como en el juego de enigmas lógicos, la situación es la siguiente: o
hay un difamador o hay un corrupto. Y ninguno admitirá ser o lo uno o lo otro.
En un país
mínimamente serio, uno ha de acabar en la cárcel: o el difamador o el corrupto.
No valen medias tintas. Esta vez no.
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