ANTONIO Mª DE ORLEANS, DUQUE DE MONTPENSIER
Antonio
Mª de Orleans, duque de Montpensier, era hijo de Luis Felipe de Orleans -rey de
Francia entre 1830 y 1848-. Casado desde 1846 con la infanta Luisa Fernanda,
hermana de Isabel II, sus supuestas ideas liberales le distanciaron y enemistaron
con su cuñada, contra la cual se dedicó a conspirar. Sus aspiraciones a
convertirse en rey de España no eran ningún secreto para nadie. Se basaban en su matrimonio con la hermana de Isabel II
y pasaban, necesariamente, por el derrocamiento de ésta.
Montpensier
había colaborado ocasionalmente con Prim y contribuyó económicamente a
financiar la revolución de La Gloriosa que, en 1868, envió a Isabel II al
exilio. La financiación la llevó cabo con la hipoteca del palacio y dos fincas de San Lúcar, por cinco millones y medio de pesetas -una autèntica fortuna en la época-, con la banca Coutts y la Compañía de Londres. La hipoteca se levantó diez años después, al 5% de interés. No parece, en cualquier caso, que sus aportaciones a la revolución fueran tan cuantiosas ni por asomo, lo cual hace suponer que este dinero lo destinó más bien a financiar su "campaña" al trono español. Galdós nos da en sus Episodios (La de los tristes destinos) un apunte interesante: después del pronunciamiento de Prim y Topete, Montpensier envía al ejército de Serrano, ya en Alcolea, una recua de mulas con aprovisionamientos y pertrechos para el ejército sublevado. Serrano rechaza el ofrecimiento y lo envía de vuelta. Un dato interesante, como tantos otros que Galdós deja caer de vez en cuando, como si nada, que ya iremos comentando.
Sus expectativas de acceder a la corona española se habrían visto frustradas al optar Prim por la búsqueda de un rey en el extranjero. Según esta versión, y siendo Prim el obstáculo que se interponía entre el trono español y el duque, éste habría organizado y financiado el atentado que acabó con el general reusense.
Sus expectativas de acceder a la corona española se habrían visto frustradas al optar Prim por la búsqueda de un rey en el extranjero. Según esta versión, y siendo Prim el obstáculo que se interponía entre el trono español y el duque, éste habría organizado y financiado el atentado que acabó con el general reusense.
Ahora
bien, si a la vista de los hechos posteriores -ni remotamente prosperó la
candidatura de Montpensier al trono- queremos entender la actitud de
Montpensier sólo en el terreno de la estricta venganza por las expectativas
frustradas, el argumento podría valer. Su secretario personal, Solís y Campuzano,
parece haber estado implicado en la contratación de sicarios relacionados con
el atentado.
Pero
si somos de la opinión que un atentado de tal magnitud no proviene de un
calentón, sino de un cálculo frío y con la intención de obtener algún objetivo
acorde a lo arriesgado, lo cierto es que, entonces, hay aquí algo que no
encaja. Porque Montpensier sabía desde mucho antes que no podría ser rey de
España. Un lance absurdo, con resultado de muerte, había truncado de cuajo sus
aspiraciones al trono. El fallecido era Don Enrique de Borbón y Borbón-Dos
Sicilias -hermano del rey consorte, Francisco de Asís-, al cual mató en duelo a pistola de un balazo. Desde
entonces, sus posibilidades de convertirse en rey eran prácticamente nulas. El escándalo que esta muerte había generado, no sólo en España, sino sobre todo en las cancillerías europeas, fue mayúsculo.
También, más
prosaicamente, Napoleón III había vetado expresa y explícitamente el acceso de
cualquier Orleans al trono de España. Gibson apunta en su obra la posibilidad
de que en algún momento, Prim hubiera pensado en Montpensier como futuro rey -lo pone en boca de Solís, secretario del duque-, idea
que habría abandonado por completo tras el incidente del duelo.
La
pregunta sería entonces: Si tantas pistas llevan hasta Montpensier, y él sabía
que no iba a ser rey de España en ningún caso ¿qué obtenía con la muerte de
Prim en la cual tanto empeño puso y por la cual tanto habría arriesgado?
No
parece, en cualquier caso, que obtuviera gran cosa.
Exiliado por el tema del duelo y también por su presunta relación con el
asesinato de Prim, no pudo regresar a España hasta un año después de la
proclamación de Alfonso XII, en 1876, tras una fría y distante reconciliación con
la familia real, que no había suavizado ni el matrimonio de Alfonso XII con su
hija, la malograda María de las Mercedes. Murió en su finca de San Lúcar de
Barrameda, de un ataque de apoplejía que le sobrevino, al parecer, mientras
estaba cazando patos. Corría el año 1890. Habían pasado 20 desde la muerte de
Prim.
Pero si como parece
irrefutable, tantas pistas nos llevan hasta él como inductor de la muerte de
Prim, que habría urdido aun a sabiendas de que nunca iba a ser rey de España, tal
vez podríamos preguntarnos ¿A quién, entonces, servía Montpensier? O acaso también ¿Quién engañó al duque? Si tenía algún secreto,
se lo llevó con él a la tumba.
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ResponElimina"MONTPENSIER. BIOGRAFÍA DE UNA OBSESIÓN" de José Carlos García Rodríguez
ResponEliminaEditorial Almuzara
Publicación: 06/03/2015
Páginas: 400
Edición ilustrada
Tamaño: 16,00 x 24,00 cm
Encuadernación: rústica con solapas
ISBN: 9788416392001
IBIC: BG
Colección: Memorias y biografías
PVP: 27,95 €