Al
final, todo círculo acaba cerrándose y la historia no admite más transgresiones
que las que ella misma perpetra. Vamos, que la mona que se vistió de seda se quedó mona.
O como decía Serrat, "...vuelve el
rico a su riqueza, vuelve el pobre a su pobreza". Y es que esa
metáfora de la realidad que es el fútbol, nos acaba de dar una lección histórica
de aquellas que ya quisiera Hegel para sí.
De
tanto como nos lo habían repetido, incluso parecía que nuestras ridículas y
mezquinas rencillas territoriales, antropológicas, lingüísticas y auto
inmunológicas habían adquirido dimensión universal y hasta iban a dirimirse en
la más alta de las palestras: la final de la Champions, ahí es nada.
Pero el destino dispuso otra costura en el telar de las moiras. Acaso harto de la ignorancia culpable de un país que sigue recortando salarios y echando a la calle a médicos y profesores, pero que sigue invirtiendo en políticos, en banqueros, en telebasura, en demagogia y en fútbol un dinero que no tiene. Y no fueron ni el Barça ni el Madrid los protagonistas de la que tenía que ser gran final española en la más cosmopolita de las instancias internacionales. No, eso quedó para los que mandan: alemanes e ingleses.
Para
nosotros el premio de consolación en forma de final de segunda división. Y
ahora sí, la caspa estuvo al nivel que se esperaba de ella: el de la fanfarronada
de unos leones desmelenados que después de celebrar la victoria por anticipado
con champagne y percebes, no pudieron cazar la previamente vendida piel de un
pobre oso pupas y desheredado, que no tiene derecho a arrimarse ni a su propio
madroño. Esta vez sí, la representación futbolística estuvo a la altura de lo
que somos. ¿Alguien podría aportar una metáfora más real de lo que es este
país?
No
es sólo una crisis lo que tenemos aquí. Crisis es lo que tienen los otros. En este
país que "iba bien" cuando sin rumbo alguno construía
aeropuertos sin aviones, urbanizaciones sin residentes y trenes de alta
velocidad sin pasajeros; con políticos torticeros sin el menor empacho en
reconocer públicamente que estaban allí "para forrarse", o
ramplones de la corrección política con
sus "miembros
y miembras", no, en este país no hay sólo una crisis económica,
política, moral y de inteligencia. Aquí hay algo más que nadie ha dicho y es que hemos perdido
la categoría. Hemos bajado de división. De nuevo la metáfora del fútbol.
Después de unas temporadas en primera, hemos vuelto a nuestra categoría
natural: segunda.
Nos
alimentábamos sólo de metáfora, propensos como somos a confundir nuestro
ombligo con el centro del universo. Y mirábamos hacia el otro lado, como si la
cosa no fuera con nosotros, mientras la realidad seguía deteriorándose
imparable. Hasta que la metáfora se hartó de nosotros y nos dio un baño de realidad.
Ya estamos en segunda, materialmente y metafóricamente. Y eso sí, el último que
pague la luz.
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