dimecres, 29 d’octubre del 2014

¿DE LA PAYASADA AL MARTIROLOGIO?



Si el gobierno español no amaga y de verdad está resuelto a impedir que tenga lugar la mojiganga que se está pergeñando en Cataluña para el nueve de noviembre como metadona de la democracia, voy a tener que pensar muy en serio que, más allá de las complicidades lógicas entre derechas peninsulares igualmente corruptas, el problema de verdad es que se necesitan y, cada vez que alguno está con el agua al cuello, va el otro y le arroja el salvavidas para que se mantenga a flote. O eso o es que son tontos de baba y acabarán haciendo pasar a Mas por «astuto», lo cual, dicho sea de paso, tendría más mérito que la reconversión de Platón en un amanuense previo del cristianismo llevada a cabo por la Patrística.

Porque el ridículo de la charanga del 9-N es tan evidente, y su desprestigio y el de sus organizadores, más allá de los beocios enfervorizados, tan monumental, que lo más inteligente es dejar que se resuelva en su grotesca inanidad… y lo más estúpido, prohibirlo. Porque la transmutación de la carnavalada en un nuevo agravio que añadir al martirologio pasa necesariamente por su prohibición.  Y porque es falso que no se pueda prohibir algo que no es nada; sí se puede, sólo que al hacerlo, se convierte en algo. Y de eso es de lo que no se trata… ¿O sí?
Aunque, bien mirado, puede que de la misma manera que unos necesitan que prosiga el espectáculo a toda costa para que, mientras tanto, el escándalo de "los Pujol" se vaya diluyendo, a los otros les viene también que ni pintado darles mecha para así poner en sordina los "tarjetones black" y la recientemente iniciada "cuarta guerra púnica". 
La cosa va por barrios, ya se sabe. Pero eso sí, en el objetivo coinciden. Lo importante es mantener al personal entretenido y espuriamente soliviantado, para evitar que se soliviante de verdad. Que por cierto, ya va siendo hora.


2 comentaris:

  1. Aquí no se solivianta nadie, Xavier. Desde que el anterior rey instituyó el perdón como salvoconducto, en este país, estado o como sea que se llame esto que tenemos, basta con disculparse y pelillos a la mar. Con disculparse y con manifestar buena intención. Y así nos va.

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