No hay mayor absurdo que la
fascinación papanatas que siente el acomplejado ante el supuesto talismán que
le liberaría de la condición ignorante en que se sabe sumido. Las nuevas
tecnologías, entendidas como un karma recurrente y jibarizado hasta los límites
de lo grosero, son uno de estos talismanes; el dominio de lenguas extranjeras es
otro. Y de este último hablaremos hoy, al menos desde el enfoque que le da la LOMCE,
también conocida como ley Wert.
Un tema en el que, por
cierto, la derechona posmoderna parece querer competir en (supuesta) modernidad
pedagógica con la izquierda vulgar ad
usum, siempre al día de las últimas aberraciones pedagógicas. Me refiero a la pretensión, explícitamente
desarrollada en la LOMCE, de impartir en inglés clases de otras asignaturas,
para así superar de una vez el endémico fracaso hispano en lo referente al
dominio de lenguas extranjeras. Un proyecto que no demuestra sino lo garrulos
que seguimos siendo y que remite, sin más, al viejo chiste del genial Eugenio:
en una entrevista de trabajo le preguntan al candidato "¿Domina usted el inglés?" y responde el interfecto "¡Hombre! si es bajito y se deja..."
Entendámonos, nada más lejos
de mi intención que trivializar la indudable importancia que tienen hoy en día,
tanto el conocimiento de las nuevas tecnologías, como el dominio de alguna(s)
lengua(s) extranjeras. Otra cosa es, sin embargo, como se vaya a vehicular el
recorrido para triunfar en tan loable aspiración. Y en esto, como en tantas
otras cosas, el "bueno" de Wert no hace otra cosa que recoger miméticamente
lo que otros proyectos educativos autonómicos ya están perpetrando. Unos
proyectos que, por decirlo de alguna manera, serían algo así como si un
individuo pretendiera convencernos de que ha hecho la ruta entre Cádiz y Nueva
York en bicicleta, amparándose en que se pasó la travesía entera pedaleando en
la sala fitness del crucero de lujo. Algo así, créanme.
Resumiendo, el proyecto
consiste en introducir la enseñanza de otras materias o asignaturas en inglés,
y contratando si es preciso personal (¿extranjero?) con los debidos
conocimientos de la lengua de Shakespeare para poder llevar a cabo su función
docente en, por ejemplo, materias tales como Biología, Filosofía, Matemáticas o
cualesquiera otras. Un proyecto con el cual, por cierto, babean políticos de
toda laya y jaez. En Cataluña, por ejemplo, se habla del trilingüismo; en
Madrid, lógicamente, de bilingüismo. Ya dije en un post anterior que me parece una aberración estentóreamente carcajeable
y digna de la más cruel de las mofas. Pero vayamos por partes y al grano.
(To be continued)
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