Con tanta obsesión
por privatizar, era de imaginar: se subcontratan hasta los servicios de
inteligencia (eso de inteligencia es un decir, claro). Hasta ahora teníamos un
modelo catalán de sanidad, caracterizado por la privatización y la subcontrata;
un modelo educativo catalán, cuyo hecho
diferencial consiste en desestructurar y desregular el modelo funcionarial,
subtituyéndolo por clientelismo, con el
director de centro que actúa como capataz y con los compañeros de partido en
inspección y altos cargos que favorecen la expansión de la subcontratación bajo este
eufemismo llamado “concertación”. Eso estaba bien para una
autonomía, pero una vez los próceres de la patria han abierto el proceso soberanista
hacia un estado propio, había que incidir también en otros ámbitos. Ahora
parece que ya tenemos un modelo catalán de servicios de inteligencia: la
subcontratación de agencias de detectives.
La verdad es que
tresulta difícil no tomarselo a cachondeo. Y no por frivolidad, les aseguro que
no, sino por la chapuza. Y si no, a ver. Resulta que Mª Victoria y Alicia quedan para comer en un restaurante
barcelonés cuyo nombre recuerda al delta del Ródano, sólo que en lugar de flamencos
hay micrófonos. Y según dicen, el espía que fingió ser el recadero de una floristería,
estaba contratado por los socialistas catalanes.
Pero lo peor no es
esto. Al poco se destapa que la misma agencia, la que espiaba para los
sociatas, también los espiaba a su vez por cuenta de los convergentes, y a
algunos convergentes por cuenta de la propia Convergencia. Y que el PP también
los había contratado a la vez que había sido espiado por los mismos a los que
contrataba. Al final resulta que la agencia de detectives en cuestión espiaba a
todos los partidos por cuenta de todos estos mismos partidos. ¿Es
posible concebir un modelo de inteligencia más estúpido?
Sí, ya sé que algún
inocentón me hablará de contrasespionaje, y que muchos que se pensaba que
trabajaban para la CIA lo hacían para el KGB o para el MOSAD; que el MI-5 y el
MI-6 se espiaban entre ellos, igual que ocurre entre la CIA y el FBI. O que
España también hizo el ridículo cuando los papeles de Perote y toda aquella
tangana. Pero lo de aquí es muy distinto. A ver, para que nos entendamos, una
cosa es que un un mosso de esquadra
sea un infiltrado de los servicios de información de la Guardia Civil. Supuesto
verosímil donde los haya, por cierto. Y otra es que materias tan delicadas
como el espionaje politico las fíes a una agencia de detectives. Una cosa es ser neoliberal, otra es ser idiota. ¿Es que ni se
acuerdan del Watergate? Por cierto, ni Nixon había sido tan chapuzas.
Vázquez Montalbán ya ironizó
sobre esto. Un avejentado Carvalho se ve obligado a asistir a un
cursillo organizado por la Generalitat para homologar su licencia de detective,
ahora que Cataluña acababa de recibir el traspaso de algunas competencias en
esta materia. De lo que se trataba en realidad era de organizar un CESID
catalán… Pero claro, como no podía ser de otra manera, a la catalana.
El innecesario, obsoleto y
carísimo equipo imprescindible para la homologación de la licencia, se lo tenía
que comprar y pagar uno mismo en un tienda concreta cuyo dueño era arte y parte en la
organización del cursillo y en la concesión de las homologaciones de las
licencias. Un Millet del espionaje, vamos. Y luego, con el equipo electrónico
ya debidamente homologado por los expertos subcontratados de la Generalitat,
te ibas a casa con tu licencia a esperar que te llamaran para algún “trabajillo” patriótico temporal. A Pepe Carvalho no le llamaron, claro, pero sí que se había
gastado sus cuartos. Mientras tanto, un patriota catalán se había enriquecido.
Realmente, y a la
vista del espectáculo, la realidad supera la ficción. Manolo Vázquez Montalbán
se quedó corto.
Hoy nos lo hemos
tomado a broma, pero la cosa va en serio. Ahora ya parece que no es una trama
simplemente catalana, sino que las ramificaciones se extienden por toda España. Vaya esperpento. ¿se
puede ser más estúpido? ¿Puede haber en algún lugar del mundo una clase política
más estúpida? ¿Necesitamos alguna otra prueba de que la clase política catalana
es la más estúpida, pero que la española pugna por parecérsele con envidia más
que insana?
Un viejo chiste
narraba como sonaba el teléfono y al percibir como se descolgaba, el propio
llamante preguntaba “¡Buenas! ¿Es aquí el
servicio de inteligencia”. La respuesta no podía ser más explícita: “¡Mandeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee!?”
Pues eso.
Es de suponer que el brillante creador de los esperpénticos agentes de la T.I.A. Mortadelo y Filemón -Francisco Ibáñez, catalán, por cierto, de Barcelona, y uno de los grandes "educadores" de muchos jóvenes intelectualmente sanotes de todo este gran país- se estará mondando de risa.
ResponEliminaUn placer el artículo.