He ahí un supuesto de
corrupción que nunca se dará por nuestros pagos. Cuestión de inmunidad político-cultural
adquirida. La ministra de educación alemana, Frau Annette Schavan, ha dimitido porque se ha descubierto que en su
tesis doctoral citó sin referencia. Es decir, que plagió e hizo como si se le
hubiera ocurrido a ella. La tesis doctoral en cuestión era de filosofía e
ignoro la magnitud de las citas en vano. Vamos, que no es lo mismo escribir que
“ser se dice de muchas maneras” sin
la correspondiente cita remitiendo al autor de la frase, que escribir, por
ejemplo, que “una característica
fundamental del kantismo frente al dogmatismo (racionalismo) que le precedía, es
la finitud del conocimiento humano como condición constitutiva de éste”.
Una frase, esta última, que ignoro si alguien la ha dicho nunca antes ad pedem lettera como yo la acabo de
escribir, pero que, evidentemente, no es mía, sino que muchos otros han dicho
anteriormente.
O finalmente, también
podría darse el supuesto que voy y digo que “el Marx de juventud tiene más dependencias idealistas que el Marx
maduro” y luego resulta que van y me dicen que estoy plagiando (¡Cielos!) a
Althousser sin citarlo. Y como hay gente muy puntillosa, conviene matizar de
entrada que ignoro en qué tipo de impostación se ha pillado a la ministra,
porque según la que sea, las consideraciones pueden ser muy variables.
En cualquier caso, no
es este el problema que aquí nos ocupa, porque sería un problema académico, y
aquí no se trata de esto. Si lo fuera, la mitad de las cátedras universitarias
españolas de cualquier especialidad estarían en falso. Y quizás me quede corto.
No, el problema aquí es que la señora Schavan era la ministra de educación de
la Repúbica Federal de Alemania, y esto le da un matíz de corrupción política
al tema que es frente al cual los anticuerpos político-culturales hispanos actúan
con una contundencia definitiva.
Nuestros políticos
pueden estar muy tranquilos. Nadie les acusará de haber plagiado a nadie en sus
tesis doctorales. Para empezar, porque apenas hay doctores en la política. Para
qué se iban a molestar en algo que les robaría un tiempo precioso en sus carreras
dentro del partido. Además, está mal visto aquí pasar por un intelectual. Y es
por ello que no sólo no hay doctores,
sino que en general tampoco han abundado recientemente los licenciados.
Pensemos por ejemplo en Cataluña y en cómo estaba el tema de los responsables
educativos con el aún reciente tripartito.
La máxima autoridad
catalana, el President de la Generalitat,
José Montilla, no tenía ninguna titulación universitaria. Concluyó sus
estudios de bachillerato nocturno –que luego él mismo se encargó de suprimir- y
se puso a hacer carrera en el partido. La segunda autoridad, el President del Parlament de Catalunya,
Ernest Benach, también concluyó su vida académica con el COU. Las malas lenguas
cuentan que llegó a 3º de 1º en la Facultad de Medicina de Reus, un extremo,
éste, que ignoro. Otro que se dedicó a hacer carrera dentro del partido. Pero
es que para acabar de cerrar el círculo, el máximo responsable directo de la
educación en Cataluña mientras estos dos individuos ocupaban sendos cargos, era
el inefable Ernest Maragall, Conseller d’Educació.
También sin ninguna titulación universitaria, aunque eso sí, ése decía que era
economista y analista informático. Tomaba sus precauciones: no decia ni
licenciado en económicas ni en informática. Y hablo de polítiocos catalanes, si
hablara de los españoles, multiplíquese por el coeficiente de población y
aplíquese el resultado.
Parece lógico que
ninguno de ellos debió preocuparse en ningún momento de que les pasara algo
como a la ministra de educación alemana. Ni a ellos ni a tantos otros de sus
colegas. Además, aquí si alguna vez son licenciados en algo, es siempre en
derecho o en economía; gente pragmática donde las haya, que no se preocupan por
una cita plagiada de más o de menos Nada de filósofos y cosas raras de ésas. En
eso, al menos, estamos de suerte. ¿Verdad?
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