diumenge, 21 de setembre del 2014

CATALONIA NON EST CALEDONIA SICUT HISPANIA NON EST BRITANNIA




La digestión que se está haciendo del referéndum escocés en este nuestro ruedo ibérico es la que era de esperar: grotesca sin más. Hasta podría resultar entrañablemente graciosa de no ser por el hecho de llevar incorporada una característica propia de estos pagos: nadie, a ambos lados del Ebro, parece haberse enterado de nada, sin que ello sea óbice como para que cada cual crea estar arrimando el agua a su molino. Y no es un tema como para reírse.

Como viene siendo habitual, uno nunca tiene la culpa de nada, y a la hora de compararse con los británicos, el otro es siempre el malo y el que lo estropea todo. Véase si no a Mariano presentándose como el Cameron español cuya desgracia es que Mas no sea Salmond. Mas, a su vez, equiparándose a Salmond, se lamenta de no tener en frente a un Cameron con el que tratar. En realidad, el problema son ambos, Mariano y Mas... y lo que representan.

Cameron recogió el envite de Salmond y aceptó la convocatoria de referéndum, poniendo él mismo parte de las condiciones para su celebración, entre otras, la pregunta. Mariano ni ha querido oír hablar del tema, escudándose en el marco legal y aduciendo que la ley británica lo permite, mientras que la española no, sin preguntarse por qué la española no lo permite y sin moverse un centímetro de sus posiciones

Por su parte, cuando Cameron aparentó darse cuenta de que tal vez se impusiera el "SÍ", reaccionó como un político con reflejos y contemporizó asegurando, junto a los líderes de los otros tres grandes partidos británicos -los labour y los libdem- la devolution a Escocia de importantes competencias si decidía seguir en el Reino Unido. Valga decir, por cierto, que las competencias de Escocia, por más Bank of Scotland y libra escocesa que puedan lucir, son muy inferiores a las de cualquier autonomía española. Escocia votó seguir en el Reino Unido y ahora empezarán las negociaciones para la devolution. Mariano, ante cada vez más movilizaciones, cuya magnitud debería inquietarle, porque es evidente que se trata de un problema político grave, se remite una y otra vez a lo mismo... La culpa, cómo no, es del otro.

Por más que algunos retrógrados timoratos, incluida Frau Merkel, le hayan criticado por aventurero y temerario, lo cierto es que Cameron ha demostrado tener un talento político que ya quisiera para sí Mariano, y una cintura de la que nunca podrá presumir Frau Merkel. Además, a la Gran Bretaña nadie la ha de decir lo que ha de hacer o dejar de hacer... faltaría.

Mariano, por su parte, se ha limitado a ampararse en la ley para justificar su negativa. Un argumento que, por cierto, sólo un leguleyo ingenuo, interesado o tonto de remate, puede seguir sosteniendo seriamente. Porque una cosa es un problema político y otra una cuestión jurídica. Y si el ordenamiento jurídico no puede dar cuenta del problema político, se cambia y punto. El Sabbath para el hombre, no el hombre para el Sabbath, reza el Evangelio; lo mismo podríamos decir del marco jurídico. Pero Mariano no se ha mostrado dispuesto siquiera a proponer los oportunos cambios en el ordenamiento jurídico español que permitieran poder hablar del tema, ni aunque fuera ad calendas graecas. Y Mariano tiene ahora un problema que, ojalá me equivoque, lleva camino de enquistarse con todo lo de indeseable que ello conlleva. Cameron ya lo ha resuelto para una buena temporada.

Porque Mariano podrá impedir el referéndum, sin duda alguna, pero no que ERC sea el partido más votado en las próximas elecciones catalanas. Y eso no es sino agravar el problema.

Porque las alusiones al artículo 155 de la Constitución son, o un brindis al Sol de la misma enjundia que el referéndum de Mas, o el inicio de  una incierta singladura sin puerto de destino claro y sujeta a imprevisibles avatares que acaso acabaren provocando lo que pretendían evitar. Porque puede que lo de Mas sea un brindis al Sol, pero no lo son las amenazas de ERC de declarar unilateralmente la independencia a la que puedan articular una mínima mayoría en el Parlamento catalán. Si, llegado el caso, se interviene o suprime la autonomía catalana, siquiera temporalmente, y considerando la inevitabilidad inherente a las formas de llevarlo a cabo, estaríamos ante un escenario que, en un par de años, llevaría a Cataluña hacia la independencia. Entonces sí que sería irreversible, y todo por estupidez política.

Vamos, que la comparación entre Cameron y Mariano no se sostiene por ningún lado. El primero actuó ante un problema, afrontándolo con inteligencia política; el segundo, en cambio, actúa no actuando.  Pero tampoco es que tal constatación implique que la razón esté del lado de Mas, nada de eso. Porque si Mariano no es Cameron, tampoco Mas es Salmond, por más que guste de compararse con él para poder lamentarse de no tener enfrente a alguien tan tolerante y contemporizador como Cameron. Y aunque, ya puestos en ello, también podría preguntársele a Cameron por qué no convoca un referéndum en el Ulster, aceptemos la mayor: el problema es Mariano, o sea, España, porque si Mas es Salmond y Mariano no es Cameron, la cosa está clara...

…O puede que no tanto. Porque a la hora de comparar a Mas con Salmond, como hemos hecho con Mariano y Cameron, aparecen también diferencias, de talento y de talante, más que significativas a favor del segundo. Para empezar, Salmond se presentó a las elecciones con un programa electoral muy claro, anunciando que optaría por la independencia, cosa que nunca ha hecho todavía el Sr. Mas.

Pero es que, además, Salmond lanzó su órdago refrendario después de ganar unas elecciones con este objetivo proclamado, y tras haberlo pactado con Cameron, mientras que el Sr. Mas lo hizo después de perder una docena de diputados en unas elecciones que había adelantado para obtener una "mayoría excepcional" que le legitimara para hacer lo que, de todos modos, hizo, y sin presentarse como explícitamente independentista.

Tampoco Salmond les propuso ninguna hoja de ruta truculenta y confusa a los escoceses, sino una consulta previamente pactada con el gobierno británico, donde la única incertidumbre era el resultado del referéndum, mientras que Mas ha lanzado una propuesta que no está en condiciones de cumplir ni en su primera fase: la celebración de dicha consulta.

Y finalmente, porque Salmond, después del "NO" escocés a la independencia, ha reconocido el resultado y, de acuerdo con una respetable tradición de dignidad política, ha anunciado su dimisión, cosa que no sólo Mas no hizo después de su penúltimo batacazo, sino que ahora, tras el fiasco del referéndum, intentará salvar los muebles nuevamente, ya sea concurriendo con ERC a unas nuevas elecciones avanzadas  o, ante la eventualidad de ruptura con una ERC que se echara al monte, aguantar los dos años que le quedan con los votos del PSC o del PP, y a ver si las cosas cambian mientras tanto, si la gente se olvida de las corrupciones de los Pujol, si ERC se desacredita y entra en alguna de sus crisis cíclicas o si, en fin, se le aparece la Virgen y lo ilumina... No, tampoco se puede comparar a Salmond con Mas. Y es que unos, Cameron y Salmond, son británicos; los otros, Mariano y Mas, hispanos. Y todavía hay clases. Aquí, todos siguen, seguimos, en el ruedo ibérico. Lo demás, excusas de mal pagador y, lo peor, ni siquiera sana envidia.

2 comentaris:

  1. Impagable, querido Xavier, la metáfora alusiva a la cintura, o más bien la falta de la misma, de la Frau... Yo diría que más que escocés, es humor británico.

    ResponElimina
  2. Muchas gracias, y muy especialmente, por venir de quien viene.

    ResponElimina