dimecres, 12 de maig del 2021

Sobre 'El informe Ohlendorf', de Jorge Sánchez

 


Pocos días antes de partir hacia Alemania para pasar las Navidades con su familia, Daniela Meckler, una profesora de literatura que trabaja en la universidad norteamericana de Boise (Idaho), recibe de un editor arruinado unos manuscritos con la transcripción de los interrogatorios que un oficial de la inteligencia norteamericana mantuvo con Otto Ohlendorf, un criminal de guerra nazi procesado en los juicios de Nüremberg y posteriormente condenado a morir en la horca. Daniela, que colabora también con una pequeña editorial alemana como asesora literaria, deberá valorar su eventual publicación.

La protagonista empezará a leer el manuscrito durante el vuelo y lo completará en los ratos libres de su estancia navideña en Alemania. La coincidencia sincrónica entre la lectura del texto y su «regreso» a Alemania, se superponen, proyectándose el pasado sobre un presente acomodado que ha corrido el tupido velo del olvido: el nazismo, la guerra, el holocausto...

‘El informe Ohlendorf’ transcurre sobre estas dos líneas argumentales, la pretérita, descrita en los manuscritos que Daniela va leyendo, y la presente, con unas en principio rutinarias vacaciones navideñas que acabarán orbitando alrededor de estos manuscritos. En el pasado, un exjefe de Einsatzgruppen, responsable directo de la muerte de como mínimo 90.000 personas, que se defiende y autovindica moralmente desde la asunción de unos crímenes que, aun reconociéndolos como tales, considera justificados.

En el presente, tres generaciones de alemanes, la de los abuelos, la de los padres y la de los hijos, y sus relaciones con este pasado. La de los abuelos, que hicieron o vivieron la guerra, que no recuerda; la de los padres, los hijos de la guerra y la posguerra, que no sabe –tampoco es una metáfora que sea la generación presencialmente ausente de la narración, solo indirectamente presente en ella-; y la de los nietos, que no se hace preguntas más allá de los lugares comunes tácitamente asumidos, sin cuestionarlos.

Porque en realidad, ni Daniela ni ninguno de sus coetáneos generacionales, todos ellos entre los treinta y muchos y los cincuenta y tantos, se plantea seriamente qué ocurrió, cómo fue posible llegar al horror y por qué se corrió luego este tupido velo. Esto lo hace magistralmente el autor, no solo a partir de las argumentaciones de Ohlendorf u otros nazis históricos que van apareciendo, sino también a partir de los personajes literarios, convirtiendo la novela también en un ensayo.

Algunos de los personajes coetáneos de Daniela evocan raíces claramente sesentayochistas, con los sedimentos nostálgicos propios de la juventud dejada atrás. Pero desde su más que probable militancia ecologista o de izquierdismo teórico de manual,  desde el tópico en que viven, ignoran u obvian las raíces nazis perfectamente rastreables, por ejemplo, en el movimiento de los «Verdes», o que uno de sus fundadores, Gerd Bastian, era un ex general de la RFA con sospechosas veleidades nazis.

No es solo una anécdota, sino más bien una categoría. Un retrato sociológico de la Alemania actual en relación con su pasado aún reciente. El propio Jorge Sánchez recordó en la presentación del libro cómo un conocido suyo alemán, de irreprochable trayectoria izquierdista, trivializaba en última instancia el holocausto incardinándolo en la famosa expresión que sirve igual para un roto que para un descosido: “al fin y al cabo, no deberíamos olvidar que era una guerra…”. Si, cierto, era una guerra y no unos juegos florales. Pero también parece claro que integrando el holocausto en el todo de la guerra, se elude afrontarlo como en la noche que todos los gatos son pardos.

El informe Ohlendorf es en cierto modo la otra cara de la «banalidad del mal» que detectó Hanna Arendt en su ‘Eichmann en Jerusalén’. Tampoco Daniela se enfrenta a Ohlendorf como Hanna Arendt se enfrentó a Eichmann, ni lo pretende. Aquí la banalidad, de caer en algún lado, sería precisamente en el de Daniela, para quien la mayor preocupación es si el manuscrito es publicable. Como banal y tópica es su reacción frente a las posibles concomitancias de su abuela y una amiga de esta con el régimen nazi; tal vez no ideológicamente, pero sí al menos sociológicamente.

Ohlendorf, por su parte, no es en modo alguno un personaje banal; tampoco se limita, a diferencia de Eichmann, a exculparse en el cumplimiento de las órdenes que reconocía haber recibido y que ejecutó consciente y «responsablemente». Se trata de un oficial de las SS que se construyó un personaje que pugnaba por asociarse en cierto modo a esta estética tan germánica del superhombre nietzscheano, acaso paradigmáticamente ejemplificada por Ernst Jünger; eso sí, con substanciales diferencias. Entre ellas, la de cruzar la línea que le convierte a uno en criminal de guerra, que Jünger nunca cruzó. Aunque sí compartían otra característica: ninguno sucumbió al «carisma» de Hitler.

Si Hitler era para Jünger «Kniébolo» y los nazis los «lémures», Himmler, Heydrich o el propio Hitler eran para Ohlendorf unos gañanes que habían prostituido el auténtico ideal nacional-socialista de primera hora al cual seguía adscrito. Lo más probable es que a Jünger la figura de Ohlendorf le resultara profundamente aborrecible. Porque el superhombre no se legitima en ninguna religión. Frente a la banalidad del mal encarnada por Eichmann, o al displicente desprecio por él de Jünger, Ohlendorf representa su subordinación instrumental a un ideal superior, el nacional-socialismo como nueva moral de la era postcristiana.

En este sentido, Ohlendorf se presenta a sí mismo, conscientemente o no, como la réplica nazi del Abraham bíblico. Si este estuvo dispuesto a sacrificar a su hijo Isaac porque así se lo había ordenado Dios; Ohlendorf hizo lo propio con los judíos, solo que en su caso no era una prueba, sino una ordalía que exigía su efectivo cumplimiento. Heteronomía moral en cualquier caso, llevada hasta sus últimos extremos, mucho más allá de lo humano, ya sea en la esfera de la semidivinidad en la que creía situarse, o, más bien, en la de la bestialidad.

Un libro, en resumen, altamente recomendable que nos pone no solo frente a un execrable criminal nazi, sino también frente a nosotros mismos.

dijous, 6 de maig del 2021

Pongamos que hablo de Madrid


 

No pretendo sentar cátedra ni nada por el estilo, solo aportar unas breves reflexiones sobre el descalabro de la izquierda en la reciente «batalla de Madrid», que me parece muy significativo, no tanto porque pueda marcar tendencia, que también, sino por la ramplona y meramente epidérmica «autocrítica» que ha suscitado en sus protagonistas. No es solo un problema de Madrid, sino de mucho más alcance. Parece que la «izquierda» oficial y realmente existente no entiende el porqué de un batacazo que, por otro lado, estaba más que anunciado. Y no lo entiende porque carece de categorías para entenderlo.

 

1)  1.- Hace mucho tiempo que la izquierda ha abandonado lo social por lo cultural, o lo que es lo mismo, ha pasado del socialismo al culturalismo, en un pobre remedo de Gramsci. Algunos deberían releerlo urgentemente.

 

2)   2.- La derecha puede desprenderse de sus ropajes ilustrados, o de los que más le molesten, y seguir siendo derecha; basta para ello que se remita a lo estrictamente económico. La izquierda, en cambio, sin la Ilustración es como el emperador desnudo, víctima de sus propias quimeras.

 

3)   3.- No se puede reaccionar airadamente ni reprochar a la ciudadanía que esté alienada o que no haya entendido su relato porque es «tonta». Al contrario, lo más probable es que la población haya entendido perfectamente lo que se estaba ventilando.

 

4)   4.- La cuestión no es el resultado de estas recientes elecciones, sino cómo se ha llegado a ellas desde una arraigada deriva de la izquierda hacia la negatividad meramente nihilista, que no hegeliana ni marxiana. El problema es una(s) izquierda(s) cuyo(s) relato(s) carece(n) de discurso.

 

5.- El problema no es tampoco la mayor o menor radicalidad del relato –postureo en definitiva-, sino la solvencia del discurso. Sin discurso no hay relato, sino «relatos» dispersos que no remiten sino a sí mismos; precisamente todo lo contrario de lo que debería representar la izquierda. Y desde hace demasiado tiempo, en la izquierda no hay discurso, solo relatos.

dimarts, 27 d’abril del 2021

Roma traditoribus non praemiat, o a la búsqueda de la causa perdida

 

Observo con cierto azoramiento las distintas tentativas de vindicación de los movimientos de renovación pedagógica –en adelante mrp’s- que se están produciendo últimamente, como colados de refilón pero en vagón de primera, emitidos desde antenas directa o indirectamente vinculadas a estos mismos movimientos. ¿Camaleonismo? ¿Transfuguismo? ¿A la caza de nuevos comederos? ¿Paulina caída del caballo camino del Damasco educativo?...

De todo habrá, sin duda alguna, y allá cada cual con su conciencia. Pero resulta muy zafio recurrir al funambulístico argumento de la supuesta impostura perpetrada por instituciones educativas -o paraeducativas- patrocinadas por las «multinacionales», así, con un par, que aprovechándose arteramente del no menos supuesto prestigio social de los mrp’s, habrían fagocitado su ideario para revestirse con los ropajes de sus infelices presas, ocultando así, como el lobo de Caperucita, su auténtica naturaleza predadora. Una audaz impostura que exoneraría a estos mrp's de cualquier responsabilidad en los desmanes educativos de los últimos años, y de los que se anuncian para los venideros. Queda con ello a salvo no solo su «prestigio», sino también su ideario. Y aquí paz y allá gloria…

Vaya por delante que por algo será que se fijaran en ellos como víctimas propiciatorias, y que eso del prestigio social de los mrp’s es algo que me resulta completamente ajeno y que no comparto en modo alguno. Pero el recurso a la impostura sigue sin servir en ningún caso como vindicación. Porque entonces, una vez eximidos de cualquier responsabilidad, se los está categorizando como tontos útiles; como involuntarios palmeros de sus propias propuestas, caídos en la cuenta de que han resultado ser no solo suyas, sino incluso acaso de prestado y con el derecho de corso periclitando.

Y la realidad es muy otra: han sido, y son, cómplices entusiastas que han ejercido de tropa de choque, con una abnegación digna de mejor causa, en la imposición de las reformas educativas que ahora aparentemente denuestan. Unas «innovaciones» y un ideario pedagógico que, por aquello de las «afinidades electivas» -o infeliz serendipia, qué más da-, sintoniza por igual con las antenas educativas de las multinacionales que con los repetidores de las emisiones de la Sra. Celaá o tantos consejeros de educación, entre cuyos equipos asesores, por cierto, brillan con luz propia conspicuos miembros de los mentados mrp’s y organizaciones afines. ¿En qué quedamos entonces?

Seamos claros. En el organigrama del proyecto de destrucción de la enseñanza pública, los mrp’s son a las reformas educativas lo que los camisas pardas de las secciones de asalto fueron al partido nazi. Y si no han conseguido afectar con tanto ímpetu a la privada, es porque no se lo han permitido. Si ahora resulta que han tapiado las puertas giratorias, pues será porque ya no se precisa de sus servicios. ¿Que algunos se han quedado en el mismo borde del dintel? Roma traditoribus non praemiat, o solo a algunos… ¡Haber aprendido latín!

Por esto también me hastía cada vez más el arreciar de las despechadas peroratas contra las multinacionales y sus antenas educativas, ya sea el FMI, PISA, Bolonia, la OCDE, la Caixa o el sursuncorda. Simplemente porque no me parece honesto, ni juicioso, atribuirles en exclusiva la culpa de la destrucción de la enseñanza pública, para escamotear la propia. Si a estas alturas todavía no nos hemos enterado de la película, mejor hacérnoslo mirar. Y es que además es lógico que propugnen lo que propugnan, va con su naturaleza, han entendido perfectamente lo que hay, y al menos son coherentes. Lo que ya no es tan lógico ni coherente es que el desatino educativo que estamos viviendo se haya propiciado, impuesto, desde el estado y sus administraciones públicas -centrales o autonómicas, que de grado o a su pesar, ambas son «estado», no está de más recordarlo-.

Seguro que a las «multinacionales» les va muy bien con todo esto y que muy probablemente se refocilen con ello. Pero yo no elijo con mi voto a los miembros de sus consejos de administración, sino a los representantes de los poderes públicos, que son quienes establecen las políticas educativas. Y es a ellos que culpo del estropicio, por haber abdicado de sus responsabilidades y por haber perpetrado una auténtica estafa social. Y a sus sicofantes, entre los cuales incluyo a los mrp’s, cuyo papel en todo este despropósito se me antoja tóxico sin más.

En definitiva, y parafraseando la vieja canción, tan sucias están las manos que promueven la liquidación de la instrucción pública, como las de quienes la aplauden o la han llevado materialmente a cabo. Y no me parece de recibo cargar contra unos a la vez que se redime a otros; máxime cuando son estos mismos «otros» quienes se autoexoneran en su proteica mismidad, aduciendo una inverosímil impostura que no es tal, sino complicidad culpable.

¿Lo del Bachillerato competencial? Una vuelta de tuerca más en la siguiente fase de la campaña de cerco y aniquilamiento de la instrucción pública. Queda una larga marcha por recorrer… y no parece muy aconsejable cargar con el sobrepeso de equipaje aportado por un caballo de Troya que no solo lastrará el camino, sino que pretende marcar la ruta…

Bueno, pues esto es lo que pienso de los movimientos de renovación pedagógica y me ha parecido oportuno decirlo.

dimarts, 20 d’abril del 2021

PRÓXIMA PRESENTACIÓN DE 'EL INFORME OHLENDORF', DE JORGE SÁNCHEZ






El próximo 28 de abril tendré el honor de participar en la presentación de 'El informe Ohlendorf', una obra sobre la cual solo diré, por ahora, que me cuesta no empezar ahora mismo a relatar. Lo haré en compañía del autor, con Eva y con Robert. Allí os esperamos.


El enlace AQUÍ

Y la entrevista en Catalunyavanguardista ACÁ



PANEM ET CIRCENSES, O EL PODER DEL DINERO

 


No sigo el fútbol ni me interesa -solo como fenómeno social-, pero tampoco sigo ni me interesa Miguel Bosé -ni siquiera como fenómeno social- y no por ello consigo evitar enterarme de sus opiniones sobre la pandemia. Es todo un síntoma que las evacuaciones de un orate merezcan más pábulo mediático que las de cualquier científico que esté investigando sobre els SARS-CoV2. Pero, claro ¿hubiera tenido la misma audiencia la entrevista a un eminente científico que la que tuvo el histrión en la del último fin de semana? Audiencia, le llaman, y esto es negocio, dinero. Al científico que le den.

Así que por una vez hablaré de fútbol y de este proyecto de Super-liga europea que promete ser el culebrón que ocupará los titulares de todos los medios durante las próximas semanas. Ya no hay pandemia, ya no hay crisis económica ni pésima gestión sanitaria; ahora lo que cuenta es si van a echar al Madrid y al Barça de la UEFA y de la FEF, o si el proyecto seguirá adelante. Panem et circenses de toda la vida. Por eso nos quieren quitar la memoria, para que no nos demos cuenta que se repiten más que el ajo.

En apenas algo más de veinticuatro horas la noticia ha corrido como reguero de pólvora. Doce clubes de fútbol europeos, que serán quince que al final se han de convertir en veinte, han decidido constituir su propia competición al margen de instituciones tan nobles como esa Cosa Nostra que son la FIFA, la UEFA o la FEF y cualquiera de sus antenas federadas. Estas, a su vez, plenamente conscientes de que les va en ello el condumio, han reaccionado como impulsadas por un resorte, amenazando con suspender a estos equipos y a los jugadores que participen en esta nueva competición. La polémica está servida, y la bronca también. No es que se estén jugando el pan, no nos engañemos, se están jugando el caviar. Y con las cosas de comer no se juega… Hasta el premier británico, el «helenista» Boris Johnson, se ha permitido manifestar su consternación por el proyecto, que no parece casar muy bien con su Brexit. Y es de suponer que si la reina de Albión no ha dicho nada, es porque está guardando luto oficial.

La mayoría de programas de debate político empezaron ayer con la Super-liga como plato fuerte, algo que, por otra parte, atendiendo a que una buena porción de estos tertulianos profesionales -ahora se les llama analistas- provienen de las filas del periodismo deportivo, les brindó la oportunidad de volver por sus fueros… A nosotros nos permitió constatar que son unos indocumentados que se mueven entre el tópico y la demagogia, tanto en un ámbito como en el otro…

Vayamos al grano. Resulta que estos doce clubes de fútbol -seis ingleses, tres italianos y tres españoles- han decidido constituir una NBA europea. Que sea el fútbol en lugar del baloncesto no es relevante; o sí lo es, pero no por su actividad, sino por su repercusión y los dividendos que comporta. Y como no podía ser de otra manera, se trata de los equipos más potentes en todos los sentidos. El «alma» del proyecto parece ser, según cuentan, el ínclito Florentino Pérez, a la sazón presidente del Real Madrid y consumado "hombre de negocios". Los otros dos equipos españoles implicados son el Barça y el Atlético de Madrid. Si el proyecto sigue adelante, constituirán su propia liga. Resulta obvio que lo que hay tras la oferta de espectáculo global tiene un nombre muy concreto: dinero.

Lo más gracioso de todo son los infantiles argumentos «morales» aducidos, tanto por presuntas «personalidades» como por los sicofantes que se han posicionado en contra, probablemente con la habitual y desacomplejada simultaneidad con que estarán ya negociando la exclusiva en las futuribles retransmisiones. Se apela a la afición de los equipos modestos, que se verán humillados y descendidos fácticamente de categoría sin haberse movido, a sus sentimientos; a la mercantilización del fútbol base que esto comportará, a la meritocracia que ha permitido a equipos modestos ganarles ligas a los grandes, a la devaluación de las competiciones nacionales y, por último, la más estridentemente hilarante, a la adulteración del fútbol como deporte y su peyorativa conversión en espectáculo y en negocio... ¡Como si no lo hubiera sido hasta ahora!

Argumentos lacrimógenos y almibarados todos ellos. Hace muchos años que el fútbol profesional de competición es un espectáculo y un negocio plenamente incardinado en la lógica del mercado. No cuela, pues, que nadie se haya enterado ahora. Y lo único que están haciendo estos clubes poderosos es llevar esta lógica de mercado hasta sus últimas consecuencias. Institucionalmente hablando, el fútbol profesional ha estado regido mayoritariamente por advenedizos, por rufianes y por mafiosos –de medio pelo o de larga cabellera, según el caso-. Seguirlo llamando deporte es sencillamente grotesco, por más pasiones –más bien bajas con frecuencia- que mueva. No sé de qué se escandalizan estas almas de cántaro, es la siguiente fase del proceso, inherente a su propia dinámica, que ellos mismos han propiciado.

Si se está en el mercado se está a todas, no porque uno así lo quiera, sino porque va con estar en él. Y si se está en contra, también es a todas, no solo cuando no me va bien. Curiosa doble moral esta. No, aquí no valen argumentos pasionales ni apelaciones al honor deportivo; aquí lo que vale es el dinero. Y dada la catadura de los actores, para entender lo que está ocurriendo en el mundo del fútbol hay que recurrir al Padrino de Puzo-Coppola: no es nada personal, solo son negocios. Lo que se ha producido es una ruptura en la Famiglia, y todos sabemos lo que pasa cuando esto ocurre. Lo dicho, solo son negocios, nada personal...

A mí, personalmente, me la trae al pairo. Pero que no nos engañen tan burlescamente. Y si lo que preocupa es que con la europeización del fútbol decline su papel como factor de cohesión identitario, si es esto y es verdad que fuere a menguar, entonces, decididamente, adelante con la Super-liga europea. Como dijo Baroja, el carlismo se cura viajando.

dijous, 15 d’abril del 2021

VÍDEO DE LA PRESENTACIÓN DE 'EL FIN DE LA EDUCACIÓN'

 



Fue un placer compartir con Olga, Eva, Enrique, Alberto y Jorge las dos horas de esta primera presentación, que se me hicieron francamente cortas. 

dimarts, 13 d’abril del 2021

PRESENTACIÓN DEL FIN DE LA EDUCACIÓN

 




Mañana, 14 de abril, tendrá lugar el webinar de presentación de 'El fin de la educación'.  Trataremos sobre la educación y la problemática que el libro aborda con Enrique Galindo y Olga García -ambos prologuistas del libro junto a Carlos Fernández Liria-, y con Alberto Royo, Jorge Sánchez y Eva Serra, que presentará el acto. A todos ellos mi más sincero agradecimiento por su predisposición a participar en esta primera presentación, organizada por la Fundación Episteme, así como a Editorial AKAL por su colaboración. Seréis todos bienvenidos.

Para inscribirse, AQUÍ

dimarts, 6 d’abril del 2021

ENTREVISTA SOBRE 'EL FIN DE LA EDUCACIÓN'

 

Xavier Massó: «Educativamente estamos entrando en el esperpento»

Entrevista a Xavier Massó, autor del libro ‘El fin de la educación

 

Ante un panorama confuso de innovaciones pedagógicas Xavier Massó, expone con claridad en ′El fin de la Educación. La escuela que dejó de ser (Akal, 2021) los motivos que han transformado los sistemas educativos occidentales. Un ensayo que aporta una crítica filosófica, histórica, económica, cultural y social para desgranar el actual entramado educativo, a su juicio, cada vez más alejado del espíritu ilustrado que iluminó a Europa.

 

Eva Serra

Xavier Massó Aguadé (Tarragona, 1959), es Licenciado en Filosofía y Ciencias de la Educación y en Antropología Social y Cultural y Catedrático de Enseñanzas Secundarias por la especialidad de Filosofía. Actualmente es el secretario general del Sindicato de Profesores de Secundaria ASPEPC·SPS y presidente de la Fundació Episteme. Durante casi tres décadas dedicado al sector educativo, Massó participa en varios medios de comunicación de prensa escrita, radio y televisión, así como ponente en diversos foros educativos.

La entrevista completa AQUÍ