dijous, 6 de maig del 2021

Pongamos que hablo de Madrid


 

No pretendo sentar cátedra ni nada por el estilo, solo aportar unas breves reflexiones sobre el descalabro de la izquierda en la reciente «batalla de Madrid», que me parece muy significativo, no tanto porque pueda marcar tendencia, que también, sino por la ramplona y meramente epidérmica «autocrítica» que ha suscitado en sus protagonistas. No es solo un problema de Madrid, sino de mucho más alcance. Parece que la «izquierda» oficial y realmente existente no entiende el porqué de un batacazo que, por otro lado, estaba más que anunciado. Y no lo entiende porque carece de categorías para entenderlo.

 

1)  1.- Hace mucho tiempo que la izquierda ha abandonado lo social por lo cultural, o lo que es lo mismo, ha pasado del socialismo al culturalismo, en un pobre remedo de Gramsci. Algunos deberían releerlo urgentemente.

 

2)   2.- La derecha puede desprenderse de sus ropajes ilustrados, o de los que más le molesten, y seguir siendo derecha; basta para ello que se remita a lo estrictamente económico. La izquierda, en cambio, sin la Ilustración es como el emperador desnudo, víctima de sus propias quimeras.

 

3)   3.- No se puede reaccionar airadamente ni reprochar a la ciudadanía que esté alienada o que no haya entendido su relato porque es «tonta». Al contrario, lo más probable es que la población haya entendido perfectamente lo que se estaba ventilando.

 

4)   4.- La cuestión no es el resultado de estas recientes elecciones, sino cómo se ha llegado a ellas desde una arraigada deriva de la izquierda hacia la negatividad meramente nihilista, que no hegeliana ni marxiana. El problema es una(s) izquierda(s) cuyo(s) relato(s) carece(n) de discurso.

 

5.- El problema no es tampoco la mayor o menor radicalidad del relato –postureo en definitiva-, sino la solvencia del discurso. Sin discurso no hay relato, sino «relatos» dispersos que no remiten sino a sí mismos; precisamente todo lo contrario de lo que debería representar la izquierda. Y desde hace demasiado tiempo, en la izquierda no hay discurso, solo relatos.

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