dimarts, 18 de novembre del 2014

TÁCTICAS FABIANAS ¿TÁCTICAS MARIANAS?



La expresión «tácticas fabianas» procede de Quinto Fabio Máximo Cunctator (280-203 a.C.), cuyo agnomen significa “el que demora”, el que retrasa. Se debe a la táctica dilatoria que empleó durante la Segunda Guerra Púnica, consistente en evitar la batalla decisiva contra Aníbal hasta que Roma estuviera en condiciones de afrontarla debidamente.

Corría el año 217 a.C. Después de haber derrotado a los romanos en el Ticino y en el Trebia, Aníbal acababa de exterminar a todo un ejército consular junto al lago Trasimeno. Corrían malos tiempos para Roma. Los galos del norte de Italia se habían aliado con el cartaginés, las ciudades italianas sometidas o aliadas podían desertar de bando y Roma estaba atónica ante los reveses que estaba sufriendo en su propio territorio. La República decidió entonces recurrir a una vieja costumbre para tiempos difíciles, nombrar a un dictador para un determinado periodo de tiempo, un año. El elegido fue Fabio.

El ejército de Aníbal apenas alcanzaba los 40.000 hombres. Tras la derrota del Trasimeno, Roma movilizó urgentemente dos ejércitos consulares dobles, unos 90.000 hombres. Y el pueblo romano reclamaba una victoria fulminante contra el bárbaro púnico que se había atrevido a invadir suelo romano. Pero Fabio sabía tres cosas. La primera, que por más que fueran, sus bisoños reclutas no estaban en condiciones de enfrentarse a los mercenarios dirigidos por un genio militar como Aníbal; la segunda, que quien necesitaba urgentemente una victoria decisiva era Aníbal; y la tercera, que conscientes de esto tanto él como Aníbal, el tiempo jugaba a favor de Roma.

Durante todo un año, Fabio se dedicó a perseguir al ejército de Aníbal, a la vez que evitaba presentarle batalla cada vez que éste se revolvía. Organizó acciones de guerrilla destinadas a sabotear los suministros cartagineses. Aníbal arrasaba cosechas; Fabio también. Él no tenía problema de suministros, el cartaginés sí. Mientras tanto, mejoró las defensas de Roma y aseguró los suministros que, llegado lo peor, sólo le podrían llegar a través de la vía fluvial del Tíber, desde Ostia. Pero las legiones romanas, abrumadoramente superiores en número, evitaban una y otra vez la batalla decisiva que el cartaginés buscaba forzar desesperadamente. Y esto impacientaba al personal. Ni su lugarteniente y hombre de confianza, Marco Minucio, lo entendía. Menos aún el Senado y el pueblo romano, debidamente azuzado por la Brunete mediática del momento: los sicofantes a sueldo de los partidarios de liquidar a Aníbal de una vez; ...

Pasó el año y el Senado revocó la dictadura. Se puso al mando del ejército romano a los dos cónsules electos, Emilio Paulo, discípulo de Fabio, y Terencio Varrón, de profesión, chacinero. Además, se optó por un ineficaz sistema de mando compartido en días alternos. Garantía absoluta, a mayor abundamiento, de desastre certero.

El día 2 de agosto del año 216 a.C. los dos ejércitos se enfrentaron en los campos de Cannas. 40.000 cartagineses contra 90.000 romanos. El resultado fue la mayor derrota romana de la historia, unos 80.000 muertos, por 4.000 en el bando cartaginés. Tras la debacle, muchos pensaban que Aníbal marcharía sobre Roma, pero no lo hizo. Porque sabía que no podía. Durante el último año, Fabio se había estado preparando para esta eventualidad, y aunque a Roma sólo le quedaran la guarnición de la ciudad y un par de legiones maltrechas, Aníbal no podía, con algo más de 30.000 soldados útiles, emprender un asedio en pleno territorio enemigo. Porque mientras Roma resistiera, la liga latina y sus ciudades aliadas lo harían también. Quizás porque temían más a Roma en la derrota que en la victoria –según le comentó a Aníbal en cierta ocasión su amante etrusca-. Fabio había preparado el terreno para afrontar lo peor y sabiendo que podía ocurrir.

Poco después de Cannas, Fabio recuperó todo su prestigio, loado por los mismos que antes lo habían denostado por cobarde y «maricomplejines». Puso al frente de lo que quedaba de las legiones a generales competentes, como Marcelo y los Escipiones. Roma atacó a los cartagineses en Hispania, destruyendo sus bases y asegurándose de que Aníbal no pudiera recibir refuerzos de allí; restableció el orden en Sicilia tomando Siracusa… Y para Aníbal empezó un periplo agónico de 14 años en Italia, hasta que tuvo que volver a Cartago para ser derrotado en Zama, batalla con la que concluyó la Segunda Guerra Púnica.

Si la batalla de Cannas hubiera tenido lugar un año antes, quizás todo hubiera sido diferente y lo sería hoy la Historia. Quizás entonces una derrota de tal magnitud hubiera dejado a Roma sin capacidad de resistencia y minado la cohesión de sus alianzas; quizás sus vetustas defensas no hubieran podido aguantar los embates cartagineses; y quizás sin las líneas de suministros a través del Tíber aseguradas, Roma hubiera acabado cayendo… No lo podremos saber nunca, pero hay algo que sí sabemos. El año durante el cual Fabio Máximo demoró lo que sabía que iba a ser un inevitable desastre, preparó a Roma para lo peor. Había ganado tiempo.

Hoy, ya en nuestros días y en estos pagos de acá, el bochornoso y vergonzante espectáculo político, mediático y parajudicial que se está dando desde los voceros más cavernosamente vengativos, exigiéndole a la fiscalía el procesamiento de Artur Mas por la charlotada del 9-N, y las presiones a que se está viendo sometido Mariano para que actúe con «contundencia», me han recordado este episodio de los inicios de la Segunda Guerra Púnica. Y es tal el lamentable nivel político y moral que se está exhibiendo, que hasta se le puede pasar a uno por la cabeza el disparate de comparar a un político romo y gris como Mariano, ni más ni menos que con Quinto Fabio Máximo Cunctator, el prudente cuya prudencia, considerada primero simple cobardía, se tornó luego en inteligencia y valor. Ya nos lo decía Platón en el Laques: demasiado poco valor es cobardía, y demasiado valor es temeridad. Porque el valor es el justo medio entre la cobardía y la temeridad.

Sí, claro, dirán algunos; entonces… ¿hay que permitir que Mas se haya saltado la ley a la torera y siga sacando pecho? ¿Para qué está si no el estado de derecho, el imperio de la ley? Quizás también podríamos parafrasear los Evangelios: el estado de derecho para el hombre, no el hombre para el estado de derecho. ¿Serviría de algo?

No hay peor ciego que el que no quiere ver, ni mayor tonto que el que no quiere entender. El problema es político, no jurídico. Y quien vea sólo un tema jurídico no ha entendido nada, o no quiere entenderlo. Para empezar, si el poder judicial es independiente, respétese esta independencia y déjese que la fiscalía actúe según su criterio. Pero es que además ¿Qué se pretende con este procesamiento? ¿Ponerle una multa a Mas? ¿Inhabilitarlo? ¿Encarcelarlo? ¿Y qué consecuencias políticas iba a tener en cada uno de estos casos?

Tal vez consciente de esto, la fiscalía general de Cataluña optó por no instruir ninguna causa contra Mas. Pero luego, la caverna y sus sicofantes mediáticos acosan a Mariano, Mariano acosa a Torres Dulce y Torres Dulce arremete contra la fiscalía catalana. ¿Eso sí es estado de derecho? ¿Alguien en sus cabales piensa de verdad que la fiscalía general de Cataluña es un nido de separatistas? ¿Nadie ve allende el Ebro que este procesamiento es precisamente lo que la estrategia independentista está intentando provocar?

Es una suerte que desde la zafia chabacanería característica de la caverna, a nadie se la haya ocurrido asociar las tácticas fabianas con las marianas, igualmente dilatorias. Porque seguro, además, que la expresión «tácticas fabianas» la utilizarían peyorativamente. Todo lo que no sea testosterona es cobardía… para algunos. Claro que, después de todo, hay que reconocer que si Mariano no es Fabio, tampoco es que Mas sea Aníbal precisamente…

Ni simpatizo con Mariano Rajoy, ni le he votado, ni le pienso votar jamás. Ni a él ni a su partido. Que quede claro. Pero a cada cual lo suyo. Y su prudencia, que hasta ahora ha evitado caer en provocaciones que muchos deseaban para que la cosa pasara a mayores, no puede, objetivamente, calificarse de cobardía desde una perspectiva política. Si de algo pienso yo que ha adolecido, y sigue adoleciendo su estrategia, ha sido más bien por no saber activar una contra campaña inteligente entrando en debate abierto y argumentando, algo para lo cual le sobran medios y recursos –aunque no talentos en nómina, debería contratar freelancers-, pero no precisamente por el flanco de su supuesta «pasividad».
Hasta hoy, la ramplonería de sus voceros ha obrado el milagro de convertir a Mariano en «fabiano». Si ahora, con ánimos cada vez más encrespados –hasta el jefe del estado mayor del ejército empieza a opinar sobre la debilidad del Estado -unas declaraciones en cierto modo comedidas, pero no por ello menos insinuantes- y de grado o a su pesar, Mariano cede a las exigencias de revancha que muchos de sus correligionarios le exigen, ya sea por puro cerrilismo o para desviar la atención de sus propios trapos sucios, significaría que ya no manda y que nos vamos a empezar a deslizar por una pendiente cada vez más inclinada al final de la cual podemos salir todos catapultados hacia… ¿dónde?

2 comentaris:

  1. Querido Xavier,
    Disiento en parte: lo que han hecho Mas y los suyos es una estrategia que podríamos llamar bipolar, o con doblez, o diplomática, en la acepción etimológicamente más pura de la palabra: por un lado dicen que para ellos las leyes de España no cuentan, las sentencias de los tribunales de España no cuentan, ganaron las lecciones con el lema España nos roba incorporado a un "simpático" vídeo en el que un señor ataviado con un traje en forma de mapa de España (no vaya ser que el esfuerzo hermenéutico sea demasiado exigente para su electorado) le quitaba la cartera del bolsillo a un honrado catalán, van a hacer una consulta sí o sí, etc. Pero, ¡ay!, por otro lado, ellos quieren negociar y la culpa es del gobierno de España por no avenirse a esa negociación. ¿Estaré en el fondo de la segunda caverna por opinar que desacatar la ley no es la mejor carta de presentación para ir a una negociación con el gobierno?.
    Vamos a hacer lo que nos da la gana y vamos a pasar por encima de las leyes, pero, además, queremos que ese resultado lo obtengamos tras una amigable negociación.
    Excelentes deseos, sólo comparables a los que expresan los de ERC cuando dicen que se separarán de España, pero que, además, una vez separados, España será la primera interesada en seguir manteniendo excelentes relaciones comerciales con Cataluña.
    Todo el mundo conoce ya el argumento que sostenemos muchos: Cataluña es también nuestra, no sólo de los que hoy residen allí; por tanto, vemos en el intento de promover que decidan sobre el futuro de Cataluña sólo los que residen allí nada menos que un intento de robar una parte de España.
    Creo que Mariano no es que ceda a algunos de sus correligionarios, sino a lo que las encuestas le dicen que piensan muchos, cada vez más, ciudadanos que, aunque no van a las manifestaciones, tienen derecho a voto.

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  2. Mi querido Bacon, yo también disiento en parte de mí mismo, no te creas. Y debe ser la parte que sabe que los "facta" que describes como intenciones son precisamente eso: hechos indiscutibles aun en interpretación de intenciones. Pero entonces, si sabes también lo que el otro desea que tú hagas, en aprovechamiento propio, cupiera ser algo más "astutos" y no morder el anzuelo cada vez que el otro suelta el cebo. La torpeza ha sido sublime y para figurar en los manuales que nunca se escribirán. Gracias a tanta torpeza, Mas ha pasado del olor a cadáver político al de multitudes. A lo peor es esto lo que se pretendía, no lo sé, pero entonces tampoco han entendido nada. Fatuo como es, ahora se ve en la ONU como jefe de estado. Y así lo ve su parroquia, que es de lo que se trataba.

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