Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Julio Anguita. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Julio Anguita. Mostrar tots els missatges

divendres, 15 de gener del 2016

ANGUITA Y LA EDUCACIÓN COMO INSTRUCCIÓN



Tratándose de un docente de profesión -maestro primero, profesor de instituto después- y quedando fuera de toda duda su ideología, no puede uno sino destacar algunos de los párrafos que Julio Anguita vierte sobre la LOGSE y la degradación del sistema educativo, aportando unas opiniones que a un servidor le valieron en su tiempo, y aún hoy, ser tachado de cavernícola troglodita y fascista reaccionario, por parte de ilustres colegas del mester de progresía, oficial y oficioso, homologado y freelancer. A destacar sus comentarios sobre la izquierda «logsera», es decir, casi toda. Se trata del libro sobre el que traté en mi anterior post: «Atraco a la memoria», un título que en determinados momento de su lectura, le evoca a uno aquel otro título, «El Asalto a la Razón», de G. Lukács. Vean, vean…


Juan Andrade: Tus años como maestro fueron años muy interesantes de renovación pedagógica.

Julio Anguita: Sí, en cierta forma, la renovación empezó en la época de José Luis Villar Palasí (…) Recuerdo que éramos maestros jóvenes y que después de clase nos juntábamos para ver qué nuevos métodos podíamos utilizar. Estábamos entusiasmados en eso. Creíamos, y sigo creyendo, que se notó. Hay un paréntesis ahí en el que la escuela mejoró. Pero después, es curioso, en la predemocracia, la democracia y la postdemocracia el nivel bajó. Y bajó porque hubo una parte de la izquierda que en nombre de la izquierda (…) arrambló con todo. Arrambló con el método de estudio, con el sentido del rigor, con el valor del esfuerzo, con la importancia de la memoria. Oiga usted, la memoria hay que cultivarla. Lo malo de la memoria es que se degrade en memorieta, en aprendizaje sin comprensión.

Juan Andrade: La LOGSE fue, en cierta medida, la objetivación legal de este pensamiento educativo blando.

Julio Anguita: Totalmente. Y además, todo planteado de manera muy bonita, por una parte, y por otra desde la justificación de que era lo que el mercado quería. Fue un crimen. Y claro, se ha notado. Se ha notado terriblemente, porque vemos ahora que los estudiantes se cansan (…) ¿Por qué? Porque el aprendizaje es un esfuerzo (…) Pero frente a eso plantear «no, no, es que el niño no tiene que experimentar ningún problema». Eso es simplemente educar a la gente fuera de la realidad. Pero claro, para insertarla luego en la realidad suya, que es mucho más dura. De modo que estos planteamientos generan gente dócil que si ya no puedo llevar de la mano de la dictadura la llevo ahora de la mano del consumismo.

El problema es que una parte de la izquierda no lo vea, porque desde la izquierda siempre se ha combatido con la inteligencia y con el saber, y los dirigentes obreros siempre han reclamado que hay que saber. Hasta que también esto afectó a una izquierda que decía «no, no, esto no es importante. ¿Tú sabes para qué están en política los picos de oro? Aquí lo que falta es ser trabajadores». Sí, trabajadores, pero ¿con qué proyecto? (…) Aquellos planteamientos fueron una vulgarización de los verdaderos proyectos de renovación pedagógica y fue, yo creo, que un sabotaje contra la izquierda, perpetrado además por parte de la sedicente izquierda.

Juan Andrade: (…) Porque la compleja problemática se redujo a la tramposa disyuntiva entre una cultura educativa supuestamente progresista, de pensamiento blando y muy funcional luego para la inserción de alumnos mal cualificados en un mercado de trabajo precario, por una parte, y, por otra, una cultura educativa conservadora y de derechas, rancia de contenidos y autoritaria en las formas (…)

Julio Anguita: (…) Pero había que haber previsto que llegaría un momento, otra situación en donde elementos que se suponía eran de la derecha eran aportaciones universales. Porque la derecha sí supo aprovecharlos. Te pongo un ejemplo. En Córdoba en el mundo del magisterio había una señora inspectora de la que decían muchos maestros que era la bondad personificada. Todo el mundo decía que era muy buena. Cuando llegaba a una escuela pública y alguna maestra le planteaba alguna dificultad, le decía a la maestra: «Ay niña, no hace falta que vengas a clase hoy. Que se encargue una alumna de la clase. Tú no te preocupes». Sin embargo, la inspectora, que pertenecía a un instituto religioso, era rígida e inflexible con las maestras de su orden. Tras la aparente bondad se ocultaba un desprecio por la enseñanza pública. La enseñanza pivota sobre dos basamentos: ciencia y valores.

Juan Andrade: Sí, pero a veces parece que algunos quieren que en la educción pública se aprendan sólo valores para formar a una cándida y descualificada mano de obra barata, y que mientras, en la privada, sólo unos pocos aprendan ciencia.

Julio Anguita: Y se pueden aprender las dos cosas, porque en los textos de los maestros de la República se aprendían las dos cosas: ciencia y valores. Sí señor. No es un dilema.
Pues eso, sólo como muestra. Que no toda la izquierda fue logsera, aunque sí casi toda: la izquierda orate y la pseudoizquierda, mayoría absoluta.

dimecres, 13 de gener del 2016

ATRACO A LA MEMORIA: EL MEDIO Y EL MENSAJE



Que el medio sea el mensaje es algo que se debe a la afortunada frase de McLuhan, allá por los sesenta del siglo XX. Que sea cierto, que lo es en buena medida, tampoco debe ofuscarnos hasta el límite de prescindir de los contenidos concretos del medio/mensaje. Se trata de algo sin duda constitutivo, sistémico, pero también a la vez contextual en lo concreto. Y que nos lo debamos creer no es óbice como para que no vislumbremos críticamente el componente ideológico subyacente más allá de la afirmación, en sí neutra.  A uno, lo siento y dicho sea de paso, le evoca el ineludible concepto gramsciano de «hegemonía». En cualquier caso, lo cierto es que nos lo podemos creer a pies juntillas, lo podemos asumir y reconocer críticamente o, también, cómo no, lo podemos omitir, tanto transitiva como intransitivamente, y atenernos únicamente al contenido concreto. Esta última opción, un error a mi parecer, sería en mi opinión la de Julio Anguita, al menos a juzgar por sus memorias políticas, de reciente publicación, en forma de entrevista a cargo del historiador Juan Andrade.

No lo digo como reproche. Anguita es un personaje que siempre me ha caído bastante simpático, quizás precisamente por ser consecuente en su gravedad e incurrir en el citado error, conscientemente con toda seguridad, en la firme convicción de que la verdad acabará resplandeciendo y la razón imponiéndose (...)
EL ARTÍCULO COMPLETO, AQUÍ