¡Que no gobierne Podemos! es el
mantra. Seguimos con la España y la anti-España. El nacionalismo centrífugo
dejó su impronta en los centrípetos. Hoy, igual que hay buenos españoles y
anti-españoles, hay buenos catalanes y botiflers,
como hay, simplemente, vascos y maketos
–una diferenciación para otro momento-. Hasta en territorios de lo más
destacados por su histórica endeblez reivindicativa, el esquema se reproduce y
recorre todos los tópicos habidos y por haber de la España y la anti-España. Algo,
por cierto, inédito en cualesquiera otros pagos –legados coloniales aparte-,
tanto centrípeta como centrífugamente.
Puede que Podemos sea una
heteróclita masa en la cual hay mucho ignaro chabacano mandando, y acaso muchos más aspirando.
No diré que no. Pero de ahí a que se levanten todas las alarmas de ciertos
pudientes y pudorosos sectores, moralmente hablando nada edificantes, ante la quimérica posibilidad de que accedieran
al gobierno, lo único que esto muestra, y demuestra, es que aquí el problema no
fue la Guerra Civil –acaso sólo un epifenómeno- sino algo mucho más arraigado.
Sin ir más lejos, allende los
Pirineos –Francia- han tenido más guerras civiles que aquende. Pero eso sí,
serias y de verdad; por eso luego las superaron… hasta la siguiente. Aquí más
bien algaradas; por eso no hemos superado nada… pensando en la anterior todos;
los que lo reconocen y los que no. Francia ya tuvo la Fronda a mediados del
XVII –y podríamos remontarnos a mucho más atrás-. Por entonces, acá no hacía ni
falta lo del viva las caenas, las
llevaban quienes las habían de llevar, tan bien enjaezadas que ni las notaban.
Fue cuando se percataron de su falta que protestaron… para que se las pusieran
de nuevo. Y lo siguen haciendo.
El espectáculo de la
investidura al que estamos asistiendo los ciudadanos, los críticos y los
acríticos, es tan absolutamente grotesco que, la verdad, por repetitivo, ya
cansa. Cuando ya nadie sepa qué es un estadista, pasará desapercibido. Es que
no los hay, claro.
Otra piedra de toque para
futuros (nada financieramente especulativos), es lo del TC y el ministerio de
asuntos exteriores del ciudadano Romeva. Ahí se juega una partida. Ajedrecísticamente
hablando, y postureos aparte, hasta ahora fue juego posicional, conservador, a
asegurar; ahora empezará el combinativo. En las acciones y en sus consecuencias
lo veremos. Dentro de poco…
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