Pues verán, oigan, no es que a
uno le parezca demasiado idóneo que en una representación para niños se viole a
una monja, se mate a un policía y se profieran vivas a Al Quaeda y a ETA. Sin
duda alguna es una grosería más bien zafia. Claro que, bien mirado, tampoco
parece muy edificante que a esos mismos niños se les describa, con todo lujo de
detalles, como se azota a un tipo atado con alambres de espino y luego se le
hace cargar con una cruz de la cual le cuelgan hasta que, con todos los huesos
descoyuntados, se muera.
Afortunadamente, parece que ya
se están tomando las medidas oportunas para evitar este tipo de desafueros.
Según tengo entendido, circulan por ahí versiones de Bambi en que no matan a la
madre, y de Caperucita en que el lobo no se come a la abuelita. Ignoro si hay
alguna versión de los tres cerditos en que sean los dos marranos zotes los que
salvan al hermanito sabio. También, nada es poco y no nos ha de temblar el
pulso si de preservar las buenas costumbres y la proverbial inocencia infantil
se trata, los titiriteros del policía han dado con sus huesos en la cárcel:
prisión incondicional por apología del terrorismo, a la espera de que Sus
Señorías, sin prisas, den con la figura jurídica que los cruja debidamente para
escarnio público. Con los del tipo crucificado, de momento, nada…
Y no es tampoco que uno sea un
quisquilloso, ni que se la coja ahora con papel de fumar o les haya tomado
cariño a estos titiriteros que, según dicen acreditar, representaban ni más ni
menos que una metáfora para niños de «Crimen
y Castigo», de un tal Fiódor
Dostoievski. Una obscura obra de la cual, por otro lado, ya se encarga
nuestro sistema educativo de que los niños no tengan noticia en toda su vida
escolar. Así que nada que objetar al irreprochable proceder de la Audiencia
Nacional enchironando a los titiriteros, que para eso está. Mala gente y de
peor vivir, los titiriteros, siempre de feria en feria, que decía la canción.
Pero clama al cielo que
mientras este par de mataos están en
la cárcel, el ciudadano Rus se libre de ella pagando la fianza con dos millones
robados, y encima se permita amenazar públicamente a un yayoflauta, que le
espetó su condición de ladrón, con un chulescamente amenazador «cuidado con lo que dices»; o que Rato,
Pujol, el matrimonio Urdangarín & Borbón y tantos otros, estén en la calle
campando a su anchas. Esto sí que es una escabrosidad y un mal ejemplo para la
infancia; y para la sociedad en general. Es, sin más, una obscenidad.
Hace ahora unos cuarenta años,
Boadella y Els Juglars estrenaron La Torna. Se representaba un consejo de
guerra compuesto por militares borrachos, corruptos y degenerados, que condenaba
a muerte a un retrasado mental. Estaba inspirada en hechos reales, los que
llevaron a la ejecución de Heinz Chez, el mismo día en que le dieron garrote a
Puig Antich. Muchos consideraron la obra de muy mal gusto e insultante hacia el
estamento militar. Así lo entendió también dicho gremio, que encarceló y
sometió a consejo de guerra al director de la obra, Albert Boadella, y al resto
de actores que participaban en ella. Un atropello que suscitó, como reacción, la
campaña en favor de los Joglars y de la
libertad de expresión.
Diríase que se está repitiendo
la historia; como siempre, en forma de parodia. No tengo demasiadas dudas sobre
el carácter grosero, soez y ramplón de la representación de este par de
titiriteros contratados por el Ayuntamiento de Madrid para amenizar los
carnavales de la ciudadanía del Foro. Y tampoco tengo la menor duda sobre la
naturaleza originariamente pecaminosa y procaz de la fiesta de Carnaval, en
principio no apta para niños, por más que los adultos se empeñen en
disfrazarlos mojigatamente para redimir metafóricamente sus pecados y sus
frustraciones. Pero, la verdad, meterlos en prisión incondicional, por más
zarrapastrosos que puedan ser, me parece propio de una sociedad esquizofrénica
y peligrosamente desequilibrada.
Porque, no nos engañemos. No
está bien, no está nada bien, que se representen funciones en las que se
profieran vivas a ETA y a Al Quaeda, se violen monjas y se maten policías.
Claro que habría que ver también el contexto –Carnaval incluido-, porque si no,
entonces, como mínimo la mitad de productos de Hollywood tendrían que
prohibirse, o como se hizo en su momento con Mogambo, cambiar la trama en el doblaje –con tanto acierto que convirtieron un adulterio en un
incesto-. No, sin duda alguna no está bien.
Pero tampoco está bien que a
unos pobres diablos se les caiga el pelo, mientras que notorios delincuentes
pagan su fianza con el mismo dinero que han robado. Lo dicho, una obscenidad. Porque a uno le
parece tan obsceno que, en una representación, unos cenutrios maten a un
policía, como que en otra un monarca –en su primer acto público como Felipe
VI- inaugure en pleno centro de Madrid un monumento a policías homenajeados
póstumamente, con una lista encabezada por el execrable Melitón Manzanas, un
conspicuo colaborador de las SS y la Gestapo, asesino, torturador e inspector
de policía durante la dictadura franquista. Hasta que lo mató ETA, razón por la cual encabeza la lista. En mi opinión, una representación
tan repugnante, la del monarca, como la de los titiriteros encarcelados.
Porque todo esto clama
al cielo. Y entonces acaso pueda alguno decir lo que el Tenorio: Clamé al cielo, y no me oyó. Mas, si sus
puertas me cierra, de mis pasos en la Tierra responda el cielo, no yo. Más prosaicamente: ¿Por qué tú sí y yo no?.
Me escribe una asidua seguidora, con el ruego de que no lo publique para preservar mi honorabilidad ortográfica, advirtiéndome sobre dos faltas graves de ortografía, porque presuponen de mi parte ignorancia sintáctica y gramatical, sugiriéndome, casi rogándome, que las corrija. La primera es el "como se azota..." (4ª línea del primer párrafo), que debería llevar tilde (o acento) en "como". Sobre este particular ya tuve mis dudas, que someto a criterio más competente que el mío.
ResponEliminaLa segunda falta (mucho más) grave, se encuentra en la quinta línea del segundo párrafo: "(...) y no nos ha de temblar el pulso si de preservar las buenas costumbres (...) se trata". Se afirma en el mensaje que debería escribirse "ha" sin hache, es decir, "no nos a de temblar el pulso".
Bien, sobre la primera ya dije que tengo mis dudas. Pero sobre la segunda, pues va a ser que no. Tal vez esté muy equivocado, pero en lo concerniente al "no nos ha de temblar el pulso", que no es lo mismo que "no nos va a temblar el pulso", me reafirmo. Solicito, imploro, alguna aclaración por parte de los filólogos -me consta que los hay entre los lectores- que frecuentan este blog.
Gracias de antemano.
El "ha" está bien puesto, Xavier, porque es del verbo "haber". Lo usas en la perífrasis HABER + DE + INFINITIVO, que puede tener un valor de obligación unas veces y de acción futura otras, como en esta frase tuya. Salvo en Cataluña, es una fórmula ya un tanto desusada. En cuanto al "como", podría suscitar dudas y ser con o sin tilde si fuera detrás de los verbos "ver", "oír" o equivalentes, ya que en este caso el diccionario de dudas de la RAE establece que podría ser una conjunción en frases del tipo "Ya verás como viene a saludarme", donde iría sin tilde, aunque la ortografía de la RAE de 2010, que es la más reciente, permite usarlo con o sin tilde en estos casos, muy dudosos hasta desde el punto de vista entonativo. No obstante, en tu frase creo que debería ir con tilde, ya que lo que dices es "se les describa cómo se azota...", es decir, el "cómo" no introduce la manera en que se realiza el verbo "describir" (con lo que abriría una subordinada modal e iría sin tilde, imagínate una frase del tipo "Se les describa como lo haría un buen escritor el martirio de Jesús"), sino la manera en que se azota, con lo cual introduce una interrogativa indirecta, o sea, una subordinada sustantiva que es complemento directo del verbo "describa", y en estos casos el nexo (sea "cómo", "qué", "dónde", quién"...) debe llevar tilde. De todos modos, sea con o sin tilde, uno no entiende lo de meter en la cárcel a estos merluzos, a no ser que en España ya todos admitamos que lo del Estado de derecho es una chirigota más. Un abrazo y hasta muy pronto.
ResponEliminaMuchas gracias, Guachimán.
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