Lo admito de entrada, soy de
los ingenuos que se molestó ver el debate entre los flamantes candidatos del PP
y del PSOE a las próximas elecciones europeas. Era, eso sí, más bien una cuestión de morbo
¿Cómo se las iban a arreglar dos típicos productos de las factorías de sus
respectivos partidos, en un debate donde, al menos sobre el papel y ante la
situación que estamos viviendo, se les había de suponer una talla de la que
carecen?
Porque, a ver, Arias Cañete
parece un actor secundario de cualquier película de Paco Martínez Soria –algo
es algo-. Aparentaba ser un tipo socarrón y sin duda puede resultar divertido en alguna
sobremesa con botellas de licores al alcance. Y también lenguaraz: recuerdo
perfectamente, en su época de agónico ministro de Ansar, cuando le pillaron las cámaras vacilándoles a sus conmilitones
de Murcia mientras les aseguraba que “El
trasvase del Ebro se hará, y os diré por qué: porque en Aragón perdimos y en
Murcia ganamos”. La verdad, no es que un político adscrito a semejante
razón de estado merezca demasiada confianza; pero puede que la inspire entre
ciertos sectores. Esto es España, no lo olvidemos.
De Elena Valenciano lo mejor
que se puede decir es que no se puede decir nada… o casi nada. Es el más
genuino de los productos de la factoría PSOE, cuya especialidad, como bien
sabemos, es el tópico por el tópico. Cómo con tal bagaje pueda haber llegado a
número dos de un partido que aspira a gobernar, es algo sobre lo que ahora no
entraremos… nos desviaría del tema.
El debate fue malo de
solemnidad y para dormir a las piedras. Quizás por esto, al día siguiente
Cañete optó por dar caña y asegurar que el debate entre un hombre –él- y una
mujer –Valenciano- es siempre difícil, porque si el hombre abusa intelectualmente, se le acusa de machismo. O sea, que Cañete se contuvo para no
parecer machista, pero como las cabras tiran al monte, va y al día siguiente
nos avisa que no vayamos a pensar que es tan romo como pareció, sino que estaba
debatiendo con una mujer.
A uno más bien le parece que
lo auténticamente vergonzoso es la adopción de una actitud tan chulesca después
de haber patinado. Porque el patinazo es doble: lo verdaderamente machista son
en todo caso sus posteriores declaraciones, en la esperanza de que serían un
eximente. Y hasta es posible que Valenciano, para sus adentros, esté de acuerdo
con él.
¿Estos son los que van a
ir a Europa?
Valenciano no sé si estará de acuerdo con él, pero seguro que las palabras de Cañete al día siguiente le alegraron el suyo. Nadie habla del debate y todos de esas palabras. Y ahora ella tiene un argumento fuerte, aunque no nuevo: viene el dóberman.
ResponEliminaSi, claro. El problema de verdad es el que describe aquel chiste del reencuentro entre dos ex cosmonautas de la antigua URSS, muchos años después. Le dice el primero, "pues después de todo, al final resultó que lo que se decía del comunismo era verdad". "Sí" le responde el segundo, "pero lo que nos decían del capitalismo, también".
ResponEliminaLo nuestro es peor, porque ya probamos ambos (psoe y pp).
ResponEliminaTampoco creo que estas y otras cosas sean características de España, imagínate lo que diríamos si aquí pasase esto:
http://elpais.com/elpais/2014/05/16/gente/1400257313_657141.html
o esto:
http://www.lavanguardia.com/politica/20140501/54406499087/un-nuevo-video-comprometedor-obliga-al-alcalde-de-toronto-a-dejar-la-campana.html
Enhorabuena por tu valentía Xavier: tragarse un debate de esos estando las televisiones llenas de series, películas y espectáculos deportivos de primer nivel tiene un mérito impresionante. No lo vi, pero las opiniones que he palpado por ahí lo ponen a la altua de un "Sálvame" y atrocidades de ese pelo.
ResponEliminaSin duda, lo mejor de dicho debate, ahora puedo decirlo sin caer en yerro, es el análisis que del mismo haces en tu artículo. Te agradezco que me hayas aliviado la pena que inexplicablemente me invadía por habérmelo perdido. Leyendo tu entrada he salido ganando de todas todas.
Un saludo y a no cejar en el empeño.