Se puede pensar que un
ignorante tal vez se sienta mucho más reconfortado si no hay nadie culto a su
alrededor. Hasta puede llegar a pasar por lo que no es, si los que le rodean
son aún más zafios. Esto no es una afirmación; tan sólo una sospecha. Y toda
sospecha se basa en indicios, es decir, en intuiciones que, sin ser pruebas
concluyentes, inducen a pensar que puedan llegar a serlo, si se demuestran.
Puestos a perseverar, la alternativa está muy clara: convertir las sospechas, o
indicios, en certezas, en pruebas: desenmascarar al farsante poniéndolo en
evidencia.
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